La Iglesia, defensora del hombre - Alfa y Omega

La Iglesia, defensora del hombre

El pasado domingo, 28 de septiembre, las diócesis andaluzas de Guadix-Baza y Córdoba recibieron las visitas de los cardenales Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga y Gerhard Ludwig Müller, respectivamente, para participar de su vida diocesana a través de dos eventos muy relevantes

Fran Otero
Un momento de la conferencia del cardenal Maradiaga en Guadix

En Guadix, el cardenal hondureño Rodríguez Maradiaga, arzobispo de Tegucigalpa, presidente de Caritas Internationalis y coordinador del Consejo de cardenales que ayuda al Papa Francisco en la reforma de la Curia, participó del 50º aniversario de la Cáritas diocesana, con una conferencia en la que volvió a reivindicar a esta institución «como la caricia de la Iglesia para los pobres y los que sufren». Del mismo modo, apuntó que la española «es el orgullo de Cáritas en el resto del mundo, con sus 72.000 voluntarios», al tiempo que reconoció la labor y presencia de los misioneros de la diócesis accitana en Honduras. Y es que, como dijo, «Cáritas es la opción de servicio más aquilatada de la Iglesia», pues está presente en 162 países, incluso en aquellos donde las dificultades son importantes. Los países de Oriente Medio o Rusia son un ejemplo.

Como miembro de Cáritas, reconoce que, ejercer la caridad, no es fácil: «Es fácil ser filántropo; no es difícil ser generoso; es bastante difícil ser solidario, pues implica acercarse al otro y tomar parte de su oficio de vivir; es muy complicado ejercer la caridad, porque me exige mirar al otro, no sólo a mi hermano, sino a Cristo que vive en cada uno de nosotros».

El cardenal hondureño recordó que Cáritas no es sólo una organización, sino la «acumulación del testimonio de muchos que se han dedicado al desafío de amar», un testimonio que no es para uno mismo, sino que se inserta en una comunidad. «Se corre el peligro de vivir la santidad hacia dentro, cuando la actividad institucional nos permite colocar la luz sobre el celemín, e iluminar como lo hace el faro», añadió.

Al recorrer la trayectoria histórica de Cáritas, el cardenal Maradiaga recordó el contexto en el que nació, tras la Segunda Guerra Mundial y con un escenario de Guerra Fría, así como el actual, que el Papa Francisco definió como una Tercera Guerra Mundial, pero fragmentada. En este sentido, criticó el pacifismo gubernamental que aparece en la propia casa, pero no fuera, y apuntó que «la hipocresía internacional se instala en la ciencia política y El príncipe, de Maquiavelo, se reedita en una versión moderna». Lamentó el silencio de tantos, advirtiendo de que es «un lenguaje que grita en la Historia», hoy en Irak, Siria…

El cardenal Müller, durante la Eucaristía en la catedral de Córdoba, junto al obispo diocesano, monseñor Demetrio Fernández

Para concluir, el cardenal Maradiaga defendió que la dignidad humana no se defiende desde la cátedra, sino desde la vivencia real, y subrayó que el Evangelio tiene un futuro asegurado en el mañana «si lo vivimos personalmente, no en la privacidad del individualismo». En este sentido, puso como ejemplo a Cáritas, «capaz de crear una escuela y un método que enseñan el verdadero arte de amar».

San Juan de Ávila

El cardenal Gerhard Ludwig Müller, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, inauguró en Córdoba el Curso de San Juan de Ávila para sacerdotes y seminaristas, que se celebró los días 29 y 30 de septiembre. En una intervención titulada La presencia y misión de la Iglesia en una sociedad pluralista, definió, en primer lugar y a través de la eclesiología, el origen y la naturaleza de la Iglesia de Dios. «Sin embargo, la Iglesia puede manifestarse de manera todavía más concreta en su misión, si nosotros fijamos nuestra mirada en aquellos a los que nos dirigimos, a los que ama el Señor, a quienes se dirige el mensaje del Evangelio, de su salvación. Son los hombres en su propia época, en su cultura, en su orden social, su sociedad, su mentalidad, sus experiencias vitales y estilos de vida», afirmó.

Müller denunció, del mismo modo, la existencia de «un proyecto de descristianización de Europa», que pretende, por ejemplo, «eliminar los símbolos cristianos del ámbito público». Y añadió: «La Iglesia es defensora de una libertad que no le viene al hombre de atribuciones o privaciones de mayorías parlamentarias, o de líderes de opinión de masas, sino que se encuentra anclada en la naturaleza moral y espiritual del propio hombre. En una sociedad pluralista, un Estado de Derecho puede tener éxito solamente si la democracia no se construye mediante el dominio o el control de unos sobre otros, sino sobre el reconocimiento de unos derechos humanos establecidos, que se fundamentan en la innegable dignidad del hombre».

Además, el purpurado alemán situó a la Iglesia como defensora de la Humanidad, pues los Derechos del Hombre «están relacionados, en su más profunda esencia, con la doctrina de la Iglesia». Por eso, concluyó, la Iglesia tiene, entre sus grandes retos para este siglo XXI, la defensa de la dignidad de la vida humana en todas las fases de su desarrollo.

Un día antes, durante la Eucaristía dominical en la catedral cordobesa, el prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe recalcó la necesidad de vivir el verdadero camino que lleva a Dios, y «no un cristianismo de rebajas, sin exigencias».