Burke y Hans Küng - Alfa y Omega

El Burke que de verdad cuenta en Roma se llama Greg, y es el portavoz del Papa aunque apenas se le vea. Precisamente porque su trabajo no es ser protagonista mediático ni dignificar, con desmentido o debates, las informaciones escandalosas que inventa –para un público adicto– la parte más mediocre de la prensa italiana.

La misión de Greg Burke –un periodista norteamericano que mira a todo el planeta– y de la viceportavoz Paloma García Ovejero –la primera mujer que habla oficialmente en nombre de un Papa– es ayudar a que su mensaje se extienda por el mundo. Es decir, que el centro del terreno de juego lo ocupe su magisterio, y no las polémicas con quienes pontifican sobre lo que debe hacer el Pontífice.

Francisco es un comunicador nato, que apenas necesita portavoces ni explicaciones, y cuyo pontificado ha marcado una fuerte impronta en la Iglesia y en el mundo en tan solo cuatro años. Se cumplen el próximo 13 de marzo.

Cuando una barca –la de Pedro o cualquier otra– navega en mar abierto es normal que encuentre oleaje y, de vez en cuando, alguna borrasca. Y sin embargo, estos primeros cuatro años de Francisco se han caracterizado por la ausencia de temporales, comparados con el inicio de sus dos predecesores.

Quizá por eso, a falta de adversarios de más entidad, algunos medios italianos y anglosajones inflan el papel del cardenal americano Raymond Burke como el gran opositor a Francisco. Pero, aparte de que el carácter de Burke le granjea pocos seguidores, el prefecto de Doctrina de la Fe, Gerhard Müller, ha declarado ya que no hay fundamento ni para sus dudas sobre La alegría del amor ni muchísimo menos para la corrección con la que amenazaba a Francisco nombrándose supervisor doctrinal del Papa.

Sin embargo, en las últimas semanas Burke ha sido la estrella favorita en algunos medios, como Hans Küng lo fue durante casi tres décadas desde que en 1979 la Congregación para la Doctrina de la Fe declaró que sus enseñanzas no podían ser consideradas católicas. Küng se otorgó la tarea de corregir a Juan Pablo II, y a menudo le acompañaban media docena de teólogos ruidosos.

Lo verdaderamente llamativo ahora es el consenso y el liderazgo mundial logrados por el Papa venido del fin del mundo. En la mayor parte de los países, ningún obispo plantea ninguna reserva. En la Curia vaticana, las resistencias han ido menguando. Quienes buscan un rival mediático a Francisco solo encuentran a un esquivo cardenal americano.