Pablo Guerrero, SJ, autor de Mucho más que dos: «Amoris laetitia es Evangelio en estado puro» - Alfa y Omega

Pablo Guerrero, SJ, autor de Mucho más que dos: «Amoris laetitia es Evangelio en estado puro»

Rodrigo Pinedo
Foto: Grupo de Comunicación de Loyola

«Amoris laetitia es Evangelio en estado puro», es «un canto de amor». Así lo subrayó este jueves, 9 de febrero, el profesor de Teología Pastoral y Moral Pablo Guerrero, SJ, durante la presentación de su obra Mucho más que dos. Acercamiento pastoral a la pareja y la familia (Sal Terrae) en uno de los salones que la Compañía de Jesús tiene en su centro de Maldonado.

Para entender la exhortación apostólica postsinodal «y todo el pontificado de Francisco» –explicó–, hay que recordar la parábola del buen samaritano. «Donde pone samaritano poned lo peor que se os ocurra», empezó advirtiendo. Jesús cuenta a los escribas la historia de un hombre tirado en el camino del que todos pasan hasta que llega el samaritano, que se convierte en un ejemplo por su preocupación por el hermano: «Anda y haz tú lo mismo».

«¿Qué me va a pasar si empiezo a ver personas en vez de categorías? […] ¿Qué me va a pasar si me parezco más a Jesús?», se preguntó el padre Guerrero. «Esta es la conversión pastoral a las que llama el Papa Francisco», que ha empezado con los Sínodos de la familia y ahora ha convocado un Sínodo dedicado a los jóvenes. «No da puntada sin hilo» y encima, «como dice una gran teóloga, mi madre, a este Papa se le entiende», aseveró entre sonrisas cómplices de los numerosos amigos situados en el patio de butacas.

«Fortalecer el amor y ayudar a sanar las heridas»

Después de reconocer que la atención pastoral a familias y parejas es «una vocación dentro de mi vocación», el jesuita desgranó que su nuevo libro se ha ido componiendo con artículos, charlas, cursos, ratos de terapia, «tiempos de confesionario», «muchas comidas y cenas»… y, por supuesto, es fruto también del «regalo» que es Amoris laetitia. «Desde la pequeñez de uno», con la obra recuerda que la «tarea» de la Iglesia es «fortalecer el amor y ayudar a sanar las heridas» –detalló–. Para hacerlo, hay que «prestar atención a la diversidad», pues no se puede ofrecer «los mimos itinerarios y horarios a matrimonios con hijos que a abuelos»; hay que marcar «un camino nuevo» sin caer en «la cansina repetición de fórmulas pasadas» ni en «extravagancias».

Una de las claves –prosiguió el profesor de la Universidad Pontificia de Comillas– es dejarse guiar por «el sentido común del pueblo de Dios» y «conmoverse ante la desgracia» del otro, sin perder de referencia «dos retos que brotan de Amoris laetitia» y constituyen «novedad»: el acompañamiento y el discernimiento. «Hablar de acompañamiento y discernimiento es meterse en un jardín pero merece la pena correr el riesgo porque ese jardín se encuentra poblado de hijos de Dios», concluyó.

Cardenal Osoro: «Que nadie se sienta rechazado»

Durante la presentación, Guerrero estuvo acompañado por el cardenal Carlos Osoro, quien ha prologado la obra. El arzobispo de Madrid agradeció el «horizonte» y la «mirada» que ofrece Mucho más que dos en «tiempos en que necesitamos lucidez y esperanza». Y puso en valor que, «sin rechazar el pasado» y sabiendo «celebrar el presente», la obra observa la realidad «con amor y compasión» y lanza a los cristianos a los caminos reales de los hombres.

Recurriendo a la imagen del Éxodo, cuando Dios ve que los israelitas sufren «opresión y esclavitud» y baja a liberarlos pidiendo a Moisés que saque de ahí a su pueblo, el purpurado señaló que no tenemos que tener «miedo» a mirar como Él para «quitar esclavitudes y sufrimientos», para «que nadie se sienta rechazado».

Junto al cardenal Osoro y el padre Guerrero estuvieron también el profesor de Psicología Rufino Meana, SJ, y la orientadora familiar Isabel García Gallo, así como el director editorial del Grupo de Comunicación Loyola, Ramón Alfonso Díez. Meana destacó que el libro está «preñado de compasión, realismo e ideales, sin caer en idealizaciones»; mientras que García Gallo agradeció la reflexión teológica que realiza el padre Guerrero desde la propia vida y alabó su «coherencia».