Un servicio a los pobres... y a los que donan
«Todos estos años se me han pasado como un suspiro, y me da mucha alegría pensar que he vivido bien mi vida, en una tarea tan noble». Quien así habla es la hija de la Caridad Josefina Salvo Salanova. A sus 84 años, esta religiosa lleva en Cáritas Madrid desde 1960, encargada de la publicación en ABC de la Hoja de la Caridad, que este año cumple 60 años de vida. En estas seis décadas, la Hoja ha dado respuesta a 68.680 casos: 68.680 familias y personas que han salido adelante gracias a la sensibilidad de un número incontable de donantes.
Cada Hoja de la Caridad publica las necesidades concretas de alguna persona en dificultad, con la cantidad exacta que precisa para pagar el recibo de la luz, parar un desahucio, comprar las gafas de un niño o colocar una prótesis para alguien con una pierna amputada. «Es una oportunidad que ofrecemos a la gente para participar en la ayuda de los más necesitados. Nosotros hacemos solo el trabajo técnico, ponemos en contacto las necesidades de unos con la buena voluntad de otros», asegura sor Josefina.
El 9 de junio de 1957 nació la Hoja de la Caridad, para «solucionar, con cierta celeridad, una necesidad concreta; formar e informar al público de las necesidades reales que sufren personas cercanas a nosotros; y emplear con eficacia los recursos que los donantes de buena voluntad quieran destinar». Con sor Josefina Salvo (en la foto) al frente, cada primer domingo de mes, la Hoja de la Caridad se publica en la edición de Madrid de ABC con cerca de 20 casos, con necesidades que van desde el pago de una lavadora hasta el pago de una prótesis. Son familias y personas acogidas desde la red de Cáritas Madrid, que, en su proceso de acompañamiento, necesitan superar situaciones puntuales. Para colaborar: caritasmadrid.org/casos; Tel. 91 548 95 80; o en la calle Martín de los Heros, 21.
La oportunidad de ser mejor persona
La Hoja de la Caridad «es un servicio al pobre, pero también es un servicio al donante, porque le damos la oportunidad de ser mejor. Así lo veo yo: alguien que ha hecho algo por los demás es mejor persona», afirma la religiosa, que constata que «muchos se deciden a colaborar tras conocer una necesidad por la que ellos mismos han pasado en algún momento, como un matrimonio que se decidió a ayudar a un niño con una lesión ocular, después de que uno de sus hijos pasara por lo mismo tras un accidente».
En otras ocasiones, hay gente que se une, por ejemplo compañeros de oficina, para cubrir casos más grandes. Otros destinan parte de su paga extra para alguno de los casos que se publican. Sor Josefina recuerda especialmente «un dinero, para mí el más sagrado, de un donativo que nos llegó con unas cifras raras. Descubrimos que procedía de una persona que había estado en paro y que había recibido la ayuda de Cáritas, y que tras encontrar trabajo dio su primer sueldo para la Hoja de la Caridad».
También ha habido niños que han querido dar sus regalos de Primera Comunión a la Hoja de la Caridad, y matrimonios que han hecho donativos por sus bodas de oro y de plata, y parejas que al casarse han renunciado a tener una boda con mucho fasto para poder ayudar a otros… Muchas veces se ha presentado el mismo domingo de la publicación alguien con un donativo para un caso que acababa de leer en el periódico.
Durante muchos años, la hoja fue quincenal, y en la actualidad se publica el primer domingo de mes. Siempre se conserva el anonimato del beneficiado y nunca se pone en contacto al donante con quien recibe el donativo.
Un termómetro de Madrid
En los últimos años, por la hoja han pasado hipotecas sin pagar, paro, desahucios…, «pero nosotros no queremos dar noticia de que hay problemas, eso ya lo sabe todo el mundo. Nosotros queremos poner un rostro a esos problemas, antes de que se conviertan en una mera estadística. Queremos mostrar cómo vive la persona y la familia su problema particular», dice sor Josefina.
Además, no se busca resolver la situación completa de la persona, sino dar el primer empujón que la ayude a salir adelante, y cada caso llega con un riguroso proceso de acompañamiento realizado desde la propia Cáritas.
En estos 60 años «siempre se han cubierto todas las demandas. Todos los casos se cubren, y los que no salen también, porque tenemos unos casos de reserva que también se cubren gracias a los donativos que nos hacen. Es que si no…, ¡ya me habrían echado!», dice sor Josefina entre risas.
La hoja es un termómetro de los problemas por los que pasa la sociedad, pero también es un termómetro del corazón de Madrid, que no se cierra ante las necesidades de muchos semejantes. «A lo largo de los años me he dado cuenta de que la hoja es una pequeña esperanza para aquellas personas que lo están pasando mal. Hay gente que va sobreviviendo como puede durante muchos meses pero llega a un punto en que no puede seguir adelante, porque hay economías flojitas. Entonces saben que van a tener a Cáritas para ayudarlos en el empujón que necesitan. Saben que no están solos».
Si sor Josefina lleva en Cáritas desde hace casi 60 años, Luis Hernández Vozmediano lleva casi toda su vida vinculado a la institución. El nuevo director de Cáritas Madrid –toma posesión del cargo este domingo, en la Misa de la fiesta del Corpus Christi en la catedral de la Almudena– afirma que «he sido socio colaborador casi desde que terminé la carrera y empecé a tener ingresos». Más tarde, cuando se lo permitieron sus obligaciones profesionales, comenzó a asistir como voluntario, gracias a la invitación de un amigo, al centro de información y acogida CEDIA 24 Horas, «para hacer las labores que hicieran falta»; y desde hace dos años acude con otros matrimonios a la residencia de Nuestra Señora de Valvanera. Este ingeniero aeronáutico, casado y padre de tres hijos, con siete nietos, vinculado a la Comunidad de Grupos Católicos Loyola reconoce que «al terminar mi vida profesional más absorbente, mi deseo era devolver a la sociedad algo de lo mucho que me ha dado y poner a disposición del que lo necesitara las habilidades que poco a poco he ido desarrollando a lo largo de los años».
De estas experiencias como voluntario, el nuevo director de Cáritas Madrid destaca «el trato con las personas, tanto de Valvanera como de CEDIA, que ha sido increíble; empezando por los profesionales y voluntarios que allí colaboran, que son un ejemplo de abnegación, cariño, delicadeza, cercanía y profesionalidad con todos los que pasan por allí».
Afirma también que, «en mi caso, tú te aproximas a una realidad pensando que vas a ayudar y lo que ocurre es que esa realidad te transforma, te hace mejor persona, te hace consciente que todos somos hijos de un mismo Padre».
Para Luis, Hernández su labor como voluntario «hizo que se pinchara la burbuja donde vivía y que empezara a ablandarse el corazón de piedra para transformarse en un corazón de carne, algo que le he pedido a Dios con insistencia durante muchos años». Por eso hoy se siente «profundamente agradecido por haber tenido la oportunidad de tomar contacto con la realidad de estas personas, tan alejada del mundo en el que me movía habitualmente».