Un «traje nuevo» para seminarios y sacerdotes
La Conferencia Episcopal empieza el proceso para la elaboración de una versión nacional del itinerario de formación publicado en diciembre por el Vaticano. El secretario para los seminarios de la Congregación para el Clero, Jorge Carlos Patrón Wong, expondrá en la Asamblea Plenaria, que comienza el 13 de marzo, las claves del documento
Cuando el cardenal Benamiano Stella, el responsable de la Congregación vaticana para el Clero, dio el paso para renovar los itinerarios de formación para seminarios y sacerdotes contó, entre otros, con el hoy obispo de Barbastro-Monzón, Ángel Pérez Pueyo, otrora rector del Colegio Español de Roma. Se había propuesto hacer una síntesis de todo lo que había hasta ahora y en la primera reunión todo cambió: los expertos consultados estaban convencidos de que se necesitaba «un traje nuevo». «No podíamos confeccionar un vestido de novia del traje de comunión», explica metafóricamente monseñor Pérez Pueyo, que reconoce que el documento se ha enriquecido mucho desde aquella etapa inicial en la que él participó. Corría la primavera de 2014. Luego fue analizado tanto por expertos propios de la congregación como externos, enriquecido por otras congregaciones vaticanas y, finalmente, fue enviado a las conferencias episcopales para que realizaran sus aportaciones. El pasado 8 de diciembre se publicó una nueva Ratio fundamentalis institutionis sacerdotalis con el título El don de la vocación presbiteral como una propuesta renovada de formación.
La anterior Ratio databa de 1970, aunque había sido actualizada en 1985 tras la aprobación del Código de Derecho Canónico. Más de 30 años en los que la sociedad ha cambiado mucho, sociedad a la que son enviados los sacerdotes. Era una necesidad, si bien es cierto que tanto Juan Pablo II, con la exhortación Pastores dabo vobis, como Benedicto XVI fueron recogiendo algunos de esos cambios, que, de hecho, están presentes en el nuevo documento, como también está lo que dice el Papa Francisco.
Ahora son las conferencias episcopales –la Santa Sede las responsabiliza directamente– las que deberán elaborar un plan nacional que se pueda aplicar en cada seminario. En España, los obispos ya están trabajando en ello. En la última Comisión Permanente, el presidente de la Comisión Episcopal de Seminarios y Universidades, el arzobispo Joan Enric Vives, de Urgel, realizó una exposición sobre la Ratio y puso de manifiesto que una cosa es la formación inicial, la del seminario, y otra la permanente, según explica a Alfa y Omega. «No se puede vivir solo con lo que se estudia en el seminario, la formación sacerdotal dura toda la vida», añade.
Del mismo modo, explicó a los miembros de la Permanente del episcopado español que la formación de los futuros sacerdotes tiene que tener en cuenta cuatro grandes dimensiones: humana, intelectual, espiritual y pastoral. Todas, afirma, son muy importante, pues «lo intelectual no es el único criterio». Y aclara que se pueden tener aprobadas todas las asignaturas, pero no estar preparado para recibir la ordenación episcopal: «Esto no son etapas que se van quemando como las paradas cuando viajas en un tren…».
Pérez Pueyo, que fue el encargado de elaborar la parte de las cuatro dimensiones que cita monseñor Vives en los primeros borradores de la Ratio, reconoce que el nuevo documento plantea retos importantes en nuestro país: la implantación del propedéutico o curso introductorio, el seguimiento de la etapa pastoral y la formación permanente. Y ofrece esta reflexión: la formación del sacerdote tiene que tener en cuenta la sociedad en la que se inserta; es decir, hay que analizar el mundo de hoy para ver qué tipo de sacerdote necesitamos. «Cuando hay tanta orfandad, necesitamos sacerdotes que hagan de padres, que hagan de padres y madres, que sean mediadores, una caricia de Dios, guías para que nadie pierda… Hay dificultades, pero, en mi caso, llevo 37 años de cura y no lo cambio por nada», afirma con pasión.
Otra de las cuestiones que puede tener bastante impacto en España es la propuesta para que exista un mínimo de jóvenes que se estén formando en un seminario para que pueda haber vida comunitaria. En caso contrario, el documento propone explorar las vías de los seminarios interdiocesanos y de enviar a los seminaristas a otro más grande. Según Vives, esto obliga a los obispos «a tomar decisiones». Como también les responsabiliza de la admisión y de la ordenación, como del proceso, junto con el equipo del seminario; por ejemplo, los seminarios que reciban sacerdotes que provienen de la emigración tendrán que acogerlos y discernir la vocación con ellos de una manera concreta y según su realidad, explica monseñor Vives. Sobre este último punto, Pérez Pueyo pide no tirar la toalla en la cuestión de la vocaciones y acudir al extranjero para cubrir el vacío. Cree que hace falta una propuesta clara, porque «Dios sigue llamando aquí».
Con este titular, Alfa y Omega avanzaba hace casi un año, concretamente el 17 de marzo de 2016, el contenido de la nueva Ratio, el documento que fija la formación que recibirán los seminaristas de todo el mundo los próximos años. El reportaje recogía la introducción de un curso propedéutico o la necesidad de que los formadores y directores espirituales cuenten con la ayuda de psicólogos, así como la necesidad de la formación continua tras la ordenación sacerdotal o la vida en común. Del mismo modo, se apuntaba entonces que las conferencias episcopales tendrían que elaborar una Ratio nacional y los seminarios, un proyecto formativo propio teniendo en cuenta la realidad que les rodea.
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