Cardenal Gilberto Agustoni: un suizo influyente en la curia romana - Alfa y Omega

En septiembre de 1969, los cardenales Antonio Bacci y Alfredo Ottaviani, este último ex secretario del Santo Oficio y excamarlengo del Colegio Cardenalicio, entregaron a Pablo VI el Breve examen crítico del Novus Ordo Missae, un documento en el que planteaban serias reservas a la reforma litúrgica. La iniciativa levantó una gran polvareda; por su contenido –la hostilidad de Ottaviani a los cambios era notoria, si bien no la había expresado de forma tan contundente–, y también por la forma en que se pergeñó.

El escritor tradicionalista Jean Madiran acusó al entonces sacerdote suizo Gilberto Agustoni, estrecho colaborador de Ottaviani, de haber forzado la firma del purpurado, que por esas fechas ya contaba con 79 años de edad y tenía la visión disminuida. Otros historiadores ponen en duda esta versión. Lo que realmente ocurrió es uno de los secretos que Agustoni se ha llevado a la tumba: nunca se expresó sobre lo sucedido. Como señala a ABC su compatriota el vaticanista Giuseppe Rusconi, Agustoni era «tan cordial como discreto». Con la excepción de aquel polémico episodio, su carrera curial fue impecable y sus inicios originales: Ottaviani ya había reparado en Agustoni cuando era un joven sacerdote que había cursado parte de sus estudios en Roma y presionó a su superior, el obispo de Lugano Angelo Jelmini, para trasladarlo a Roma de forma permanente. Para lograr su objetivo, Ottaviani se saltó unas normas curiales que fijaban en 30 años la edad para empezar a prestar servicios en su seno: en julio de 1950, recién cumplidos los 28, Agustoni ingresó en la Administración vaticana.

Empezó su trayectoria de más de seis décadas en el Santo Oficio y en la Congregación para la Disciplina de los Sacramentos, al tiempo que completaba su formación en la Universidad Lateranense con una licenciatura en Derecho Canónico. Tras el Concilio Vaticano II fue destinado a la Congregación del Culto Divino y, en mayo de 1970, al Tribunal de la Rota Romana.

Desde ese momento fue uno de los principales juristas de la Santa Sede y su influencia se notó de modo especial en la Constitución Apostólica Pastor Bonus, que modernizó el funcionamiento de la Curia, y en la elaboración del Catecismo de la Iglesia, es decir, en dos de los textos del pontificado de San Juan Pablo II, con el que tuvo mucha proximidad, pese a su voluntad de no acaparar protagonismo.

Su buen hacer fue premiado con la Prefectura del Supremo Tribunal de la Prefectura Apostólica –máximo órgano judicial del Vaticano– y en 1994 le correspondió el honor de ser el primer ticinense en recibir el birrete cardenalicio desde Carlo Francesco Caselli, que en el siglo XIX defendió los intereses vaticanos frente a la Francia napoleónica. Con el fallecimiento de Agustoni, solo quedan vivos dos cardenales que hayan servido de modo ininterrumpido en la Curia a siete Papas: Achille Silvestrini y Ángelo Sodano.

Gilberto Agustoni nació el 26 de julio de 1922 en Schaffhusen y falleció el 13 de enero de 2017 en Roma. Licenciado en Teología y Derecho Canónico, fue ordenado sacerdote en 1946, obispo en 1986 y creado cardenal en 1994 por san Juan Pablo II. Fue prefecto del Supremo Tribunal de la Prefectura Apostólica entre 1992 y 1998.

José María Ballester Esquivias / ABC