La Misa de La 2 - Alfa y Omega

La Misa de La 2

Alfa y Omega
Foto: RTVE

De una vez por todas debería quedar claro que es antidemocrática la pretensión de excluir de la vida pública a la Iglesia, como a cualquier otro agente social de relevancia. La petición de Podemos de suprimir la Misa de La 2 supone un ataque arbitrario contra un espacio que goza de gran aceptación, como muestran las audiencias de El Día del Señor y del resto de la programación religiosa en RTVE.

Pero más allá del caso, el problema de fondo es la confusión entre aconfesionalidad (el Estado no asume ningún credo, aunque respeta y facilita las expresiones religiosas) y laicismo beligerante. Lo cual revela una pobre concepción del sistema democrático como simple juego de mayorías en el que los números legitiman para moldear cualquier aspecto de la vida social.

La democracia se define, sin embargo, como un estilo de gobierno en el que la mayoría coyuntural no solo tiene en cuenta a las minorías, sino que se encarga de despejar obstáculos para que la participación de la sociedad sea lo más amplia posible. Regular la libertad religiosa, educativa o sindical es promover que esos derechos sean ejercidos con las mínimas cortapisas reales. Facilitando, por ejemplo, que miles de ciudadanos que quieren ir a Misa y no pueden cuenten con el servicio de la retransmisión en La 2.