«¿Quién anunciará a Cristo entre nuestros soldados?»
Juan del Río, arzobispo castrense, anima a mostrar la alegría y la belleza de entregar la vida a Dios como sacerdote al servicio de «los primeros servidores de la Patria»
El arzobispo castrense, Juan del Río, reconoce en una carta que acaba de publicar con motivo del Día del Seminario que una de las mayores carencia de la Iglesia actual es la falta de respuesta vocacional al ministerio ordenado y en su caso, los capellanes castrenses:
«¿Cómo va a llegar la Palabra de Dios a los hombres, la Eucaristía a los cristianos, la caridad a los más pobres? ¿Quiénes anunciarán a Cristo entre nuestros soldados, marinos, guardias civiles y policías y les asistirán en su noble oficio de defender España». Y responde: «No nos engañemos, los futuros sacerdotes y capellanes han de surgir de entre nosotros. Las constantes de toda pastoral son: oración, trabajo apostólico y vitalidad de la Iglesia particular».
En este sentido, el prelado anima a sus capellanes, seminaristas y fieles en general a hacer «abiertamente y sin complejos» una propuesta vocacional mostrando la alegría y la belleza de entregar su vida a Dios «como sacerdotes y, a la vez, sirviendo a los primeros servidores de la Patria». Del Río añade que la castrense es una diócesis muy particular por razones obvias, pero también porque es la que más jóvenes concentra en sus instituciones: «No desaprovechemos esta cercanía circunstancial, porque ellos esperan mucho de los páter. Vuestra mera presencia donde se desarrolla la vida cotidiana en el cuartel puede hacer mucho bien».
Otro de los retos que enfrenta el Arzobispado Castrense, además de las vocaciones, es cómo preparar cada día mejor a los candidatos para afrontar numerosas misiones y con una clara identidad sacerdotal. «Para ello tenemos nuestro seminario Juan Pablo II –continúa Del Río–, un seminario sereno, alegre y con sensibilidad castrense, donde se reza y se estudia, en plena comunión con el Papa Francisco y sus enseñanzas sobre la santidad de vida que ha de brillar en el clero. Ello es percibido por las numerosas visitas de militares y capellanes que durante el curso pasan por sus dependencias y tratan a los seminaristas».