«Los niños de Manila han recibido vuestras cartas como un tesoro»
Los primeros niños filipinos en recibir parte de las 1.800 cartas enviadas por chicos españoles fueron niños que hasta hace muy poco todavía vivían en la calle. «Nos preguntaban si su tarjeta era de un niño o de una niña, cuántos años tenía… Uno de ellos quería ponerse a pintar para responder en seguida», nos cuenta una de las colaboradoras que se las entregó
¡Misión cumplida! Vuestras cartas ya están en Manila, y durante estos días están llegando a manos de los 350 niños que viven en los 20 centros de la fundación ANAK-TnK. «Las han recibido y guardado como un auténtico tesoro», nos cuentan las personas que se las han llevado desde España. En total, entre el Pequealfa y La hora feliz, el programa infantil de Radio María, hemos recibido 1.800 cartas. Entre ellas, hemos seleccionado las más bonitas para enviar.
Javier y Carmen Julia, un matrimonio de Madrid, son quienes las han llevado a Filipinas. Viajaron hasta este país después de Navidad para visitar a su hija Ana, que está viviendo en Manila con su marido, Pedro. Conocen la fundación y colaboran con ella porque el cuñado de Ana fue voluntario allí durante un año.
Estos días, toda la familia está llevando las felicitaciones a los centros. Los primeros en recibirlas, el día 1 de enero, fueron los 22 niños que viven en el centro Drop In Boys. Ahí es donde entran los niños cuando deciden dejar de vivir en la calle. En esa casa pasan aproximadamente un año. Todavía no van al colegio, sino que les dan clases en el mismo centro. Después de este período de adaptación, ya pasan a un hogar con otros chicos que llevan más tiempo con la fundación, y empiezan a ir a un colegio de su barrio.
«Cuando llegamos, los niños estaban armando una algarabía tremenda», cuenta Carmen, la madre de Ana. Esta añade que «Élise, una trabajadora de allí, les ha explicado en su idioma que muchos niños en España habían querido felicitarles la Navidad. Entonces les fuimos entregando las tarjetas uno a uno. Como estos niños acaban de llegar a la fundación, todavía no hablan inglés, solo tagalo. Así que quisimos darles a dos de ellos las tarjetas que un par de niños habían enviado en esta lengua».
Un silencio total
Al recibirlas, «se han callado todos. Tres o cuatro se han marchado a diferentes rincones de la sala, y se han quedado un buen rato mirando las felicitaciones», dándoles vueltas, tocándolas «e intentando leerlas. Se acercaban a nosotros, y a través de Élise nos pedían que les explicáramos si su tarjeta era de un niño o de una niña, cuántos años tenía… Algún niño, de hecho, quería ponerse a dibujar en seguida para responder a su tarjeta en ese mismo momento», siguen diciéndonos. A la vez que reciben las cartas, los chicos están haciendo talleres para poder enviar de vuelta sus propias tarjetas navideñas.
Todos estaban muy asombrados; y no solo por pensar que personas desconocidas se hayan acordado de ellos. «Les cuesta mucho entender cómo son otros países –explica Ana–. Saben que existe Francia, porque el director de la fundación, el padre Matthieu, es francés. Por eso, siempre que vamos a los centros personas que no somos filipinas, los niños piensan que somos franceses».
Por lo que nos cuentan Ana y Carmen, recibir las cartas de los niños españoles ha sido uno de los momentos más importantes de la Navidad para estos niños, junto con el mismo día 25. En Nochebuena, «los niños de cada uno de los centros fueron a Misa de medianoche en su parroquia», cuenta Élise. Al día siguiente, el padre Matthieu y los voluntarios visitaron todos los centros.
Cada uno de los niños «recibió el único regalo que tienen en todo el año –añade Ana–. Es algo personal, para ese niño o niña en concreto. Nosotros estuvimos en el reparto en uno de los centros para niñas. Se los daban una a una, pero esperaron a tenerlo todas para abrirlos a la vez. Sus regalos eran una camiseta, un frasquito de colonia, unas sandalias… sobre todo cosas de vestir. Les hacía mucha ilusión».
Me ha conmovido vuestra historia. Estoy muy sorprendida, yo no aguantaría ni un minuto viviendo en la calle. Sois unos campeones. Ojalá pudiera ir hasta Manila como el Papa. Rezaré por vosotros en el cole. Yo tengo un hermano sordo y ciego. No sabe decir palabras pero también le quiero y agradezco todo a Dios» (Esher, 11 años, Madrid).
«Somos dos hermanos que nacimos en España pero vivimos en Alemania. Pensaremos en vosotros y a partir de ahora rezaremos por vosotros. Sabemos que hemos encontrado un nuevo amigo en Manila. Y a través de nuestra oración unos por otros estaremos juntos. ¡Qué gran regalo de Dios!» (Miguel y Luis, 9 y 7 años, Alemania).
«La Navidad es un tiempo feliz, y debería serlo todavía más para todos los niños del mundo. A pesar de que parezcamos muy diferentes, somos todos parte de la misma familia, y el Niño Jesús siempre nos protege. Por eso tú y yo estamos unidos aunque estemos muy lejos el uno del otro. Así que espero que no estés triste. Sé todo lo feliz que puedas y piensa que hay gente pensando en ti. Con todo el cariño de tu amigo en la distancia» (Álvaro, 14 años, Sama de Langreo –Asturias–).
«Hola. Me llamo Susana, tengo 10 años. Soy de Valencia. Tengo un hermano. Estoy escribiendo para felicitarte la Navidad. Espero que te lo pases bien. En mi colegio estamos recogiendo comida para gente que no tiene, y también juguetes para que los niños se diviertan. Espero que tú también disfrutes» (Susana, 10 años, colegio Sagrada Familia –PJO–, Valencia).
«Me encanta la Navidad y espero que este año tu Navidad sea tan especial como la mía. En mi caso, este año no pasaré la Navidad con mi padre, ya que está de misión en Addis Abeba. Sin embargo, espero y deseo que pases una feliz Navidad especial con los que te quieren. ¡Viva Jesús en nuestros corazones!» (Carolina, 15 años, Valdemoro –Madrid–).
«Deseamos a todos los niños una feliz Navidad. Que lo paséis bien en vacaciones y tengáis algún regalo bonito. Y que Jesús os ilumine con su luz» (Sofía, Noah, Sheila, Aitana, Samuel, Manuel, Ana y Víctor; parroquia Nuestra Señora del Manto, Riaza –Segovia–).
«Si quieres que te dé un consejo que te puede ayudar, reza mucho cuando estés trabajando o haciendo cualquier otra cosa. Cuando estaba en 5º fui a Inglaterra, y estaba triste todo el rato. Lo que hacía era rezar, y me ayudó mucho. Espero que, si empiezas a rezar, tu vida mejore. Eres un niño muy fuerte, no te rindas. Cuando estés triste vuelve a leer esta carta. Feliz Navidad» (Casilda, 11 años, Aquinas American School, Pozuelo –Madrid–).