Un Sínodo para el Amazonas
Los pobres y la defensa de la creación son ejes centrales del magisterio del Papa y de su estrategia de diálogo con el mundo
El Sínodo de los Obispos que anunció el domingo el Papa dedicado a la Amazonía será una puesta en práctica de la encíclica Laudato si. Los retos sociales y medioambientales se superponen en una región que Francisco calificó de «pulmón de capital importancia para nuestra tierra», y que se encuentra seriamente amenazada por un modelo de desarrollo depredador. Las amenazas las padecen en carne propia las poblaciones autóctonas, a menudo abandonadas por autoridades cómplices del saqueo de materias primas. Una muestra de la brutalidad desplegada la ofrece el dato de los 49 defensores del medioambiente asesinados en Brasil en 2016 –o de otros 37 en Colombia–, a los que hay que sumar incontables víctimas indígenas que no llegan a conocimiento del mundo exterior. Ese precio en sangre lo pagan también los misioneros, que junto a la defensa de la dignidad humana, llevan a cabo un importante esfuerzo de inculturación del Evangelio. Con el Sínodo de octubre de 2019, el Papa quiere fortalecer esta labor evangelizadora y proponerla como ejemplo para otras Iglesias locales.
A todo lo anterior hay que sumarle una exitosa experiencia de colaboración eclesial. En primera línea está la Red Eclesial Panamazómica (REPAM), lanzada por los obispos de América Latina en 2014. La REPAM aglutina a 9 Cáritas nacionales, a la Confederación de Religiosos de América Latina y el Caribe junto a otras organizaciones de Iglesia, bajo la presidencia el brasileño Cláudio Hummes, el cardenal que se sentó junto a Jorge Bergoglio en el cónclave y que, al susurrarle aquel «No te olvides de los pobres», le animó a elegir el nombre de Francisco. Desde entonces, el Papa ha hecho de los pobres y la defensa de la creación dos ejes centrales de su magisterio, y también de su estrategia de diálogo con el mundo, uniendo a los más variopintos actores internacionales bajo una misma causa común. La globalización hermana al planeta entero, para lo bueno y para lo malo. Y así, del mismo modo que las empresas españolas y nuestros hábitos de consumo son cómplices de la destrucción del Amazonas, también podemos ser parte de la solución adoptando estilos de vida más solidarios, sobrios y sostenibles.