El ángel de la frontera de los inmigrantes - Alfa y Omega

El ángel de la frontera de los inmigrantes

El auge de la xenofobia en EE. UU. se ha visto compensado por un aumento de la solidaridad hacia los inmigrantes

Ricardo Benjumea
Enrique Morones

Enrique Morones nunca pensó en fundar un gran movimiento nacional en EE. UU. cuando en 1986 comenzó a repartir ayudas a los inmigrantes en las barrancas de San Diego (California). En 1994, al comenzarse la construcción del muro en la frontera con México, decidió hacer algo por quienes se jugaban la vida atravesando el desierto para sortear la vigilancia. Su método era depositar agua y víveres en el camino. En 2001 contaba ya con unos 30 voluntarios. El salto cualitativo se produjo a raíz de una entrevista ese año en un popular programa de televisión de Miami. El presentador le llamó «el ángel de la frontera». Eso dio nombre a su movimiento (Border Angels) y de paso le facilitó el reclutamiento de los 5.000 voluntarios con que cuenta hoy la organización.

Morones se convirtió en el enemigo número uno de los Minutemen, voluntarios civiles armados que patrullan las fronteras a la búsqueda de ilegales para entregárselos a la policía. Tuvo que empezar a llevar escolta después de organizar seguimientos a estos cazainmigrantes con vehículos dedicados a armar escándalo para alertar a los migrantes del peligro.

En 2006, lo que iba a ser una pequeña caravana por todo el país contra la xenofobia logró sacar a la calle a 3,5 millones de personas en 40 ciudades. «Sobre todo nos interesan los jóvenes», dice Morones. Ángeles de la Frontera organiza encuentros entre chicos norteamericanos y migrantes para derribar prejuicios. También recibe en California a escuelas de todo el país, muchas de ellas cristianas, pero también judías. De aquí a un mes hay concertadas unas 40. La actividad estrella es una visita al Panteón de los no olvidados, donde están enterrados unos 500 migrantes no identificados. Los chicos rezan por ellos y colocan cruces (o piedras) en sus tumbas.

Enrique Morones visita estos días España para apoyar la Campaña NoViolencia2018, con la que colabora desde hace cinco años, especialmente con la iniciativa de poner cruces en las playas para recordar a los migrantes ahogados en el Mediterráneo. «Es un momento peligroso», dice. «Desde que Trump comenzó a subir en las encuestas, muchos se creen legitimados para agredir a los migrantes». Y también hay signos preocupantes a este lado del Atlántico. «La colaboración entre nosotros es más necesaria que nunca».