Los obispos de la frontera EE. UU.-México exigen que se respeten los derechos de los migrantes - Alfa y Omega

Los obispos de la frontera EE. UU.-México exigen que se respeten los derechos de los migrantes

Ante el momento difícil por el que atraviesan los migrantes en Estados Unidos, los obispos de Texas y las diócesis mexicanas que limitan con este estado han decidido ampliar su encuentro bianual con la participación de otros obispos de la frontera. Tras conocer distintas realidades durante este miércoles, afirmaron en un comunicado conjunto que muchas veces los migrantes «se encuentran entre la espada y la pared ante la violencia, la criminalidad, las políticas inhumanas de los gobiernos y la indiferencia del mundo»

Jaime Septién
Foto: CNS

Encabezados por el actual nuncio apostólico en Washington, el arzobispo Christophe Pierre —quien anteriormente fuera nuncio en México— los obispos de Texas y de las diócesis de México que colindan con esa entidad, se reunieron en Brownsville, en esta ocasión con la enorme sombra de la política migratoria del nuevo gobierno de Estados Unidos.

Son diez los obispos de Texas y nueve los mexicanos que toman parte en esta reunión que se celebra cada año, desde 1986, pero ahora con la necesidad de establecer un criterio conjunto para que los migrantes sean respetados por el derecho internacional que les asiste.

En un comunicado firmado por los prelados establecieron el hecho de que muchas veces los migrantes «se encuentran entre la espada y la pared ante la violencia, la criminalidad, las políticas inhumanas de los gobiernos y la indiferencia del mundo».

La reunión binacional que se efectúa en San Juan Del Valle, diócesis de Brownsville, reúne no nada más a los obispos y al nuncio sino que también asisten a ella laicos y sacerdotes, así como religiosas que atienden a los migrantes en ambos lados de la frontera.

En la reunión se han compartido diversas «inquietudes del momento actual, tan difícil y apremiante que están viviendo nuestros hermanos migrantes, en ambos países», señaló el obispo Alfonso Miranda, secretario general de la Conferencia del Episcopado Mexicano.

Los prelados han querido dejar en claro que «independientemente de su condición migratoria, los migrantes, como toda persona, poseen una dignidad humana intrínseca que debe ser respetada».

Y es que, como parte de su encuentro, los obispos y el arzobispo Pierre visitaron el albergue de la parroquia del Sagrado Corazón de Jesús, en Brownsville, y el centro de detención de migrantes indocumentados en la vecina ciudad de McAllen.

Al contemplar la situación de los migrantes refugiados o detenidos, los obispos acordaron mantener su presencia en sitios de detención, casas y centros de asistencia a los migrantes centroamericanos desde la frontera sur de México hasta todo el territorio de Estados Unidos.

Así mismo, como parte muy importante de lo que se está viviendo al interior de las comunidades católicas hispanas en el país del norte, liderados por la presencia del nuncio en Washington, los prelados acordaron seguir brindando atención integral, legal, familiar y espiritual a las personas en tránsito hacia Estados Unidos y en ese mismo país.

En el comunicado de la reunión de los obispos Texas-México, éstos señalaron que es común que los migrantes «sean sujetos a leyes punitivas y al maltrato por parte de las autoridades, tanto de los países de origen, como de los países de tránsito y destino».

Por ello, concluyeron, «es necesaria la adopción de políticas gubernamentales que respeten los derechos básicos de los migrantes indocumentados».

Jaime Septién / Aleteia.org

Comunicado íntegro de los obispos Texas-México

El clamor de Cristo en el migrante nos urge

1. Los saludamos con alegría desde la basílica de San Juan del Valle, ubicada en la diócesis de Brownsville, Texas, los obispos, sacerdotes, religiosas y laicos que estamos participando en el primer Encuentro bi-anual Tex-Mex, que ahora ha incluido más diócesis fronterizas tanto de Estados Unidos como de México.

2. Estas reuniones, que iniciaron desde el año 1986, como expresión de la comunión de la Iglesia Universal, han tenido siempre como preocupación central, la vida y realidad pastoral de nuestros hermanos migrantes.

3. En este momento difícil de nuestra historia, escuchamos el clamor de nuestros hermanos migrantes, en quienes escuchamos la voz de Cristo

4. Jesús, María y José como inmigrantes y refugiados, buscaron un lugar para vivir y trabajar, esperando una respuesta de compasión humana. Hoy, esta historia se repite, esta mañana visitamos centros de detención, y lugares de atención, particularmente a madres, adolescentes y niños migrantes. Este tipo de centros, son descritos como lugares que reflejan condiciones intolerables e inhumanas. Donde constatamos la exigencia evangélica: «Porque fui forastero y me recibiste, tuve hambre y me diste de comer» (Mt 25, 35-36).

