Juana de Arco, mística y política
El 13 de mayo se celebra en Francia la fiesta nacional de santa Juana de Arco, y los obispos han concentrado en este día los actos centrales de la celebración del VI centenario de la Patrona de la nación. El reto fundamental que se ha marcado la Iglesia en Francia es catequizar sobre la figura de la santa, a menudo tergiversada por motivaciones políticas, sobre todo en un año electoral como éste. Su muerte en la hoguera —dice el Papa Benedicto XVI— «es una página conmovedora de la historia de la santidad». Además, el Santo Padre la ha presentado como modelo para los políticos
En este año de elecciones en Francia, el calendario ha deparado una inesperada coincidencia: la Iglesia en el país celebra el sexto centenario del nacimiento de Juana de Arco, santa Patrona quemada viva, por brujería, a los 19 años, en 1431. Las celebraciones están teniendo lugar en varias diócesis, en particular, en las más ligadas a la biografía de la Doncella: la de Saint-Dié, donde se encuentra su pueblo natal, Domrémy, así como las de Orleans y Ruan. El próximo 13 de mayo, el cardenal Vingt-Trois, arzobispo de París y Presidente de la Conferencia Episcopal Francesa, presidirá una gran Eucaristía en Domrémy, en un día en el que se espera gran afluencia de peregrinos, particularmente jóvenes. Pero no terminarán ese día las celebraciones: el 2 de junio, uno de los colaboradores de Benedicto XVI, el cardenal Jean-Louis Tauran, presidente del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso, pronunciará un esperado panegírico, precisamente en Ruan, lugar de la ejecución de Juana de Arco.
¿Qué es lo que busca la Iglesia con el recuerdo de esta joven mística y política, cuyo nombre es citado en varias ocasiones por el Catecismo de la Iglesia católica? Monseñor Jean-Paul Mathieu, obispo de Saint-Dié, en plena campaña electoral, ya había despejado dudas, cuando a inicios de este año Nicolas Sarkozy y la ultranacionalista Marine Le Pen se disputaban la herencia espiritual de la santa.
Monseñor Mathieu aclara: «Es muy común, y desde hace mucho tiempo, el hecho de que Juana de Arco suscite interés en las corrientes políticas, o corrientes de opinión, sean las que sean. Es un icono de un cierto patriotismo, incluso de un cierto nacionalismo. El que interese a muchas personas no es algo malo, todo depende del uso que se haga. Estas celebraciones son la oportunidad para recordar que el testimonio de Juana de Arco ofrece un mensaje: el de una joven con las fragilidades de su edad, pero arraigada en su tierra y en su fe».
Amor heroico a Jesús y a la Iglesia
En la interminable Guerra de los cien años entre los pueblos hermanos cristianos de Francia e Inglaterra, Juana comenzó, a los 17 años, una auténtica obra de liberación de su pueblo, conmovida ante los sufrimientos de los más inocentes. Aun siendo analfabeta, el 22 de marzo de 1429 dicta una carta al rey de Inglaterra y a sus hombres que asedian la ciudad de Orleans para proponerles una verdadera paz, haciendo justicia a los dos pueblos. La propuesta es rechazada, y Juana se convierte en paladín de la lucha por la liberación de la ciudad, que tiene lugar el 8 de mayo.
Pero el 23 de mayo de 1430 cae prisionera en las manos de sus enemigos, que organizaron un largo proceso de condena que acabaría llevándola a la hoguera, con la complicidad de eclesiásticos y teólogos franceses, favorables del campo adversario. Como aclaró Benedicto XVI en una intervención dedicada a la joven francesa, el 26 de enero de 2011, en ese proceso puede descubrirse la auténtica grandeza de Juana de Arco: «Es una página conmovedora de la historia de la santidad y también una página iluminadora sobre el misterio de la Iglesia, que, según las palabras del Concilio Vaticano II, es al mismo tiempo santa y siempre necesitada de purificación».
Casi 25 años más tarde, el Papa español Calixto III promovió un proceso de rehabilitación con el que declaró nula la condena a muerte de Juana. Este largo proceso, que recoge la declaración de testigos y juicios de muchos teólogos, pone de relieve su inocencia y su fidelidad a la Iglesia. Sería canonizada en 1920.
Como explicaba Benedicto XVI, al recoger la herencia espiritual de Juana, «en Jesús contempla también la realidad de la Iglesia». Según las palabras de la santa, «es un todo Nuestro Señor y la Iglesia». Esta afirmación, recogida por el Catecismo de la Iglesia católica, «tiene un carácter verdaderamente heroico en el contexto del Proceso de condena, frente a sus jueces, hombres de la Iglesia, que la persiguieron y la condenaron. En el amor de Jesús, Juana encontró la fuerza para amar a la Iglesia hasta el fin, incluso en el momento de la condena».
Al mismo tiempo, Benedicto XVI presenta a Juana como ejemplo para los políticos del siglo XXI. «La liberación de su pueblo es una obra de justicia humana, que Juana cumple en la caridad, por amor a Jesús -explica el Papa-. El suyo es un hermoso ejemplo de santidad para los laicos que trabajan en la vida política, sobre todo en las situaciones más difíciles».
El obispo de su pueblo natal, monseñor Mathieu, ha redactado una conmovedora carta abierta a Juana de Arco, en la que le pide que ayude a los jóvenes de hoy a comprender que la Iglesia, «si bien tiene debilidades e infidelidades, está a su lado, y pueden y deben escuchar su voz, seguros de que el Espíritu está junto a cada uno de sus fieles».