Juan José Omella: un cardenal «al servicio del pueblo»
En sociedades crecientemente plurales como la de Barcelona –dice el neocardenal Juan José Omella– la Iglesia está llamada a «crear lazos de unión y fraternidad»
«Enhorabuena, cardenal». Juan José Omella (Cretas –Teruel–, 1946) pensó que se trataba de una broma de su amigo el arzobispo de Pamplona y Tudela, monseñor Francisco Pérez, que desde la plaza de San Pedro acababa de escuchar el sorpresivo anuncio del consistorio cardenalicio del 28 de junio. El arzobispo de Barcelona se encontraba bendiciendo un local de Cáritas en una parroquia de L’Hospitalet de Llobregat. Por la tarde le esperaban en la prisión de Can Brians I. Hasta las nueve de la noche no volvió a su casa.
El neocardenal está decidido a no alterar su agenda para desesperación de sus colaboradores, obligados a despachar con él entre acto y acto los asuntos relacionados con el nombramiento. En uno de esos huecos atiende a Alfa y Omega, presentando de entrada la decisión del Papa como una distinción a la diócesis de Barcelona. Cuando se le hace notar que, más que la sede, el perfil de los cinco elegidos sugiere que Francisco ha tenido en cuenta el estilo pastoral, Omella responde despejando balones: «Pues es posible, pero yo hago también otra lectura: de alguna manera el Papa está haciendo una mirada hacia las periferias, al nombrar al obispo auxiliar de San Salvador, al de Bamako en Malí… ¿Y Barcelona es periferia? Pues un poco sí, en el sentido (hay que vivir en Barcelona para verlo) de que aquí confluyen muchas culturas, muchas religiones… Yo hago esa lectura de las periferias que existen dentro de algunas grandes ciudades».
Espíritu de concordia
En esa ciudad plural, donde «ha ido creciendo la presencia de otras culturas y religiones», monseñor Omella afirma que la Iglesia debe «crear lazos de unión y fraternidad. Es lo que nos está enseñando el Papa. Con sus viajes a lugares como El Cairo o la República Centroafricana, nos está diciendo: “Vivan en fraternidad, tienen distinta manera de pensar, pero convivan, y hagan una ciudad diversa pero fraterna”».
Ese espíritu de concordia va unido en monseñor Omella a una marcada sensibilidad social, a una aguda inteligencia política y a un carácter siempre cercano y afable, rasgos que explican por qué el Papa le consideró la persona idónea en 2015 para regir la archidiócesis de Barcelona, capital de una Cataluña en plena efervescencia política. El prelado insiste en la «necesidad de diálogo», de «escucharse los unos a los otros», y superar «la confrontación», consciente de que «entre nosotros hay muchas sensibilidades».
Cercanía al Papa Francisco
El arzobispo de Barcelona es considerado uno de los obispos españoles más cercanos al Papa Francisco, con quien comparte un mismo talante pastoral. Siendo todavía obispo de Calahorra y La Calzada-Logroño, Francisco le nombró en noviembre de 2014 miembro de la Congregación para los Obispos, el dicasterio encargado de proponer al Papa los nombramientos episcopales.
Eso le permite hacerse cierta idea de lo que le depara un futuro en el que habrá seguramente muchos más viajes a Roma. «No sé lo que me pedirá concretamente el Papa como cardenal», dice. «De lo que sí puedo hablar es del trabajo en la Congregación que me encargó ya hace dos años. Todos los que formamos parte de ese equipo somos muy conscientes de nuestra gran responsabilidad y trabajamos muy a gusto y en comunión, respetando la libertad y las opiniones de los demás. El Papa contribuye a crear esa sintonía y esos lazos de comunión a su alrededor», asegura.
La misma fraternidad –dice– se respira también dentro de la Conferencia Episcopal Española. «Cada uno tiene su matiz, somos distintos, pero tenemos una cosa común que nos identifica y nos hace trabajar en comunión: una misma fe. Somos todos obispos al servicio del pueblo y compartimos un deseo enorme de servir al bien común de la sociedad».
En la Conferencia Episcopal, el arzobispo de Barcelona es en la actualidad miembro del Comité Ejecutivo y, entre otros cargos, ha sido presidente de la Comisión de Pastoral Social y consiliario de Manos Unidas. Fue el principal artífice de la instrucción pastoral Iglesia, servidora de los pobres, aprobada en 2015.
El nombramiento de Juan José Omella se produce menos de un mes después de que su predecesor, el arzobispo emérito Lluís Martínez Sistach, cumpliera 80 años y perdiera, por tanto, su condición de cardenal elector. Con monseñor Omella volverá a haber cuatro españoles electores en un eventual cónclave, junto al arzobispo de Valencia (Antonio Cañizares) y los de Valladolid (Ricardo Blázquez) y Madrid (Carlos Osoro).
En lo que respecta a la archidiócesis de Barcelona, Omella adelantó el lunes que será necesaria una restructuración. A la espera de confirmarse si su auxiliar, Sebastià Taltavull, será nombrado definitivamente obispo de Mallorca (en la actualidad, es administrador apostólico), el arzobispo ha solicitado al Papa dos obispos auxiliares.