Cada ser humano, tiene sus acentos y peculiaridades. Más, frente a todo integrismo e ideologización de la fe –que contrapone o enfrenta a los unos contra los otros–, quien lea, estudie e investigue bien las enseñanzas del Papa Francisco verá que sigue y actualiza claramente la tradición de la fe e iglesia. Por ejemplo, a Tomás de Aquino y San Juan Pablo II que son muy citados y queridos por Francisco o, de forma similar, a Benedicto XVI. Como los anteriores Papas, Francisco no acepta el relativismo e individualismo moral que él mismo crítica y rechaza de forma nítida (cf. EG 61), por ejemplo, en el ámbito de la familia (cf. AL 33). Por tanto, en la línea de la tradición y enseñanza de la iglesia, Francisco enseña los valores y principios firmes, permanentes y universales (cf. LS 122-123). En este sentido, en la línea de la tradición y magisterio de la iglesia con el Papa Juan Pablo II (cf. VS 51-53), Francisco se basa en la ley natural, en la naturaleza humana. Con la antropología integral y sus constitutivas dimensiones, con los valores-principios que constituyen a la persona y que es necesario respetar, asegurar.
Tal como es en el ámbito del cuerpo, sexualidad y matrimonio que como enseña Francisco (cf. LS 155; AL 72, 56, 285) se realiza en la complementariedad, amor y fidelidad entre un hombre y una mujer abierto a la vida, a los hijos. De esta forma, junto a los otros Papas, Francisco presenta con toda claridad esos principios y claves para el significado del matrimonio y familia (cf. AL 292, 307). Más, frente a la familia burguesa e individualista, es un matrimonio y familia que experimenta «la fuerza del amor, sabe que ese amor está llamado a sanar las heridas de los abandonados, a instaurar la cultura del encuentro, a luchar por la justicia». Con una opción de solidaridad liberadora con los más pobres u oprimidos donde se encuentra presente, como sacramento, Jesús Pobre y Crucificado (cf. AL 183). Como nos muestra, en esta línea, Juan Pablo II (cf. FC 21, 37) que presenta este carácter humanizador, social, público y político del matrimonio, escuela de sociabilidad y de virtudes cívicas. En la promoción de un matrimonio y familia católica militante en el compromiso responsable por el bien común, por una sociedad, mundo y orden internacional más solidario y justo. Con la opción por los pobres (cf. FC 47-48) que lucha contra las desigualdades, estructuras de pecado e injusticias mundiales (cf. FC 9).
Lo que el magisterio de la iglesia, con los Papas como Francisco, también rechazan es el rigorismo, fundamentalismo e integrismo-moral. Como es, por ejemplo, el no comprender y acompañar a las personas con sus circunstancias, fragilidades o límites y sus procesos de desarrollo y maduración, humana, moral y espiritual… Siguiendo a San Juan Pablo II que proponía la llamada «ley de gradualidad» con la conciencia de que el ser humano «conoce, ama y realiza el bien moral según diversas etapas de crecimiento» (FC 34; cf. FC 9; AL 295). Con un discernimiento y práctica real de los valores en la realidad, condiciones o circunstancias concretas. Y en la primacía de la caridad y de la misericordia, de la vida y dignidad de la persona que son valores o virtudes decisivas. Como afirma igualmente el Papa Juan Pablo II (cf. VS 59). En donde es decisiva ese sagrario que es la conciencia personal, recta y formada de cada ser humano con esta clave del amor misericordioso. Tal como enseñan el Papa Francisco y Juan Pablo II (cf. VS 62) siguiendo el pasaje memorable del Vaticano II (cf. GS 16).
En el surco de la moral de la iglesia y de Juan Pablo II (cf. EV), continúa el Papa Francisco afirmando con claridad una bioética global e integral (cf. LS 117, 120). La fe e iglesia, con los Papas, enseñan toda esta ética global que promueve la vida de las personas en todas sus fases y dimensiones constitutivas. Desde el inicio de la vida en el momento de la fecundación-concepción, en el que como nos muestra la ciencia ya hay vida humana, hasta la muerte. De esta forma, como nos transmite el Papa Francisco, la fe e iglesia con la ética al igual que está en contra del aborto y eutanasia, se opone también a la pena de muerte y a la guerra. Tal como nos enseña claramente Juan Pablo II (cf. EV 26, 56). Con una posición avanzada, firme que es esta defensa de la vida y dignidad de las personas en todo estadio, dimensión y realidad.
