Nos valora por lo que somos, más que por lo que hacemos - Alfa y Omega

Nos valora por lo que somos, más que por lo que hacemos

«Si siempre damos gracias a Dios por la vida religiosa y consagrada de nuestra archidiócesis, hoy queremos darle gracias, y expresarlo al mismo señor cardenal, por su dedicación y trabajo para que nuestros institutos mejoren para gloria de Dios y bien de la Iglesia», escribe la dominica María Luisa Cárdenas, autora de este artículo:

Colaborador
Una visita a las Oblatas, el año 2000 (lo recibe la Fundadora, ya en silla de ruedas; en el centro, la Superiora, M. Montserrat)

Cuando, en 1994, el nuevo arzobispo, monseñor Rouco, llegaba a la archidiócesis, en Madrid había, en números redondos, 11.000 consagrados. De ellos, 8.000 mujeres y 3.000 varones, en 1.100 casas. Actualmente somos, en total, 9.529: 7.271 consagradas (6.837 religiosas y de sociedades de vida apostólica, 379 miembros de institutos seculares, 28 pertenecientes a nuevas formas de vida consagrada y 27 vírgenes seglares consagradas), y 2.258 consagrados (1.690 religiosos sacerdotes y de sociedades de vida apostólica, 480 religiosos laicales, 64 miembros de institutos seculares y 24 de nuevas formas de vida consagrada). Y más de 1.000 casas, con menor número de miembros cada comunidad. Y en la edad: todos con veinte años más.

El arzobispo y luego cardenal, desde el principio de la Visita pastoral, un año por Vicaría, se ha reunido con todos los consagrados que han querido acudir a cada una de las reuniones de arciprestazgo, ha podido saludarlos personalmente y dialogar sobre la situación pastoral del entorno. Y los obispos auxiliares visitan personalmente, por el mismo tiempo de la Visita, cada una de las comunidades y casas de los consagrados. A la vez, en otras reuniones, el señor cardenal se ha encontrado con los profesores de colegios de cada arciprestazgo, mientras que los obispos auxiliares visitaban personalmente cada colegio.

En esos encuentros, hemos podido presentar a nuestro obispo diocesano –además de la historia de nuestra respectiva fundación y fundadores–, el instituto al que pertenecemos y lo que realizamos en ese territorio.

Y el cardenal nos ha subrayado repetidamente que, como pertenecemos indiscutiblemente a la «vida y santidad de la Iglesia», es más importante lo que somos que incluso lo que hacemos. Y son muchos, ellos y ellas, que quieren seguir al Señor con verdadera fidelidad, venciendo las tentaciones de secularismo que a todos nos acechan. Y hemos recibido de él ánimo e impulso para vivir también en la comunión eclesial.

Si desapareciera la vida consagrada en Madrid, como ya va sucediendo paulatinamente en otras diócesis, sería un perjuicio enorme, pues los consagrados (mayoritariamente religiosas y religiosos) atendemos a 225 colegios, 2 universidades y 5 centros universitarios, 25 colegios mayores y 23 residencias universitarias de estudiantes y trabajadoras, 10 hospitales y dispensarios, 27 residencias de ancianos, 3 albergues, 5 comedores para necesitados y 37 casas de espiritualidad. Además, en la archidiócesis están ubicadas 234 Curias generales y provinciales, 48 noviciados o casas de formación, y 12 casas para miembros mayores de su respectivo instituto. La mayoría de institutos que hay en España tienen casa en Madrid, y la mayoría de institutos que están en Madrid tienen sus casas provinciales y generales en esta archidiócesis.

Por otra parte, alrededor de los institutos y de las casas, 300 asociaciones de jóvenes y adultos están llevadas por consagrados en lo que se empezó a llamar la misión compartida. Y, en Madrid, nacen vocaciones para algunos institutos de vida consagrada, cuando los y las jóvenes tienen una profunda experiencia espiritual, son acompañados, se les propone la vocación y tienen referentes claros de entrega y fidelidad en la vida religiosa.

