Sacar a la luz abusos sexuales ayuda a «limpiar» la Iglesia católica
La erradicación se retrasó en las diócesis que ignoraron las indicaciones dadas por Juan Pablo II en 1993 y 2002
El informe del Gran Jurado del estado de Pennsylvania, que saca a la luz abusos sexuales cometidos por 300 sacerdotes sobre 1.000 menores de edad en los últimos 70 años «ayuda de hecho a la Iglesia, si se considera la Iglesia como el pueblo de Dios», comentó el martes el dominico norteamericano Thomas Doyle, experto en Derecho Canónico y uno de los peritos consultados en la investigación.
La antigua línea de encubrimiento de los hechos no solo es contraria al Evangelio y autodestructiva, sino también una desobediencia clara a las indicaciones de hacer limpieza dadas en 1993 por Juan Pablo II en su carta a los obispos de Estados Unidos, en la que recordaba unas palabras de Jesús: «Más le valdría que le atasen al cuello una rueda de molino y le echasen al mar».
Como muchas diócesis no le hicieron caso, el Papa polaco tuvo que llamar a Roma en 2002 a todos los cardenales norteamericanos y la cúpula de la conferencia episcopal para reiterarles que «no hay lugar en el sacerdocio ni en la vida religiosa par quienes hacen daño a los jóvenes».
Comenzaron los procesos, y el pontificado de Benedicto XVI (2005-20013) el Papa alemán expulsó del sacerdocio a mas de ochocientos de estos delincuentes, así como a algunos obispos, casi todos por abusos cometidos 30 o 40 años antes.
Los obispos norteamericanos establecieron en 2002 la «Carta de Dallas», los mejores protocolos de protección de menores en el mundo, que incluyen desde la comprobación regular de antecedentes penales de todas las personas que trabajan en parroquias, escuelas, hospitales, universidades, etc. hasta las oficinas -gestionadas por laicas y laicos- responsables en cada diócesis de recibir las denuncias, ayudar a las víctimas y sus padres, y pasar a la policía los indicios creíbles de delito para investigar en paralelo a menos que las autoridades pidan prioridad exclusiva.
En el reciente documental «Papa Francisco, un hombre de palabra», el cineasta Wim Wenders plantea el tema y Francisco le responde: «Frente a la pederastia, tolerancia cero. Los obispos deben remover de su función sacerdotal a los sacerdotes que tienen esa enfermedad, e incluso acompañar la denuncia de los padres en los tribunales civiles. Tolerancia cero porque es un crimen».
La abrumadora mayoría de los casos de los últimos 70 años en Pennsylvania son muy antiguos. Muchos culpables han fallecido y casi todos los delitos han prescrito, por lo que se procesará solo a dos sacerdotes.
En cambio, para la disciplina interna de la Iglesia no prescriben. El pasado mes de julio el Papa expulsó del cardenalato al ex-purpurado norteamericano Theodore McCarrick, de 88 años y antiguo arzobispo de Washington, a quien había suspendido el mes anterior de cualquier actividad sacerdotal e intervención en público, por abusos sobre monaguillos 45 años antes, que no habían sido denunciados hasta ahora.
Francisco lleva seis meses ayudando a Chile ha hacer limpieza de «abusos de conciencia, de poder y sexuales», y de su encubrimiento por clericalismo autodestructivo. Si la justicia ayuda, tanto mejor.
Juan Vicente Boo / ABC