La comunión es la respuesta - Alfa y Omega

La comunión es la respuesta

La presidenta del Movimiento de los Focolares, Maria Emmaus Voce —sucesora de Chiara Lubich—, visita estos días en España las comunidades del Movimiento, coincidiendo con la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, una de las grandes labores de su carisma. Maria Voce nos habla del trabajo ecuménico, del proyecto Economía de comunión en las empresas y de la apertura a los inmigrantes

Cristina Sánchez Aguilar
María Voce y Giancarlo Faletti, co-Presidente del Movimiento de los Focolares, en un encuentro, el pasado fin de semana en Castell d’Aro (Gerona)

La Semana de Oración por la unidad de los cristianos, que estamos celebrando del 18 al 25 de enero, coincide con la fecha en que usted está visitando las comunidades del Movimiento en España. ¿Cómo trabajan los Focolares en España y en el mundo la unidad de los cristianos?
La aportación específica de nuestro Movimiento en el camino ecuménico, tanto en España como en el resto del mundo, es la espiritualidad de la unidad que, desde hace años, es también reconocida como espiritualidad ecuménica, porque tiene sus raíces en el Evangelio y la viven no sólo católicos, sino también ortodoxos, anglicanos, luteranos, reformados y cristianos de muchas otras Iglesias. Han sido los responsables de las distintas Iglesias los que han animado la difusión en sus comunidades.

Es un diálogo de la vida, no reservado a teólogos o expertos; todos lo pueden vivir: es un diálogo del pueblo. Conociéndonos, caen prejuicios de siglos, descubrimos recíprocamente cuántas riquezas hay en las distintas Iglesias y cuántas son comunes. Es un vínculo tan fuerte que nos hace experimentar la comunión posible. Es una luz que ilumina el diálogo teológico para alcanzar esa unidad visible entre las Iglesias, tan urgente para dar un testimonio creíble al mundo de hoy.

El proyecto Economía de comunión es una gran salida a la crisis actual que asola Europa. ¿Está funcionando esta iniciativa en España?
Sabemos que Europa sigue amenazada por los efectos de una crisis que está resultando especialmente difícil para España, con altísimas tasas de paro y con un importante aumento de familias necesitadas. Sabemos que esta crisis no es sólo financiera, es también el fruto de un estilo de vida basado en el consumo excesivo y no sostenible.

La comunión es un signo de los tiempos y, como tal, en ella pueden encontrarse respuestas concretas a los problemas de hoy, incluso a los económicos. La Economía de comunión, expresión del carisma de la unidad, aparece citada por Benedicto XVI en su última encíclica Caritas in veritate y está suscitando un gran interés también en España, donde se trabaja fundamentalmente a tres niveles: tratando de crear nuevas empresas y fortalecer las ya existentes para que puedan crear nuevos puestos de trabajo; extendiendo la cultura de comunión en el ámbito académico y profesional para mostrar a nivel teórico y práctico que otra economía es posible; y compartiendo los beneficios que obtienen las empresas con los más necesitados. Por ejemplo, algunas empresas españolas están financiando con sus beneficios la puesta en marcha de proyectos empresariales en Bolivia.

Las empresas que participan en el proyecto tienen distintas formas jurídicas, compiten en el mercado normal y operan en los más variados sectores de actividad; las hay industriales, de servicios y comerciales. Lo que tienen en común son principios como la gratuidad, la fraternidad y la comunión que, hasta hace poco, no formaban parte del vocabulario económico dominante y que caracterizan su modo de actuar tanto en sus relaciones internas, como externas.

El domingo pasado, celebrábamos la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado, con el lema Una sola familia humana. ¿Cómo se derriban los muros de la intolerancia y del miedo que cada vez penetran más en la sociedad española hacia el emigrante?
Creo que justamente este momento, lleno de miedo e intolerancia, puede ser propicio para que la sociedad española, y diría también la europea, se abra a una nueva prospectiva. Nuestras sociedades europeas, cada vez más multiculturales y multirreligiosas, se sienten amenazadas en su identidad. En cambio, ¿por qué no ver en este fenómeno un nuevo mundo que está naciendo? Ha sucedido ya más veces en la historia de nuestra Europa, justamente por los grandes movimientos migratorios.

Quizás, ahora, el terreno está más preparado que nunca para testimoniar que tenemos un Padre que es Amor. El redescubrimiento del Padre nos abre a los hermanos según su plan de unidad de la familia humana. Entonces, se desvanece cualquier temor y se mira a los hermanos con otros ojos: se superan las barreras del otro y somos los primeros en abrirnos, olvidando las propias certezas, poniendo entre paréntesis las costumbres, los hábitos, para descubrir los de los demás.

Solos, claro que no es posible. Sed una familia. Es la invitación que el Papa dirigió a España, durante su último Viaje. Éste fue también el testamento de Chiara Lubich. Es la realidad que podemos ofrecer: una familia de razas y culturas distintas que abraza todo tipo de persona, sin excepción, que vive para crear espacios de comunión y fraternidad en cualquier ambiente. ¿No puede ser éste el rostro del nuevo mundo que se prepara?