Las mujeres, víctimas de una múltiple discriminación - Alfa y Omega

Las mujeres, víctimas de una múltiple discriminación

Cáritas trabaja para evitar las condiciones de desigualdad y poner sus derechos y su dignidad en el centro de las políticas sociales

Cáritas
Foto: Maya Balanya

Desde 1911 los calendarios de todo el mundo reservan el 8 marzo para visibilizar la realidad de las mujeres y reivindicar la lucha por sus derechos y su dignidad. Más de un siglo después, Cáritas conmemora de nuevo esta jornada internacional para llamar la atención de toda la ciudadanía y las comunidades cristianas sobre las situaciones de desigualdad y de violencia que siguen persiguiendo a las mujeres, y las dificultades que persisten en el acceso y garantía de sus derechos.

El compromiso de la red Cáritas en España y en todo el mundo con las mujeres en situación más vulnerable hunde sus raíces en la propia Doctrina Social de la Iglesia, que deja patente cómo «la persistencia de muchas formas de discriminación que ofenden la dignidad y vocación de la mujer en la esfera del trabajo se debe a una larga serie de condicionamientos perniciosos para la mujer, que ha sido y es todavía olvidada en sus prerrogativas, marginada frecuentemente e incluso reducida a esclavitud» (Compendio de Doctrina Social de la Iglesia 296).

Víctimas de una múltiple discriminación

A pesar de los avances que se han producido en la protección de la igualdad de las mujeres en la vida social y pública de muchos países, las situaciones de desigualdad a las que se ven sometidas cada día siguen existiendo. Gracias, no obstante, a una mayor conciencia social y acceso de todos a la información hace que cada vez sea más difícil ocultarlas.

Cáritas es testigo de ello a través de sus diferentes recursos y proyectos en los que a lo largo de 2016 han acompañado en todo el país a miles de mujeres en situación de desventaja social. Todas ellas ponen rostro a un drama que, más allá de la estadística, persiste: son mujeres que continúan siendo víctimas de una múltiple discriminación, ya que a su condición de género, su origen, su edad, su formación laboral o su posición socioeconómica, se añade, además, los obstáculos de un modelo productivo en el que las mujeres están relegadas con relación a los hombres.

En situaciones familiares de precariedad, constatamos, además, cómo es la actividad femenina la que aumenta –sostenida por empleos en su mayoría, precarios, parciales y mal retribuidos– y cómo son las mujeres quienes garantizan la renta familiar. De esa manera, no sólo asumen la responsabilidad de asegurar una vida digna a los suyos al convertirse en sustentadoras principales de las familias, sino que también son garantes de los lazos familiares.

Las lacras de la violencia y la trata

A esta situación de desventaja social y económica se añade la lacra de la violencia de género y el feminicidio, que es consecuencia perversa de esa desigualdad estructural entre hombres y mujeres. Cáritas Española denuncia firmemente este drama intolerable, que sólo en los primeros meses de 2017 se ha cobrado ya la vida de 20 mujeres asesinadas a manos de sus parejas o ex parejas en nuestro país.

A esta tragedia se añaden otras formas de violencia contra las mujeres, como es la trata con fines de explotación sexual, un fenómeno creciente en todo el mundo y que afecta especialmente a las mujeres en procesos de movilidad humana o migración. Según datos de la Organización Internacional de Trabajo, hay 21 millones de personas víctimas del trabajo forzoso en el mundo, de las que casi 5 millones son víctimas de trata con fines de explotación sexual.

La acción que desarrolla la red Cáritas en esos escenarios es muy intensa, tanto a través de acciones preventivas de información e incidencia pública en los países de origen y en los espacios de toma de decisiones de la comunidad internacional, como de acompañamiento y acogida en las rutas de tránsito y de destino.

Por dignidad y derecho

Las mujeres acompañadas por Cáritas en España y en aquellos países donde se apoyan proyectos de ayuda al desarrollo proporcionan testimonios admirables de determinación y de dignidad con las que, en cualquier región del mundo donde se les abren las posibilidades para hacerlo, deciden combatir sus condiciones de desventaja social y apuestan por iniciar procesos personales de empoderamiento y autonomía personal, que las convierte en protagonistas de sus vidas y, en muchos casos, en líderes de procesos de desarrollo de sus comunidades.

Con motivo de la celebración del 8 de marzo, Cáritas sigue comprometida en la construcción de un nuevo sistema económico, más justo y sostenible, a través de un modelo de Economía Solidaria, que evite la desigualdad entre hombres y mujeres, y ponga en el centro de las políticas los derechos de las mujeres. Esta apuesta no se trata únicamente de un imperativo moral y de cumplimiento de los derechos humanos, sino que supone una condición indispensable para el desarrollo sostenible de los pueblos.

Objetivos de Desarrollo Sostenible

Compartimos la visión y el compromiso de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ver aquí), cuyo 5º Objetivo está dirigido específicamente a potenciar la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres y niñas. Este Objetivo marca, además, metas en los demás Objetivos, al considerar que la igualdad entre hombres y mujeres es una cuestión que abarca diferentes elementos, como la pobreza, la educación, la salud o la situación de la mujer en zonas de conflicto armado, dónde la violencia sexual es un elemento constante.

Uno de los retos de la acción de Cáritas para avanzar en esa dirección es el trabajo en red, la suma de iniciativas y de acciones con capacidad de incidencia en las causas generadoras de desigualdad y exclusión.

Para ello, urge establecer un nuevo marco de relaciones entre hombres y mujeres, basado en una educación en la que se dé el protagonismo necesario a los valores de igualdad, solidaridad y derechos humanos.

Desde nuestra convicción en que otra sociedad es posible, Cáritas reclama a las Administraciones públicas y al conjunto de las instituciones una política decidida y eficaz para prevenir las situaciones de exclusión social que sufren las mujeres, para erradicar la violencia de que son objeto y para garantizar su protección desde un enfoque basado en los derechos humanos.