¿Cómo frenar el acoso escolar? ¡Con teatro!
«Cuando un niño hace algo malo, a lo mejor tiene problemas en su familia y suelta su ira con los demás», nos explican los niños de Torrejón de Ardoz (Madrid) que han participado en el taller En sus zapatos
«Un día me enfadé con una amiga. Ella me decía que yo no sabía jugar al fútbol y que solo era un incordio para el equipo. Y empecé a responderle: “Pues si yo no valgo, tú tampoco”. Le devolví todo lo que ella me había dicho». Esta experiencia de Zoe, una niña de 11 años, la viven muchos niños. Según un estudio de Save the Children, seis de cada diez niños han sufrido insultos hace poco; dos de cada diez, con bastante frecuencia.
A casi tres de cada diez les han pegado. La violencia se convierte en acoso cuando los ataques son repetidos y se ensañan con algún chico en concreto, mientras los demás compañeros se ríen o no hacen nada por evitarlo. En España, este problema afecta a uno de cada diez niños.
En el colegio de Zoe, el Vicente Aleixandre de Torrejón de Ardoz (Madrid), han encontrado un camino para intentar acabar con la violencia y el acoso. El curso pasado y este, los niños de 5º y 6º de Primaria están participando en unos talleres que se llaman En sus zapatos. Durante este curso, los talleres están visitando además otros cuatro centros de Madrid y Extremadura.
Los organiza Pax Dettoni, una mujer que después de trabajar en programas de desarrollo en varios países quiso ayudar a la gente a superar la agresividad y otros problemas a través del teatro. Por ejemplo, ha estado trabajando con jóvenes de una de las zonas más peligrosas de la capital de Guatemala, donde las bandas violentas buscan a chicos para que cometan delitos.
Presos de las emociones
En En sus zapatos, los niños, los maestros y los padres aprenden a conocer las distintas emociones que sienten, y que a veces dejan que los controlen. «Todos queremos ser libres, pero a veces viene cualquier enfado y nos hace hacer cosas que no queremos», explica Pax. «A mí me pasaba mucho antes. Cuando las emociones se apoderan de ti, intentas hacer daño a los demás», cuenta Zoe. Por eso cuando su amiga la insultó, ella respondió igual. «Me enfadé porque aunque no sabía jugar al fútbol estaba intentando aprender, y me puse muy nerviosa», recuerda.
Pero esto no tiene por qué ser así: podemos transformar las emociones en algo positivo si cuando las sentimos nos paramos y nos relajamos (por ejemplo, respirando hondo), para ver qué nos pasa y decidir cómo actuar. También es importante aprender a resolver los conflictos, explicando a los demás cómo se siente uno y qué quiere.
Y, sobre todo, hay que ponerse en la piel del otro. José Luis, un compañero de Zoe, nos cuenta que «a lo mejor quien hace algo malo tiene un problema con su familia o algo así, y descarga la ira con los demás». Es decir, añade Carolina, que no lo hace «porque lleves gafas o aparato»; eso es solo una excusa. Por eso, es importante intentar comprenderle y ayudarle, no solo castigarle.
«Somos inseparables»
Con todo esto que habían aprendido, los niños prepararon con Pax una obra de teatro. Ella hace un tipo de teatro especial, el Teatro de Conciencia. En él, explica José Luis, emociones «como el dolor, la ira, el miedo, la tristeza…» se convierten en un personaje más: se relacionan con el personaje, le hablan y le controlan… hasta que el chico aprende a ser libre.
Gracias a esta experiencia, «niños que habían tenido conflictos han conseguido hacer las paces consigo mismos y con los demás –cuenta Clara, una profesora–. Y cuando surge otro problema lo solucionan de forma más fácil, porque se dan cuenta de que la otra persona también se siente mal». Justo lo que les pasó a Zoe y a su amiga: «Cuando estuvimos más tranquilas, pudimos hablar y pedirnos disculpas, porque lo que hicimos estuvo mal. Desde entonces somos inseparables».