Hay también tres monasterios de monjes, con iglesias abiertas a los fieles, y 33 de monjas de clausura (cerca de 500) con sus iglesias abiertas a los fieles. Cuando el cardenal ha tenido algún tiempo libre, al venir de alguna presencia en parroquias o en otros lugares, ha llamado a la puerta de los monasterios, la mayoría de las veces sin avisar, para estar y cuidar de la vida de las monjas de clausura.

No pasa inadvertido que el cardenal arzobispo ha pedido la ayuda de la oración y la penitencia de toda la vida de las contemplativas, para él y su ministerio episcopal, tanto diariamente como en las acciones más singulares de la archidiócesis (Sínodo, JMJ, misiones especiales…) Frecuentemente, en su predicación ha citado y agradecido la ayuda real que recibe y recibimos de las monjas y monjes contemplativos.

Y es significativa la presencia de consagrados sacerdotes en la pastoral parroquial, pues atienden 101 parroquias en la capital y 12 en los pueblos; en total 113 de las 468 parroquias de la diócesis. En las iglesias parroquiales o rectorales, servidas por religiosos, acudimos muchos fieles para recibir el sacramento de la Penitencia. Los presbíteros religiosos concelebran en la misa crismal, cada año, con los demás sacerdotes diocesanos. Y en muchos colegios los niños son preparados y reciben la Primera Comunión y, más adelante, la Confirmación.

Don Antonio, con el Papa Benedicto XVI, en el encuentro con las religiosas jóvenes en El Escorial, durante la JMJ Madrid 2011

Retiro para consagrados

En Madrid están ubicadas las CONFER, Cedis y Fere, tanto diocesanas como nacionales. El cardenal, como arzobispo metropolitano, con sus obispos sufragáneos, ha venido manteniendo bienalmente una reunión con los Superiores mayores que tienen casas en la Provincia Eclesiástica de Madrid. A la vez, los religiosos sacerdotes están representados en el Consejo presbiteral y también, junto con las consagradas, en el Consejo Diocesano de Pastoral.

Durante estos cuatro lustros, bastantes institutos religiosos hemos venido a Madrid y otros más han sido erigidos por el cardenal en la archidiócesis.

Desde el año 1999, como preparación para el jubileo, hasta ahora, en la víspera de cada Adviento, él mismo ha dirigido un retiro de una mañana para los consagrados de la Iglesia en Madrid. Y desde que se estableció la Jornada Mundial de la Vida Consagrada por san Juan Pablo II, en 1997, hemos renovado nuestros votos o compromisos ante él y ante el pueblo de Dios, en la fiesta de la Presentación del Señor, cada 2 de febrero, en la catedral de La Almudena.

Fue notable cómo los religiosos y consagradas abrimos nuestras casas para albergar a jóvenes durante aquella semana de la JMJ 2011.

Todas las informaciones de la archidiócesis: Cartas pastorales, conferencias del cardenal, Planes pastorales, Infomadrid, etc., las recibimos puntualmente en nuestras casas.

Si siempre damos gracias a Dios por la vida religiosa y consagrada de nuestra archidiócesis, en esta ocasión queremos darle gracias, y expresarlo al mismo señor cardenal, por su dedicación y trabajo para que nuestros institutos mejoren para gloria de Dios, bien de la Iglesia y de nuestro respectivo instituto.

Gracias por todo, señor cardenal. Que el Señor se lo premie.

María Luisa Cárdenas
Dominica Hija de Nuestra Señora de Nazareth

Primacía de la santidad

No era el día de los Santos Inocentes, pero todas nos lo tomamos a broma cuando la Hermana que estaba en el coro irrumpió en la recreación exclamando: ¡Ha entrado en la capilla el señor cardenal y quiere pasar a vernos! Con risas y alborozo secundamos la ocurrencia de la Hermana; hasta que su ansiosa insistencia nos hizo comprender que era verdad: el cardenal Rouco, sin previo aviso, venía a visitarnos.