Como nos enseñan las ciencias sociales y la teología moral con la doctrina social de la iglesia (DSI), los Papas Franciscos y Juan Pablo II nos muestran un mundo cada vez más globalizado, que está sometido a imperialismos internacionales. Con relaciones y estructuras mundiales de pecado e injustas que causan las problemáticas conflictos, violencias, guerras y opresiones (cf. EG 59; SRS 22, 36-38). Frente a lo anterior, en el capítulo IV de la EG, citando a los Papas como Juan Pablo II (SRS) y al Papa Benedicto XVI, Francisco nos muestra que la fe e iglesia con su moral y DSI se comprende y vive desde la opción por los pobres. La iglesia y los Papas enseñan que la moral se realiza en el amor-caridad, solidaridad y justicia con los pobres. Con su inherente carácter social, público que transforma las relaciones inhumanas, las estructuras sociales de pecado, los sistemas políticos y económicos perversos. Es la «caridad política» que es constitutiva para la fe, como nos transmite la teología y la iglesia con los Papas (cf. LS 231; SRS 40).
Al igual que Juan Pablo II (cf. VS 99-101), el Papa Francisco subraya los valores y principios esenciales de la moral social (DSI). Como es la caridad política y la justicia social, la solidaridad y la paz, la vida digna, el bien común y la opción por los pobres (cf. LS 159, 228-231). El destino universal de los bienes con equidad, la justa distribución de los recursos, que tiene la prioridad sobre el derecho secundario de la propiedad. La pobreza evangélica, solidaria y liberadora del ídolo del tener, poseer, codicia y riqueza-ser rico (cf. LS 93-95). Como enseña asimismo El Vaticano II (cf. GS 69) y Juan Pablo II (cf. SRS 31; LE 14). La «T» del trabajo – con las otras 2 «T» (Tierra y Techo)–, la dignidad del trabajador, que está antes que el capital (cf. LS 124-129), por encima del mercado y del beneficio. Todo ello frente al liberalismo con el capitalismo. Como nos transmite Juan Pablo II (cf. LE 6-7, 12-13). Estos principios y valores, que son claros y claves en la DSI, sustentan el desarrollo humano e integral, como había enseñado ya Pablo VI en PP. Y es en lo que se basa y profundiza Francisco, para promover una ecología integral con el cuidado de las personas y de la vida, la justicia social-global con los pobres y ambiental con esa casa común que es el planeta. En la línea de la enseñanza ecológica de los otros Papas como Juan Pablo II (RH 15; SRS 34; CA 52) y Benedicto XVI en CV.
Como se observa, la DSI con los Papas como Francisco y Juan Pablo II es crítica con los sistemas e ideologías que han dominado. Como son el liberalismo economicista o neoliberalismo con el capitalismo y el comunismo colectivista o colectivismo (cf. SRS 21) que, en realidad, no es más que un capitalismo de estado (cf. CA 35). Y aunque el capitalismo sea el que domina actualmente, Juan Pablo II no lo acepta como vencedor ni como alternativa (cf. CA 35). Ya que el capitalismo es inhumano e injusto: impone las cosas y el capital sobre las personas, por encima de los trabajadores y margina a los pobres como sigue subrayando Juan Pablo II (cf. CA 34; LE 7, 13). Al igual que nos enseñan Benedicto XVI (Aparecida 4) y Francisco (EEC, 04-02-17; DMP). De ahí que, como nos continúa mostrando Juan Pablo II, lo moral sea luchar contra el sistema capitalista (cf. CA 35). En este sentido, los Papas nos muestran que si realmente queremos erradicar toda violencia y guerra, en la búsqueda de la paz, hay que promover la solidaridad, la justicia y los derechos humanos frente a toda guerra que es injusta e inmoral (CA 52; EG 62).