Nos mira el Señor - Alfa y Omega

Nos mira el Señor

Abogado de pobres, periodista, político y diputado, mediador para el intercambio de prisioneros en la guerra carlista…, y sobre todo místico, porque Luis de Trelles, fundador de la Adoración Nocturna Española, de quien el Papa acaba de aprobar las virtudes heroicas, sacaba las fuerzas de la Eucaristía

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo

«La Adoración es amor. ¡Con qué miramiento, con qué veneración, con qué afecto debemos nosotros hacer nuestra Adoración! Verdad es que no tenemos espectadores visibles; pero nos mira el Señor», escribió Luis de Trelles, y así vivió él. Fundador de la Adoración Nocturna Española, a Luis de Trelles, el encuentro con Jesús, de noche, en una Vigilia de Adoración en una iglesia de París, le cambió la vida. El Papa Francisco acaba de aprobar el Decreto que reconoce sus virtudes heroicas.

Nacido en Viveiro (Lugo), en 1919, Luis vivió una infancia piadosa gracias a la educación recibida de sus padres y en su colegio. Tras estudiar Derecho, abrió bufete en La Coruña, en el que solía aceptar clientes desfavorecidos a los que no cobraba. En 1851, llega a Madrid y entra en el Congreso como diputado moderado. El estallido, en 1872, de la Tercera Guerra Carlista, que considera injusta, comienza a desencantarle de la lucha política, y centra sus esfuerzos en la labor humanitaria, que desarrolla como comisario-mediador en la guerra, para el intercambio de prisioneros de uno y otro bando.

Cada vez más desengañado de la política, experimenta poco a poco una segunda conversión, en la que se va encaminando hacia lo esencial, estar con Dios y vivir en su presencia. En 1862, había conocido en París la Adoración Nocturna y participó en algunas de sus Vigilias, y comienza a rondarle la idea de llevar la Adoración Nocturna a nuestro país. Así, el 2 de noviembre de 1877, se celebra la primera Vigilia en la iglesia de San Antonio del Prado, en Madrid, precisamente frente al actual Congreso de los Diputados; y al año siguiente, el Primado de España aprueba el Reglamento por el que se rige.

«Sólo debemos hacer lo que hace Cristo: pedir al Padre por todos; ser agradables a Dios y útiles al prójimo», escribió Trelles. Él lo hizo, gracias a la oración intempestiva que promovió y vivió, de noche, ante el Señor.