Delegada de Nueva Evangelización de Solsona:«Solo hay una forma de cambiar la parroquia: evangelizar»
A Teresa Valero le mueve «la ilusión por la conversión pastoral». La delegada de Nueva Evangelización de Solsona es una de las responsables del proyecto Pastores 3.0, un curso de liderazgo para sacerdotes organizado por Alpha España y la Fundación para la Nueva Evangelización
¿Cuándo comenzó tu interés por llevar a Dios a otros?
Viene de mi conversión. Yo era católica de un modo más bien cultural, pero hace diez años tuve una conversión paulina que cambió mi vida. Y ahí empezó todo: lo que a mí me hace feliz lo tengo que compartir.
¿Cómo llevas a cabo este servicio en tu diócesis?
El obispo anterior me nombró responsable de la Pastoral de los Alejados, y ahora soy la delegada de Nueva Evangelización. Me dedico a buscar nuevas formas de evangelizar para implantarlas en la diócesis. Concretamente, nuestro objetivo principal es que las comunidades parroquiales sean realmente comunidades vivas, de discípulos misioneros. Para ello comenzamos con el párroco, porque la evangelización pasa por el pastor. Trabajamos en una reconversión de su liderazgo.
Cambiar la manera de pensar de un cura no es sencillo…
Pero es necesario. El párroco tiene un papel fundamental, pero su liderazgo tiene que evolucionar: de que todo pasa por él y está en el centro de todas las decisiones, a un liderazgo basado más en la delegación y en el trabajo en equipo; del hombre-orquesta a un liderazgo descentralizado que guía la parroquia junto a un equipo. Para que la nueva evangelización sea posible tenemos que reenfocarnos y cambiar de paradigma.
¿Y los laicos?
Ya nos han pedido organizar un Ovejas 3.0 [risas]. Los laicos tienen que cambiar también. Se trata de pasar de ser un consumidor de sacramentos a ser un discípulo misionero. Para ello hace falta tener experiencia de Dios. Solo cambias a partir de una experiencia de Dios, y a partir de ahí comienza un camino de crecimiento.
¿Hay una hoja de ruta para todo este proceso?
Los expertos dicen que hay tres etapas diferenciadas para que la parroquia cambie, y que el proceso dura doce años. Nos preguntan los párrocos: «¿Cómo empezar? ¿Como salir de esta caída en barrena?». Solo hay una forma: evangelizar. Se comienza con un pequeño grupo de laicos junto al sacerdote, y a partir de ahí trabajan el primer anuncio y el discipulado. Y vas repitiendo esto hasta que tienes una masa crítica de personas con la que organizar la parroquia de otro modo. Pero siempre se empieza así: anunciando el Evangelio.
A alguien le podría parecer que todo esto es innecesario: las iglesias se llenan estos días por las Primeras Comuniones y las bodas, la gente va marcando la X de la Iglesia en la declaración de la renta…
Yo trabajo en una zona muy secularizada. Hemos sido pioneros en la evangelización porque desde hace años vemos la necesidad de hacer algo, ya que las iglesias están vacías. Cuando viajo por otras zonas, veo iglesias más o menos llenas, pero en realidad se trata de una pastoral de mantenimiento: la gente pide sacramentos, los niños van a catequesis pero después no regresan más, a sus padres no los ves el domingo en Misa… Y por encima de todo: los fieles no evangelizan. Es un perfil de parroquia centrada en la administración de sacramentos, pero la gente no hace experiencia de Dios vivo y no son discípulos misioneros. Se hace un gran esfuerzo por mantener los edificios, ¿y para qué? Si dentro de unos años ya no va a haber nadie…
¿Entonces?
Por todo eso tenemos que salir a anunciar el Evangelio. Es el gran encargo que Jesús nos dio antes de subir al Cielo, y parece que en la Iglesia lo hemos olvidado.