El autor de Prohibido quejarse anuncia un proyecto con el Papa «para ayudar a las personas»
El psicólogo Salvo Noé presenta en Madrid su best seller, un libro «para evitar caer en las trampas del victimismo» y para resurgir de cada adversidad «más seguros y más fuertes», dice el Papa Francisco en su prólogo
Desde la religión a veces se ha mirado a la psicoterapia con cierta desconfianza. ¿Por qué? ¿Qué ha podido pasar?
Hace mucho tiempo se veía como una contradicción, pero el punto es que ambas ayudan a estar bien, a sentirnos bien. Ambas colaboran para el mismo objetivo. Lo interesante es la unión de fuerzas en beneficio de las personas, cada una desde su ámbito, pero en colaboración.
La fe y la psicoterapia tratan de ayudar a la persona a tener una vida mejor. No hay confrontación. Cada una tiene cosas que decir a la otra. Tienen dos palabras en común, que tienen incluso la misma raíz: fe y confianza.
¿Cuál es la aportación que puede hacer la psicología a la fe?
Hay estudios sobre el comportamiento humano que indican que la psicología ofrece una mayor capacidad de escucha y de comprensión. Es algo que tiene que ver también con la confesión. El confesor no debe curar la psicología de una persona, pero a través de inducir a la oración y a la confianza en Dios puede ayudar a su transformación. Los dos ámbitos no son contradictorios, sino que se abrazan en un mismo propósito, porque todos somos hijos de Dios, ¡incluso los psicólogos! [risas].
¿Existe algún ángulo de sanación en el que la psicología no pueda entrar, algo que solo pueda sanar Dios?
Sí, la fe siempre entra en juego. La persona que cree y que entra en un proceso de dejarse ayudar, ya se está sanando. Tenemos una frase: «Dios ayuda al que se ayuda». Tú intenta ayudarte, pon tu energía en ello y encontrarás la ayuda de Dios. Hay una ósmosis, una perfecta sintonía.
A veces el confesor ha hecho de psicólogo, sin estar preparado para ello…
Ambos escuchamos, nos dedicamos a escuchar al paciente o a la persona que se encuentra mal en un momento dado. La diferencia es que el psicólogo o el psicoterapeuta ayudan desde un punto de vista comportamental, mientras que el sacerdote anima a través de la oración a confiarse a Dios.
Participo de vez en cuando en cursos de formación de religiosos donde hablo de los límites de cada cual: dónde llego yo, dónde llega el otro. Los religiosos están pidiendo cada vez más la aportación psicológica, y eso es una gran apertura. Muchos sacerdotes me dicen: «Ahora ya sé a quién mandar cuando me llega una persona con un problema psicológico, una depresión o lo que sea».
Tiene entre manos un proyecto nuevo en colaboración con el mismo Papa Francisco…
Es un proyecto muy importante, y que tiene el único objetivo de ayudar a las personas, yo como terapeuta, él como Papa. Hay muchas cosas que podemos hacer juntos, pero todavía lo estamos hablando.
¿Un libro en común?
No. No creo.
¿Y para cuándo?
Para 2019.
«Me ocupo básicamente de las almas, de almas perdidas y almas que están en transformación», ha reconocido Salvo Noé este jueves durante la presentación de su libro en Madrid, en la librería San Pablo. «Me dedico a ayudar a pensar de manera productiva, para pasar del lamento a la solución. Ayudo a los demás a amarse más y a disfrutar de la belleza que todos tenemos dentro».
Por este motivo, Noé encontró hace tiempo «una gran sintonía con las homilías del Papa en las que hablaba de la queja y el lamento. “Pensamos igual”, me dije, y me fui a presentarle mi libro. Sus palabras son de una gran utilidad para la vida de cualquiera, sea o no religioso, nos ayudan en nuestra vida cotidiana, en nuestra familia, en nuestro entorno, en nuestro trabajo. Las palabras del Papa son de una gran ayuda para todos».
Por eso, de él admira varias cosas: «El Papa tiene una humildad desarmante. Y está siempre alegre. Llegas y te pregunta: “¿Qué necesitas?” Es increíble», reconoce Salvo Noé.