5. A través de los años, hemos visto de primera mano el sufrimiento causado por un sistema de inmigración roto, causado por las condiciones estructurales políticas y económicas, que generan amenazas, deportaciones, impunidad y violencia extrema. Esta situación acontece tanto en relación entre Centroamérica y México, como entre Estados Unidos y México.

6. Hemos presenciado el dolor, el temor y la angustia de las personas que han venido a nosotros, que tienen que vivir entre nosotros en las sombras de las sociedad. Muchos han sufrido explotación en el lugar de trabajo, han vivido bajo la amenaza constante de deportación y han soportado el peso del temor de una posible separación de sus familiares y amigos.

7. Esta realidad está siendo hoy muy marcada, ante las medidas que las autoridades civiles están tomando, pues palpamos el dolor de la separación de las familias, pérdida de trabajo, persecuciones, discriminación, expresiones de racismo, deportaciones innecesarias, que paralizan el desarrollo de las personas en nuestras sociedades y el desarrollo de nuestras naciones, dejándolas en el vacío y sin esperanza.

8. La inmigración es un fenómeno global de condiciones económicas y sociales, de pobreza e inseguridad, causando directamente el desplazamiento de poblaciones enteras, de familias que se sienten sin otras opciones para sobrevivir. El migrante tiene derecho a ser respetado por el derecho internacional y por cada país. Porque muchas veces, se encuentra entre la espada y la pared, ante la violencia, la criminalidad, las políticas inhumanas de gobiernos, y la indiferencia del mundo.

9. Independiente de su condición migratoria, los migrantes, como toda persona, poseen una dignidad humana intrínseca que debe ser respetada. Es común que sean sujetos a leyes punitivas y al maltrato por parte de las autoridades, tanto en países de origen, como de tránsito y destino. Es necesaria la adopción de políticas gubernamentales que respeten los derechos humanos básicos de los migrantes indocumentados.

10. Las ciudades fronterizas son hermanas y amigas, fruto de una larga historia, de compartir una misma tierra, la fe, las tradiciones, la cultura y la solidaridad. Nosotros como obispos, continuaremos siguiendo el ejemplo del Papa Francisco, buscaremos construir puentes entre los pueblos, puentes que nos permitan derribar los muros de la exclusión y la explotación.

11. Afirmamos que la amistad existente entre familias y vecinos, puede potenciar la amistad entre pueblos y países. Nuestro encuentro es ya una clara manifestación de alegría, y signo de profunda esperanza. La cruz que se ha colocado, en la frontera, entre las ciudades del Paso y Ciudad Juárez, recordando la visita del Papa Francisco en febrero del 2016, es un signo de encuentro, unidad y fraternidad.

12. Reiteramos como Iglesia, nuestro compromiso de atender y cuidar a los peregrinos, forasteros, exiliados y migrantes de todo tipo, afirmando que todo pueblo tiene el derecho a condiciones dignas para la vida humana, y si éstas no se dan, tiene derecho a emigrar (Papa Pío XII); y nos comprometemos, como obispos representantes de ambas Conferencias Episcopales, a dar acompañamiento y seguimiento a las situaciones que sufren nuestros hermanos migrantes en estos momentos.

13. Asegurándonos que en la Iglesia nadie debe sentirse extranjero, las familias de migrantes deben encontrar siempre en cada Iglesia, su hogar y su patria (JPII).

14. A través de caridades católicas en Estados Unidos, y de las diversas casas de migrantes en México, continuaremos ofreciendo un servicio de calidad a los migrantes, que implica lo espiritual, lo legal, la asistencia material, y familiar.

15. Así mismo mantendremos nuestra presencia constante en campos de detenciones, casas y centros de asistencia a migrantes desde la frontera sur de México hasta todo Estados Unidos.

16. Además, hay organizaciones laicales reconocidas que trabajan comprometidamente apoyando integralmente a los migrantes.

17. Esto, sin dejar de mencionar a tantas familias en México y Estados Unidos, que asisten, atienden y apoyan a migrantes en el camino, abriendo su corazón y sus hogares.

18. Pero, aún con estos esfuerzos, no podemos dejar a un lado lo que nos sostiene, que es la oración, y la presencia tan significativa de nuestra madre, nuestra señora de Guadalupe, que ha acompañado al migrante y a nuestros pueblos desde 1531 hasta nuestros días. «Que no estoy yo a caso aquí que soy tu madre».

19. Y por ello pedimos, a todas las personas de buena voluntad, unirnos en estos esfuerzos, y en la oración sencilla, «Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios, no desprecies nuestras súplicas en las necesidades, antes bien líbranos de todo peligro, oh Virgen gloriosa y bendita».

Amén.