El abuelo de la fantasía cristiana - Alfa y Omega

El abuelo de la fantasía cristiana

Según J. R. R. Tolkien, «la muerte es el tema que más inspiró a George MacDonald». A primera vista, esto podría parecer chocante para un autor más conocido por escribir cuentos infantiles

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Ilustración de Más allá del Viento del Norte. Foto: Internet Archive Book Images

C. S. Lewis lo llamó su «maestro», y G. K. Chesterton lo consideró «uno de los tres o cuatro mejores hombres del siglo XIX». Hablamos de George MacDonald, popular autor escocés de mediados de ese siglo, admirado por muchos escritores cristianos. Sus alrededor de 50 libros abarcan de la fantasía a la ficción realista, sermones, poesía y ensayos.

Nacido en 1824, MacDonald se graduó con un máster del Kings College de Aberdeen, antes de mudarse a Inglaterra. Ingresó en el Highgate College en Londres para estudiar para el ministerio religioso y aceptó un encargo pastoral en la Iglesia congregacional, una denominación de origen calvinista. En esa época fundó una familia con su mujer, Louisa, con quien llegó a tener doce hijos. Después de unos años como pastor, MacDonald fue obligado a dimitir por tener opiniones consideradas como heterodoxas en su congregación, en especial su creencia en una especie de purgatorio tras la muerte. El resto de su vida fue profesor, conferenciante y escritor, hasta su muerte en 1905.

Le influyeron el romanticismo alemán, así como los artistas prerrafaelitas y los reformadores victorianos como John Ruskin. También se le recuerda como un amigo íntimo de Lewis Carroll, autor de Alicia en el país de las maravillas y A través del espejo. Algunos de los libros más famosos de MacDonald son Fantastes, Más allá del Viento del Norte, La princesa y los trasgos y Lilith, así como cuentos como La princesa ligera y La llave dorada.

La buena muerte

Según J. R. R. Tolkien en su famoso ensayo de 1947 Sobre los cuentos de hadas, «la muerte es el tema que más inspiró a George MacDonald». A primera vista, esto podría parecer chocante para un autor más conocido por escribir cuentos infantiles. Sin embargo, como cristianos, no debería ser en absoluto sorprendente. Uno de los mayores símbolos paradójicos de la fe es Cristo muriendo en una cruz. Nuestro sacramento del Bautismo es también una especie de muerte.

De hecho, C. S. Lewis, en su autobiografía espiritual Cautivado por la alegría, describe la novela Fantastes de George MacDonald como dotada de «una cierta calidad de muerte, de buena muerte. Lo que hizo conmigo en realidad fue convertir, incluso bautizar (ahí es donde la muerte interviene), mi imaginación».

Foto: The International Library of Famous Literature

La muerte como guía

El tema de la muerte en MacDonald se puede observar en su novela Más allá del Viento del Norte. El protagonista de este famoso libro infantil es Diamante, el hijo pequeño de una pareja de clase trabajadora de Londres. El padre de Diamond es taxista y su familia vive en un pequeño apartamento encima de un establo.

Diamante, que enferma de muerte, conoce al personaje del Viento del Norte en sus sueños. Aparece como una hermosa mujer con una larga melena suelta. Saltando entre el Londres real y los sueños fantásticos de Diamante con Viento del Norte, MacDonald logra moldear su historia de forma que combine el realismo victoriano y la fantasía romántica.

Aunque Diamante en su inocencia no se da cuenta, Viento del Norte representa al Ángel de la Muerte. Le dice: «Creo que no soy solo lo que crees que soy. Tengo que adoptar diferentes formas para diferentes personas. Pero mi corazón es real. La gente me llama cosas horribles, y piensan que lo saben todo sobre mí. Pero no lo saben. A veces me llaman Mala Fortuna, a veces Cruel Destino, a veces Ruina; y tienen otro nombre para mí que piensan que es el más terrible de todos». «¿Cuál es?», preguntó Diamante, con una sonrisa iluminándole la cara. «Ese nombre no te lo diré».

Por supuesto, la palabra que no mencionará es muerte. Al final Diamante muere, pero el lector queda reconfortado por las últimas palabras de la novela: «Pensaron que había muerto. Yo sabía que había ido más allá del Viento del Norte».

Deseo de inmortalidad

MacDonald evoca en sus lectores la confianza en una presencia escondida que guía y protege. Pero esa presencia también insiste en que nos convirtamos en nuestro propio yo integrado, sin importar el sufrimiento que debamos soportar para lograrlo. Como MacDonald asegura a sus lectores en su cuento La llave dorada, la muerte es «solo más vida».

En una carta escrita en 1957, Tolkien dijo que el sentido de El señor de los anillos «no trata realmente del poder y el dominio: eso es solo lo que pone las ruedas en marcha; trata de la muerte y el deseo de inmortalidad. ¡Lo que apenas es más que decir que se trata de un cuento escrito por un hombre!». El deseo de inmortalidad es un anhelo universal de más vida más allá de la presente. Lo que los libros de MacDonald muestran a los lectores es la confianza de que Dios, a quien con frecuencia se refiere como «el Padre de las luces» (una fórmula recogida en la carta de Santiago), está iluminando nuestro sendero y llamándonos a nuestro hogar eterno.

Robert Trexler
Investigador, escritor y editor