«Las víctimas de abusos tienen una enorme deuda con Marie Collins» - Alfa y Omega

«Las víctimas de abusos tienen una enorme deuda con Marie Collins»

Marie Collins, exmiembro de la Comisión Pontificia para la Protección de Menores, lamenta que la burocracia y el clericalismo se pongan a veces por delante de la protección a las víctimas

María Martínez López
Marie Collins, junto al cardenal O’Malley. Foto: CNS

La dimisión de la irlandesa Marie Collins, última superviviente de abusos sexuales por sacerdotes que participaba activamente dentro de la Comisión Pontificia para la Protección de Menores, ha sido una sacudida en la lucha de la Iglesia contra esta lacra. «Las víctimas de abusos tienen una enorme deuda» con ella, ha afirmado monseñor Diarmuid Martin, arzobispo de Dublín. Es «una persona íntegra» capaz de «identificar y poner nombre a las cosas que estaban mal».

Desde que el 1 de marzo se hizo pública su renuncia, Collins ha valorado públicamente los esfuerzos del Papa y la acogida de varios departamentos de la Curia romana, con los que va a seguir colaborando en el ámbito de la formación. Pero también ha defendido que, para ser efectiva, la comisión necesita más autonomía –tener su propio presupuesto y poder contratar personal ajeno al Vaticano– y una cierta autoridad que le permita «supervisar la implementación» de sus recomendaciones.

De sus palabras se desprende que el problema de fondo está en cómo articular la relación entre la comisión, creada en 2014 con el objetivo de proponer medidas para combatir los abusos sexuales, y los dicasterios encargados de ejecutarlas; fundamentalmente, Doctrina de la Fe. El motivo «más significativo» de la marcha de Collins «ha sido la reticencia de algunos miembros de la Curia» a poner en práctica las recomendaciones, aprobadas por el Papa.

Un cúmulo de frustraciones

Para Marie Collins, la gota que colmó el vaso fue la negativa de Doctrina de la Fe a responder y dar acuse de recibo a las víctimas que escribieran a este dicasterio para denunciar un caso de abusos. El prefecto, el cardenal Gerhard Ludwig Müller, ha lamentado que se repita el «cliché» de que un «grupo de resistentes quieren bloquear» las reformas del Papa. Las decisiones de su congregación –ha explicado– se deben a la voluntad de que el contacto con las víctimas se produzca en el ámbito más cercano a ellas y al deseo de respetar la subsidiariedad.

Pero la irlandesa ve un signo más de «una burocracia lenta e ineficaz» que acaba siendo insensible a las necesidades de las víctimas. Collins ha criticado además «el clericalismo y la arrogancia del “nosotros sabemos más”, junto con el resentimiento hacia la llegada de personas ajenas y laicos». Estos recelos se acaban poniendo «por delante de la seguridad» de las víctimas potenciales.

La dimisionaria lamenta también los sucedido con los juicios a los obispos negligentes ante las denuncias de abusos. Después de anunciarse la creación de un tribunal específico, finalmente los casos se dejaron en manos de la Congregación para los Obispos. «Tras un intenso diálogo, se llegó a la conclusión de que la Congregación para los Obispos tenía todas las herramientas» para juzgar estos casos, ha explicado el cardenal Müller. Collins también afirma que Doctrina de la Fe no accedió a contrastar con la comisión su modelo de directrices de prevención de abusos, el documento con el que se evalúan las propuestas de las distintas conferencias episcopales.

Estas quejas ya habían sido expuestas por otros miembros de la comisión unos días antes ante la Real Comisión australiana sobre las Respuestas Institucionales al Abuso Sexual a Niños.

El jesuita Hans Zollner, miembro de la Comisión Pontificia, ha mostrado su disgusto y comprensión por la decisión de Collins, que atribuye al «cúmulo de frustraciones». «Hablamos de un cambio de cultura que no se hace instantáneamente, requiere mucha paciencia». Ahora cobra especial relevancia el papel que pueda jugar el cardenal Sean O’Malley, presidente de la comisión, que desde enero es también miembro de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Por el momento, ha explicado que la Curia está en un «momento de transición» y ha confirmado algunas resistencias, pero pide confianza en el Papa.