ONGs venezolanas creen que la FAO debe intervenir en la crisis alimentaria del país
«Vamos hacia la desnutrición crónica», denunció una fundación experta en alimentación en un acto organizado por Amnistía Internacional en el que también participó Cáritas
En algunas zonas de Venezuela, como los estados de Vargas, Miranda y Zulia, el 69 % de las familias han tenido que tomar medidas tan radicales frente a la crisis alimentaria como enviar a miembros de la familia a vivir con otras personas, adeudarse para comprar comida o pasar algún día entero sin comer.
En los casos más extremos, «estamos viendo casos de suicidio en madres o de violencia hacia infantes para acallar sus llantos por hambre». Este dato estremecedor lo reveló esta semana Maritza Landaeta, de la Fundación Bengoa para la Alimentación y la Nutrición, en un encuentro sobre la emergencia alimentaria en el país. Lo organizaba Acción Solidaria y Amnistía Internacional, y en él participaron representantes de diversas ONG.
En 2016, según datos que aportó Cáritas Venezuela, la mortalidad materna aumentó en un 65 %, y la infantil en un 35 %. Y es probable que el aumento continúe, pues el 68 % de los niños menores de 5 años de esta misma zona tiene desnutrición, en algunos casos severa. A esto se suma que a un 57 % de los hogares solo llegó agua tres horas a la semana o menos durante el último mes.
19,6 salarios mínimos para hacer la compra
«El Estado debe permitir la ayuda de organismos internacionales para mitigar la crisis y no llegar a la hambruna generalizada», afirmó Sergio Salvador, representante de Cáritas. El Estado –añadió– no puede por sí solo enfrentarse a la situación; le falta «musculatura».
La gravedad de la situación justificaría la intervención de «organismos enfocados a la alimentación, como la FAO», compartió Maritza Landaeta, de la Fundación Bengoa para la Alimentación y la Nutrición. Según la misma FAO, 4,6 de los 31,5 millones de venezolanos no consumen los alimentos necesarios.
«Las madres tienen que hacer magia para alimentar a sus hijos, pero esta magia tiene sus límites. La inflación ha hecho que sean necesarios 19,6 salarios mínimos para adquirir la canasta alimentaria». En muchos hogares solo se hace una o dos comidas diarias, y se han sustituido las proteínas por tubérculos, mucho menos nutritivos.
Los venezolanos han perdido una media de nueve kilos de peso desde que comenzó la crisis. «Vamos hacia la desnutrición crónica», predijo Landaeta. Los efectos de la desnutrición se pueden prolongar en el tiempo, además, pues cuando la padecen las mujeres embarazadas puede dejar secuelas en sus hijos.
El encuentro de ONGs tuvo lugar el miércoles, un día después de que la situación económica de Venezuela se agravara aún más cuando las agencias de calificación crediticia Standard & Poor’s (S&P) y Fitch declararon al país en suspensión parcial de pagos. También el miércoles, el Gobierno de Rusia dio un respiro al régimen de Nicolás Maduro al firmar un acuerdo para reestructurar y en gran medida retrasar el pago de los 3.150 millones de dólares de deuda que el país bolivariano.