Las tres monedas del cardenal Osoro para vivir la Cuaresma
«La Cuaresma se presenta ante nosotros como un periodo para enfrentarnos a la volatilidad, la fragmentación y la polarización con las armas que Jesucristo nos ofrece: el ayuno, la oración y la limosna», dice en su carta de Cuaresma el cardenal Carlos Osoro, que propone «tres cambios de moneda para que Dios entre en nuestra vida»
Cambia la volatilidad por la oración
«Cambiad la moneda de la volatilidad por la de la oración, por un diálogo abierto y sincero con Dios», pide el cardenal arzobispo de Madrid. Hoy «nada hay estable y fijo, podemos hablar de relativismo». Hoy se quiere «eliminar a Dios y dejar sin fundamento al ser humano», triunfa «la secularización, que es el intento de hacer desaparecer a Dios de la conciencia personal y pública, oscureciendo el carácter único de la persona de Cristo», y «el agnosticismo pretende reducir la inteligencia humana a simple razón calculadora y funcional» «ahogando el sentimiento religioso que está inscrito en lo más profundo e íntimo de la naturaleza humana». Al final, todo ello «destruye los vínculos y los afectos más dignos del hombre, convirtiéndonos en personas frágiles, precarias, dependientes e inestables». ¿Y qué se nos ofrece en este tiempo de Cuaresma? Para el cardenal Osoro la respuesta es «la oración, el diálogo con Dios que nos encamina al diálogo con todos los hombres. Y no a un diálogo virtual, sino de tú a tú». Por eso, «descubramos con más fuerza la oración que salió de labios de Jesús: el padrenuestro. Dios se nos manifiesta como un padre que nos quiere y quiere a todos los hombres. La oración ayuda a mejorar nuestra existencia, a mejorar la vida social y a no perder la conciencia de la verdad».
Cambia la fragmentación por el ayuno
«Cambiad la moneda de la fragmentación por la del ayuno» es la siguiente propuesta del cardenal Osoro. «El ayuno ayuda a la misión que se nos ha dado. Jesús orando y ayunando se preparó a su misión. El ayuno es el alma de la oración y la misericordia es la vida del ayuno, de ahí que podemos decir así: quien ora que ayune; quien ayuna que se compadezca. El ayuno es necesario para vivir la caridad y la misericordia, y nos ayuda a cultivar el estilo del Buen Samaritano que se inclina y ayuda al hermano que sufre», afirma. Además, «los padres de la Iglesia hablan de la fuerza del ayuno, capaz de hacernos morir al viejo Adán y de abrir en el corazón del creyente el camino hacia Dios. Intensifiquemos todo lo que alimenta el alma y la abre al amor de Dios y del prójimo».
Cambia la polarización por la limosna
«Cambiad la moneda de la polarización por la de la limosna», es el tercer arma que destaca el arzobispo de Madrid. Si «ser un ciudadano es ser y sentirse citado, convocado a un bien, a un fin con sentido», en cambio la polarización «no sienta a todos en la misma mesa y provoca que los conflictos se extiendan». Así, «frente a esta moneda que busca lo mío o lo de los míos, la Cuaresma nos ofrece la moneda de la limosna para vencer la tentación de idolatrar las riquezas y que busca asumir con decisión aquellas palabras de Jesús: “No podéis servir a Dios y al dinero”». De este modo, la limosna «nos educa para socorrer al prójimo en sus necesidades y compartir con los demás lo que poseemos. Nos hace compartir bienes, intereses, justicia, paz social, acercamiento de los hombres. También es creadora de la cultura del encuentro y de la esperanza que fomenta nuevos vínculos. Gesta una revolución interior en quien comparte, pues le hace consciente de las necesidades de todos los hombres».
El cardenal Osoro concluye finalmente invitando a «vivir una vez más la conversión desde el seguimiento radical a Jesucristo. Seamos audaces y valientes para construir nuestra vida y la historia de los hombres con estas tres monedas: la oración, el ayuno y la limosna».
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