Los obispos de EE. UU. sobre el decreto de Trump: «Un momento oscuro de nuestra historia» - Alfa y Omega

Los obispos de EE. UU. sobre el decreto de Trump: «Un momento oscuro de nuestra historia»

«El mundo nos observa mientras abandonamos nuestro compromiso con los valores americanos. Estas acciones ayudan a aquellos que quieren destruir nuestro modo de vida», ha afirmado en un comunicado el cardenal Cupich, arzobispo de Chicago

María Martínez López
Foto: REUTERS

Los obispos de Estados Unidos han alzado la voz para condenar el decreto firmado el viernes por el presidente Trump y que ha sembrado el caos en aeropuertos del país y del todo el mundo, además de desencadenar decenas de manifestaciones en contra.

Además de prohibir la admisión al país de ciudadanos de siete países de mayoría musulmana —en un primer momento incluyendo aquellos con permiso de residencia—, el decreto paraliza el sistema de acogida de refugiados durante 120 días hasta que se refuerce el escrutinio al que son sometidos; reduce el número de refugiados que serán admitidos este año de 110.000 a 50.000 y suspende indefinidamente la reubicación de refugiados sirios. También da prioridad a las minorías que sufren persecución religiosa, quitando prioridad al resto de grupos que huyen de la guerra.

Monseñor Joe Vásquez, obispo de Austin (Texas) y presidente del Comité de Migraciones, ha mostrado su firme desacuerdo con las medidas. Es su tercer comunicado en unos días, después de otros dos sobre la construcción del muro en la frontera con México y sobre las medidas para penalizar a las jurisdicciones que no sigan la nueva política migratoria.

«Redoblaremos nuestros esfuerzos»

«Ahora más que nunca, dar la bienvenida a los recién llegados y los refugiados es un acto de amor y esperanza», afirmaba el obispo de Austin. Prometía conversar con esta administración, como con todas las anteriores; pero también «seguir trabajando» y «redoblar nuestros esfuerzos» para «asegurarnos que los refugiados son acogidos humanamente» sin sacrificar la seguridad nacional «y para asegurar que las familias se reunifiquen».

Los obispos «creemos en asistir a todas las personas vulnerables que huyen de la persecución», sean cristianos, yazidíes, chiítas o rohinyás. «Sin embargo, necesitamos proteger a todos nuestros hermanos y hermanas de todos los credos, incluidos musulmanes, que han perdido su familia, su hogar y su país. Son hijos de Dios y tienen derecho a ser tratados con dignidad humana».

«El mundo nos observa»

Más allá de este pronunciamiento oficial, varios obispos también alzaron su voz durante las primeras horas desde la firma y publicación del decreto. El más vehemente fue, seguramente, el arzobispo de Chicago, cardenal Blase Cupich, que afirmó que «este fin de semana ha demostrado ser un momento oscuro en la historia de Estados Unidos» por la firma de una norma «contraria tanto a los valores católicos como americanos».

«El mundo nos observa mientras abandonamos nuestro compromiso con los valores americanos. Estas acciones ayudan y confortan a aquellos que quieren destruir nuestro modo de vida y rebajan nuestra estima a ojos de las muchas personas que quieren conocer Estados Unidos como defensor de los derechos humanos y la libertad religiosa», y no como una nación que «cierra la puerta a grupos de población religiosos». «Los católicos conocemos bien» los efectos «desastrosos» de rechazar a personas que huyen de la violencia, «porque, como otros, hemos sufrido esas decisiones».

«Acelerada, caótica y cruel»

El cardenal Cupich critica también la forma «acelerada, caótica y cruel» en la que la orden ejecutiva ha sido diseñada e implementada. «Han dejado a personas con visados válidos y otros documentos adecuados retenidos en nuestros aeropuertos, o sin permitirles embarcar» en aviones. La declaración destaca además la ironía de que el veto no incluye a los países de 15 de los 19 terroristas del 11S, pero sí a iraquíes que han colaborado con los militares estadounidenses.

El arzobispo de Chicago considera innecesario el recrudecimiento de las condiciones para entrar en el país como refugiado. La larga experiencia de los católicos ayudando a personas durante este proceso ha permitido a la Iglesia «conocer el largo y meticuloso escrutinio al que deben enfrentarse antes de ser admitidos en el país». Chicago —continúa— «generaciones de inmigrantes han encontrado un nuevo hogar. Somos mejores por ello».

En la Marcha por la Vida… y por los refugiados

También el arzobispo de Washington D. C., cardenal Donald Wuerl, ha enviado una carta a los sacerdotes, con algunas reflexiones orientativas. «Estamos llamados a cuidar unos de otros, ya sea de nuestro vecino de hace tiempo, o del recién llegado que busca refugio de una persecución religiosa y política brutal».

El compromiso de la Iglesia con estas personas se manifiesta en las parroquias, ONG católicas y, «en algunos casos, simplemente alzando nuestra voz». Así fue el mismo viernes durante la Marcha por la Vida, «y también ahora alzamos nuestra voz en apoyo a todos los refugiados, especialmente de los que huyen de la persecución religiosa».

«Esperamos que el Gobierno» no atienda a sus legítimas preocupaciones por la seguridad nacional «a expensas de personas inocentes en necesidad, y que tome todas las medidas necesarias para asegurarse de que su seguridad está protegida, y que agilice todos los procesos para atender la necesidad de ayuda humanitaria».