El capellán de la capilla más pequeña de España: «El patrimonio de la Iglesia está para llevar a Dios» - Alfa y Omega

El capellán de la capilla más pequeña de España: «El patrimonio de la Iglesia está para llevar a Dios»

Dice Félix Díaz que la del Cristo de la Victoria, en la céntrica calle Ancha de León, es tan pequeña que «en cuanto entras te das con el altar», pero tiene la virtud de reunir una vez al año a toda la corporación municipal en una Eucaristía que se celebra en mitad de la calle. Además, su atractivo turístico le reporta buenos ingresos que se emplean en obras de caridad. Porque el patrimonio de la Iglesia está, según dice Félix, «para llevar a Dios a todas las personas». Algo que él hace también en su labor de párroco en la iglesia de San Marcelo, como canónigo de la catedral y como profesor de Patrística en el seminario

José Antonio Méndez
El capellán preside la popular Misa del día de la fiesta del 24 de junio, san Juan, ante la capilla. Foto: Diócesis de León

Hace poco a la capilla del Cristo de la Victoria le han quitado las rejas de la puerta y las han sustituido por unas grandes cristaleras para que se vea el interior. ¿Por qué?
Para que la gente que pase por la calle Ancha, que es muy turística, lo vea y rece. Mi amigo, el director del Museo diocesano de León, esto lo tiene clavado y nos repite que tenemos que insistir mucho en que todo el arte cristiano conlleva un mensaje catequético y una idea que nos remite al más allá. Lo triste es que nos hemos quedado únicamente con el esteticismo sin más.

¿Cómo se puede aprovechar el patrimonio para evangelizar?
Juegan un papel muy importante los cicerones de esos lugares. Tenemos que trabajar más la forma en la que enseñamos nuestros templos, porque hay guías que no tienen ni idea.

¿Estamos desaprovechando ese potencial evangelizador?
Claro que sí. Tenemos que dar a conocer la riqueza de los santos, el simbolismo de los ángeles… No es pura estética, hay detrás todo un mensaje que tiene que ver con Dios y con las virtudes y los vicios.

Es curioso que una capilla que habla de la victoria de Cristo sea la más pequeña de España.
Dios habla en lo pequeño. Esta capilla está sobre la casa natal de san Marcelo, un militar romano mártir por su fe, que es el patrón de la ciudad. La gente le tiene mucha devoción al Cristo de la Victoria. Hay un cepillo que da a la calle, y al año salen cerca de 3.000 euros de recaudación.

Foto: Diócesis de León

¿Qué hacen con ese dinero?
Lo canalizamos a través de colectas de tipo social: campañas contra el hambre, apoyo a los comedores, apoyo a las misiones…

Ahora se está hablando bastante de los dineros de la Iglesia. ¿Para qué emplea la Iglesia su patrimonio?
¡Para llevar a Dios a los demás, y para dar de comer a quien no tiene! Aquí, por ejemplo, estamos en el centro de la ciudad y no hay muchas necesidades, pero colaboramos con el comedor de caridad y también tenemos un grupo de familias de los alrededores a las que atendemos todos los meses.

Una vez al año, el 24 de junio, reúne en la capilla a toda la corporación municipal en una Misa. ¿Es una responsabilidad hablar a los políticos?
No me da corte ninguno. Me suelo centrar en san Juan, que es todo un signo de autenticidad, de exigencia y de grandeza.

También es la voz que predica en el desierto… ¿Hablar de Dios a los políticos es predicar en el desierto?
No, no, no. Mire, dentro de la corporación hay mucha gente que se acerca a comulgar. Se corta la calle y traen bancos del Ayuntamiento. Después de la Misa vamos a tomar un café en una tertulia hermanada y sin reticencias, en un clima de mucha cercanía.

O sea que, desde una capilla minúscula Dios se mete en el espacio público que suele ser tan hostil…
Meter a Dios en la vida pública tienen que hacerlo las personas, no se puede imponer desde la política. Conozco concejales que tienen un compromiso de vida auténtico y coherente, e incluso tengo en San Marcelo a algún concejal que es catequista, como hay otros que lo son en otras parroquias. Actúan con una gran libertad, en el sentido profundo y teológico de la palabra, para obrar el bien. Dios da siempre esa libertad.