«En las iglesias» católicas, «hubo mucha discusión» sobre si votar a Trump o a Clinton - Alfa y Omega

«En las iglesias» católicas, «hubo mucha discusión» sobre si votar a Trump o a Clinton

Desde la diócesis Texana de El Paso, dos sacerdotes y un político demócrata hablan de qué ha significado la elección de Trump

María Martínez López
Foto: EFE/Justin Lane

La toma de posesión este viernes del nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, abre un nuevo período lleno de incertidumbre. Entre las muchas preguntas, destaca qué significa para el país la inesperada elección del magnate como nuevo presidente, y qué implicaciones tendrá esto para esta sociedad norteamericana.

Desde 1980, el estado de Texas ha sido el principal bastión republicano en todas las elecciones. Con 38 electores, es el segundo estado más decisivo del Colegio Electoral estadounidense después de California (demócrata desde 1992), que cuenta con 55 electores. Con todo, en las elecciones del 8 de noviembre, Donald Trump sacó «solo» un 52 % de votos. Este porcentaje, aunque significativo, es menor que en las cuatro elecciones presidenciales anteriores y queda muy por detrás del hasta 70 % de apoyo que obtuvo el nuevo presidente en, por ejemplo, el estado de Wyoming.

Acercándose un poco más, se observa que la mayoría de los condados cercanos a la frontera con México, con una población mayor de hispanos, votaron por Hillary Clinton. Con todo, el apoyo a Trump en ellos no es desdeñable. En el territorio de la diócesis de El Paso –con cerca de un 80 % de hispanos–, Clinton recibió el 67 % de los votos, Trump el 28,1 % y candidatos independientes el 4,9 %.

Desde esta diócesis, dos sacerdotes implicados en el trabajo pastoral con hispanos y un político demócrata hijo de inmigrantes analizan someramente, para Alfa y Omega, las razones del éxito de Trump. ¿Todos el voto pro-Trump fue antiinmigración? ¿Por qué en zonas hispanas conservó cierta influencia? ¿Ha habido un voto católico?

¿Voto provida?

Empezando por la última pregunta, no parece plausible que el principal motor de Trump haya sido la defensa de la vida y la familia. De haber sido así, este apoyo debería haber ido a otros precandidatos republicanos, como Marco Rubio, con un expediente mucho más limpio que el ambiguo historial en este ámbito de Trump. Pero sí es cierto que Trump, contra todos los pronósticos, ganó en el voto católico (un 52 % de católicos le votaron, frente a un 45 % a Clinton). En las elecciones anteriores, los católicos prefirieron a Obama (50 % frente a 48 %).

Durante toda la campaña, el dilema para el votante católico fue difícil: Trump, con propuestas de política social contrarias a la doctrina social de la Iglesia y a las prioridades del Papa Francisco; o Clinton, firme defensora del aborto –la apoyaba el gigante abortista Planned Parenthood– y la ideología de género.

«En las iglesias, hubo mucha discusión» sobre cómo debía votar un católico, explica el padre Arturo Bañuelas, párroco de San Marcos. «Constantemente escuchábamos a católicos decir que ellos no podían votar por Clinton. Muchos votaron por Trump por el aborto, no porque estuvieran a favor de lo que representa». Con todo, explica que el apoyo a Trump fue mucho mayor, por este y otros motivos, entre las comunidades evangélicas anglosajonas.

Otros, en cambio, tampoco aceptaban a Trump por la cuestión migratoria y social. De esos, «muchos no votaron». Para Bañuelas, «toda esta discusión fue buena, porque ha ayudado y va a seguir ayudando a hablar más de justicia social y promover una visión de la defensa de la vida que también incluya el apoyo a los inmigrantes y la asistencia sanitaria» universal.

Entre el casi 30 % de votos por Trump en El Paso, ¿pudo haber latinos que pusieran la defensa de la vida por encima de la cuestión migratoria? El senador demócrata en el Senado estatal de Texas, José Rodríguez, admite esta posibilidad. «Los latinos, como todos los demás, no son un grupo monolítico, y hay algunos que no tienen en cuenta la caracterización que Trump hace de nuestras comunidades en favor de otras cuestiones importantes para ellos, ya sean sociales, de seguridad nacional, o cualquier otra que les motive. Mi sensación es que en esos casos se trataba más de seguir con el Partido Republicano que de Trump, pero habría que preguntarles a ellos. Y creo que es importante considerar que es una minoría abrumadora».

Inmigración

El racismo y rechazo a los inmigrantes de parte de los votantes ha sido, sin duda, uno de los factores a tener en cuenta en estas elecciones, como demuestran los mensajes xenófobos difundidos en los medios y las redes sociales, así como los casos de acoso a inmigrantes y afroamericanos antes y después de la votación.

El senador Rodríguez cree que el sentimiento antiinmigración «en parte se debe a una falta de conocimiento sobre los inmigrantes y la frontera, y en parte a la manipulación cínica de esa falta de conocimiento por parte de ciertos candidatos, así como de figuras de los medios. Esa inclinación natural y la hábil manipulación se han combinado en esta era de miedo para producir un modelo político exitoso que vemos replicado en todo el mundo».

«En nuestro país –añade el padre Arturo Bañuelas, de la parroquia de San Marcos– hay una narrativa basada en un racismo que promueve mitos de los migrantes. Los medios presentan una perspectiva basada en un racismo y la narrativa del mito. Por ejemplo, que los inmigrantes» están implicados en el mundo del «crimen, que vienen a quitarnos los trabajos, que no quieren hablar inglés, que vienen a abusar de las escuelas, las clínicas… cuando en realidad contribuyen más a la economía que lo que usan».

Descontento y deseo de cambio

Pero, detrás de este rechazo, ¿hay realmente una fobia al extranjero, o es resultado más bien de otros elementos? «Muchos dicen que quien votó por Trump no lo hizo por la inmigración sino porque prometió trabajos y que iba a volver a traer industria a zonas» del centro del país «donde antes había mucho empleo y ahora han decaído», explica el jesuita Rafael García, de la parroquia del Sagrado Corazón.

Pero, más allá de esto, el sacerdote detecta un hastío con el establishment. «Aquí, como en otros países, la gente está harta de la política que no resuelve los problemas. Curiosamente, los dos candidatos que revolvieron el ambiente y sacaron a gente nueva a votar han sido» independientes y «anti-establishment: Bernie Sanders y Trump. Hillary Clinton no era ni fuerte ni popular».

Desde el propio partido de la que fue primera dama, el senador Rodríguez reconoce que «en un sentido amplio, estas elecciones eran de cambio, y para muchos Hillary no era un cambio suficiente. Eso, junto con un cierto nivel de apoyo por cualquier candidato republicano fue suficiente para decidir la elección a favor de Trump por los votos del colegio electoral. Recuerde que Hillary ganó en voto popular por más de dos millones» de diferencia.