Cuando un paciente nos pide morir... - Alfa y Omega

Cuando un paciente nos pide morir...

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo
Foto: REUTERS/Nacho Doce

«Hay quien dice que la eutanasia es un cuidado paliativo más, y no es verdad. Pero tampoco es una postura adecuada desde el ámbito provida colocarnos de manera ideológica ante la eutanasia, porque la cuestión que tratar es el sufrimiento del paciente, y ahí las ideologías desaparecen», explica el doctor Carlos Centeno, de la Universidad de Navarra, que este fin de semana responderá a la cuestión: ¿Qué pasa si un paciente nos pide morir? en el Congreso Nacional Provida que se celebra en Pamplona.

En primer lugar, como profesional, la respuesta ha de venir desde un nivel clínico, «cómo ayudamos a ese paciente que está sufriendo y nos pide morir. A esa persona no le ayuda nada decirle simplemente: “Yo eso no lo hago”. Hay que ver qué hay detrás de esa petición, por qué la persona pide morir». De ahí que lo primero a hacer es repasar la situación clínica, emocional y social y existencial del paciente, hay que revisar cómo le afectan cuestiones como su medicación, su estado de ánimo, su control de dolor, el soporte que tiene la familia… De este modo aclara que «cuando alguien te dice: “Yo no quiero vivir”, muchas veces quieren decir: “Yo no quiero vivir… así”. Si dice eso es porque experimenta algo tremendo, a veces dramático». Y ese algo «muchas veces es un descontrol de síntomas que hay que mejorar. A veces se puede querer morir porque no hemos tratado bien el dolor, porque está agotado por no descansar o porque no hemos dado el alivio conveniente a un malestar constante. Una vez controlado eso, el paciente es otro».

En otras ocasiones «puede haber un componente importante de depresión, que es algo que nos puede pasar a todos, y que también tiene un tratamiento médico». Otras veces es el aislamiento, la soledad o la falta de sentido, que se notan aun teniendo controlados los síntomas. En estos casos la medicina tiene que proponer soluciones a través de nuevas psicoterapias u ofreciendo modelos de atención que cubran necesidades sociales. «Y, en más raras ocasiones, también podremos encontrarnos con un Ramón Sampedro, con personas que desean decidir el momento de su muerte». En esos casos, «lo primero que tiene que haber es un respeto enorme hacia su sistema de valores», pero posibilitarle al mismo tiempo «un contexto de actuación que le pueda aliviar el sufrimiento o el dolor, y en el que mi conciencia como médico no se vea forzada. Esa persona puede pedir morir, pero a la vez, siempre desde el respeto, sabe que hay algunas cosas que podremos darle y otras que no. Decirle delicadamente y con los hechos: “Yo hago y haré por ti todo lo que pueda porque soy tu médico, pero entiende que me estás pidiendo que deje de ser médico”».

Sedación no es en sí eutanasia

Carlos aclara que «sedación no es en sí un sinónimo de eutanasia. Sedar sirve para que un paciente esté más tranquilo, menos agitado o pueda dormir. Calibrar la dosis de sedante es también medicina, incluso para privar de la conciencia si el médico considera que existe un sufrimiento intolerable que no se puede aliviar de otro modo». Pero simultáneamente hay más pasos que dar. Carlos tiene la experiencia de que «a veces sentarte a escuchar y tratar de comprender el sufrimiento del paciente ya supone un alivio para él», y menciona en este sentido un estudio reciente de la Universidad de Harvard que demuestra que simplemente conversar sobre la enfermedad, el pronóstico y los planes de cuidado con el profesional de la medicina reduce de manera considerable la angustia del enfermo.

Por este motivo, lamenta que hoy «estamos formando médicos y enfermeros que no han cultivado suficientemente el sentido de la compasión. Hace falta no solo pericia profesional, sino también comprensión. Ante el sufrimiento existencial de los pacientes, la medicina tiene que avanzar y trabajar para preservar la dignidad con en el trato personal esmerado y la conversación en profundidad con el paciente. No podemos simplemente lanzarnos de cabeza contra la eutanasia, hay que mejorar el modo de atender a quien está al final de su vida», y crear también «un sistema de protección que permita cuidar las familias. ¿Por qué no es posible cogerte una baja para cuidar a tu padre enfermo, como se hace en otros países?».

Carlos Centeno es director de la Unidad de Medicina Paliativa de la Clínica Universidad de Navarra. Este fin de semana participa en el Congreso Nacional Provida que se celebra en Pamplona. «Para mí los cuidados paliativos contienen la esencia de la medicina. A curar nos apuntamos todos, pero cuando no se puede curar, aliviar es una forma preciosa de hacer medicina».