«No tengo otro camino que el del Evangelio» - Alfa y Omega

«No tengo otro camino que el del Evangelio»

Rosa Cuervas-Mons
El cardenal Antonio Cañizares tomó posesión de la archidiócesis de Valencia, el pasado sábado

Justo una semana después de que su «queridísimo hermano y amigo», monseñor Carlos Osoro, se despidiera de la archidiócesis de Valencia, el cardenal Antonio Cañizares tomaba posesión, el pasado sábado, de la sede valentina, con una Misa solemne en la catedral. Allí, arropado por cinco cardenales, 48 obispos, más de cien sacerdotes y miles de fieles, el purpurado valenciano anunció su programa pastoral: «Buscar y hacer la voluntad de Dios».

La celebración comenzaba con la visita a la Basílica de la Mare de Déu, donde le esperaban los aplausos de los fieles valencianos. El cardenal Cañizares -el primer arzobispo valenciano en la ciudad desde el nombramiento, en 1920, del cardenal Reig Casanova- pareció olvidarse del tiempo cuando se encontró ante la imagen de esta Virgen de los Desamparados que cautiva el corazón de Valencia. A ella le pidió ayuda para servir al Señor. «Quiero ser, en medio de mi pueblo, siervo, esclavo del Señor. (…) Ayúdame a ser obispo, padre, pastor y hermano de los pobres, de los últimos», dejó escrito en el libro de oro de la basílica, adelantando su intención continuista con una de las grandes preocupaciones de monseñor Osoro: el cuidado de los necesitados. También lo hará con los jóvenes, a los que ya ha anunciado que las Vigilias de adoración en la basílica los primeros viernes de mes, que inició don Carlos, seguirán con él. Y, como don Carlos, el cardenal Cañizares recorrerá, los segundos viernes de mes, la geografía valentina en busca de esos jóvenes que son el futuro.

Después de dejar a la Virgen la cruz pectoral que llevaba el día de su nombramiento como cardenal, monseñor Cañizares se dirigió a la catedral, donde miles de fieles -hubo que instalar más de mil sillas plegables- dieron la bienvenida a su nuevo pastor. «Para vosotros, soy obispo. Con vosotros, soy cristiano», dijo el cardenal, citando a san Agustín, al comienzo de una homilía que pronunció ya como arzobispo, tras haber ocupado la cátedra y una vez leídas las Letras Apostólicas con las que el Papa Francisco le envía a Valencia. En ellas, el Pontífice describe a monseñor Cañizares como hombre de «singulares dotes humanas, cristianas y sacerdotales», poseedor de una «excelente doctrina y gran experiencia».

De rondalla

Casi como una explicación del significado de su lema episcopal –Hágase tu voluntad– el nuevo arzobispo reconoció llegar a Valencia sin «un programa pastoral previo. Mi programa es, con vosotros, buscar y hacer la voluntad de Dios». Y «me desgastaré proclamando sin desánimo que, prescindir de Dios, socava la verdad del hombre e hipoteca el futuro de la sociedad», dijo el cardenal, que puso en su lista de prioridades la atención a los «predilectos de Dios. A los pobres, los pecadores, los indefensos, los enfermos, los débiles y los sencillos». Quiere ser, dijo, el pastor que sabe los nombres de sus ovejas, y que, por ellas, da su vida. «Tenéis derecho a que ore incesantemente por vosotros; si no lo hiciera, demandádmelo».

Llegó el tiempo de los agradecimientos, y monseñor Cañizares recordó entonces al cardenal García Gasco -«venerado y siempre recordado amigo»- y a monseñor Osoro: «Agradezco de todo corazón, personalmente y en nombre de la diócesis, la gran y esperanzadora herencia que nos deja», le dijo, antes de desearle lo mejor en su nuevo destino, Madrid.

Monseñor Osoro, que pudo charlar en Valencia con su predecesor en la diócesis madrileña, el cardenal Rouco, siguió recibiendo muestras de cariño y despedidas de sus fieles. Los últimos, la pasada semana, con la rondalla que los tunos veteranos le cantaron en el Palacio arzobispal y la despedida del personal del Arzobispado, que entregó a don Carlos un bastón de peregrino, en referencia al sobrenombre con que el Papa bautizó a monseñor Osoro.