Familia Soler, en misión en Guatemala: «Dios provee, pero primero nos provee a Jesucristo»
«No tengáis miedo», «paz a vosotros», son las frases que más se repiten en los relatos de la Resurrección. La confianza y la paz acompañan a los que han experimentado a Jesucristo vivo y resucitado, a los que se fían de la Providencia
Cuando Miguel Soler tenía 16 años, marchó a Perú con sus padres, enviados en misión ad gentes por el Camino Neocatecumenal. Años más tarde, con su mujer y nueve hijos –hoy tienen once, de 4 a 23 años–, pasaron ocho años en misión en Guatemala. No lo tuvieron fácil en el terreno económico, ni al ir ni al volver, pero «no nos ha faltado nunca nada».
«Hemos comprobado que la Palabra del Señor se cumple. Si tú pones en manos del Señor tu vida, si te abres a la vida y recibes a los hijos como un don suyo, Él no te abandona», afirma Miguel.
Estando en Guatemala, «llegó un día en que no teníamos ni un céntimo, ni siquiera para comer, se nos había acabado todo, yo aún no había conseguido un trabajo. Pero de repente sonó el timbre y fuimos a abrir. Allí no había nadie, pero alguien había dejado un sobre frente a la puerta; dentro había dinero como para vivir dos meses».
En otra ocasión se encontraron otro sobre con dinero en el buzón; otras veces tuvieron que acudir a Cáritas diocesana; o les llegó dinero de su propia comunidad. «Hemos tenido la experiencia de poder vivir la comunión de los santos que profesamos en el credo, en momentos de precariedad, porque el Señor ha movido el corazón de la gente y nos ha ayudado de manera anónima, y nunca nos ha faltado nada».
Miguel se buscó la vida en Guatemala y hubo temporadas en las que tuvo trabajo; otras no, pero «el Señor siempre te va ayudando, Él se las apaña, en infinidad de situaciones. Dios provee, pero lo primero que provee para nosotros es a Jesucristo; nos ayuda a nivel material, pero lo principal es que nos ha permitido encontrarnos con Jesucristo en la Iglesia».
Para esta familia, «la Providencia se manifiesta también en la vida de comunidad que tenemos, donde nos ayudamos y oramos los unos por los otros, como las comunidades que recogen los Hechos de los Apóstoles, que ponían en común sus bienes como consecuencia de su fe».
Hoy, ya de vuelta España, «con una familia grande y un sueldo mediano», siguen viviendo así. «Dificultades no nos faltan y no siempre tenemos lo que quisiéramos, pero Dios siempre provee». Por ejemplo, «no tenemos dinero para irnos de vacaciones, pero cada año llega alguien que te invita a algún sitio con la familia». En todo este recorrido han descubierto que «abriendo nuestra vida al Señor, Él te da el ciento por uno, es infalible».
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