Los cardenales Osoro y Omella sobre los abuelos
Precisamente con motivo de la fiesta de san Joaquín y santa Ana, el cardenal Osoro ha publicado una carta a los abuelos de la archidiócesis de Madrid para recordarles que «vuestros nietos necesitan escucharos y aprender de vosotros, pues vosotros les conectáis con la vida, con la historia y con la realidad, que nos antecede y que da razón de lo que somos cada uno de nosotros»; asimismo los abuelos «necesitáis de vuestros nietos, que, casi sin daros cuenta, os conectan con el presente y os abren y os proyectan al futuro, al tiempo que fundan vuestra esperanza de que otro mundo, nuevo y diferente, es posible». Pero esto sucederá «si de verdad se aprende de la historia vivida y contada por nuestros mayores, y si nadie se enroca en su tiempo como si ya no pudiera existir nada más».
El arzobispo de Madrid constata que si bien «vuestra responsabilidad con respecto a los nietos es otra y muy distinta a la de ser padres», «no es por ello menos importante y trascendente para la educación y el desarrollo de las nuevas generaciones», porque la historia «es común para todos, nos trasciende a todos y todos hemos de aportar nuestro granito de arena».
El purpurado pone el acento en «una cuestión tan importante como la transmisión de la fe». En este terreno, «vuestra tarea de abuelos no es, en ningún caso, suplantar a los padres, pero sí que ha de ser complementaria y en algunos casos podríamos decir que hasta supletoria». Y así aconseja que «no es cuestión de hablar mucho y de estar en todas partes, sino de decir las palabras oportunas y a su tiempo», y de hacerse presentes «allí donde y cuando seáis necesarios, discreta y eficazmente. La siembra evangélica, hecha con ese espíritu, Dios la bendice siempre y la hace fructificar abundantemente».
¿Quién no recuerda a sus abuelos?
Por su parte, el cardenal Juan José Omella, arzobispo de Barcelona, señala en otra carta: «¿Quién no recuerda a sus abuelos? Hasta hace poco, ellos desarrollaban un papel importante en la vida y en el crecimiento de la familia. Incluso en edad avanzada, vivían con sus hijos, nietos y a veces también bisnietos. Eran los testimonios de una historia personal y comunitaria que se hacía presente en sus recuerdos y en su sabiduría».
Sin embargo, en la actualidad, la situación de los abuelos «se ha visto afectada por los cambios que se están produciendo en la vida de las familias. Los ancianos, a menudo, se sienten o son considerados como una carga para la familia, hecho que les lleva a vivir solos o en residencias. A veces, ante separaciones conyugales especialmente conflictivas, incluso se llega a impedir a los ancianos mantener la relación con sus nietos, y no son pocos los abuelos que sufren por este hecho», lamenta Omella.
Por el contrario, los abuelos son «un tesoro que deberían disfrutar las nuevas generaciones; ellos son los grandes transmisores de la fe a sus nietos. ¡Cuántos cristianos y cristianas han recibido la fe gracias al testimonio y al anuncio de sus abuelos!». Y concluye recordando que en su estancia como misionero en África le impresionó «el gran respeto a los abuelos que tenían muchas de esas culturas. Miremos de no perder este valor también tan nuestro».