Fue ésa una de las muchas veces en que pudimos disfrutar de su grata presencia en el monasterio. Siempre sencillo y familiar, don Antonio María gustaba de compartir con la comunidad sus reflexiones, alegrías y penas, sus muchas experiencias de padre y pastor. Encomendaba a nuestra oración ¡tantas preocupaciones suyas por la archidiócesis y por la Iglesia universal! Nunca podían faltar en estos encuentros los cantos a la Virgen: Quiero, Madre, en tus brazos queridos como niño pequeño dormir…; Dulce Madre, Virgen pura, tú eres siempre mi ilusión… Iruarrízaga, Beobide…, autores músico-sacros de su juventud que le encantaban. De sus años mozos en Salamanca, data su primera noticia de unas monjas austerísimas llegadas allí cinco años antes que él, llamadas Oblatas de Cristo Sacerdote. Luego, siendo joven obispo, trató en la Conferencia Episcopal Española a nuestro fundador, monseñor José María García Lahiguera. «El padre -nos decía-, al verme tan novato, me animaba: Has estado muy bien, Antonio, ¡anímate!» Nombrado arzobispo de Madrid justo al cumplirse los cinco años de la muerte de don José María, don Antonio se ocupó inmediatamente de la apertura de su Proceso de canonización. Conoció a nuestra fundadora, Madre María del Carmen Hidalgo de Caviedes, en esa providencial coyuntura. Él mismo, en el año 2000 clausuró la fase diocesana del Proceso canónico del Padre, y en septiembre de 2013, inició el de la Madre. Realmente, durante estos últimos cuatro lustros, nuestra pequeña familia religiosa ha experimentado muy en directo su constante solicitud pastoral. Año tras año, hasta veinte, nunca ha dejado de presidir en el claustro de nuestro monasterio la ya tradicional concelebración en la fiesta de Cristo Sacerdote. Le hemos visto en todo momento atento a nuestro progreso en fidelidad al carisma que nos define. Nos ha hecho sentir el gozo de vivir bien dentro de la comunión eclesial.

Sabemos que muchas de nuestras Hermanas contemplativas de Madrid podrían aportar testimonios semejantes a éste, pues monseñor Rouco ha mostrado repetidamente su estima por las comunidades contemplativas, cuya presencia característica en la Iglesia que peregrina en España le llena de satisfacción. Lo último ha sido esa Carta en acción de gracias por sus 20 años como arzobispo de Madrid, con la que casi nos saca los colores al decir: «Estoy seguro de que todos comprenderán que me fije en las comunidades menos llamativas y, sin embargo, más preciosas para que la Iglesia viva y crezca en la gracia del amor del Corazón de Cristo y en santidad: las comunidades de vida contemplativa. […]. Son las primeras y más decisivas evangelizadoras. ¡Que Dios os lo pague!»

Sin duda, estas palabras no nacen de un simple afecto personal, sino de un profundo espíritu de fe. Se ve que el señor cardenal ha meditado con hondura el Concilio Vaticano II y las enseñanzas de los Papas recientes, y no olvida un «principio esencial de la visión cristiana de la vida: la primacía de la gracia, la primacía de Cristo, y en relación con Él, la primacía de la vida interior y de la santidad». Y él, como san Juan Pablo II, está convencido de que, en la oración, se halla el secreto de un cristianismo realmente vital, que no tiene motivos para temer el futuro, porque vuelve continuamente a las fuentes y se regenera en ellas (Novo millennio ineunte, 38 y 32).

Señor cardenal, si usted nos da las gracias, nosotras ¡cuánto le tenemos que agradecer! Que Dios se lo premie. Y que le guarde en su corazón Aquella a quien usted nos ha alentado a querer cada día más: esa Señora de tez morena, Virgen y Madre del Redentor; Santa María de la Almudena, Reina del Cielo, Madre de Amor.

Oblatas de Cristo Sacerdote