Es la hora de que la Iglesia acompañe a las víctimas de abusos sexuales - Alfa y Omega

Es la hora de que la Iglesia acompañe a las víctimas de abusos sexuales

Al hilo de las últimas noticias sobre los abusos cometidos por un presbítero en la diócesis de San Sebastián, Gemma Varona, investigadora del Instituto Vasco de Criminología, recuerda la importancia de no centrar solo la mirada en la pena impuesta al sacerdote sino de acompañar a las víctimas de manera individual. Recalca que ha llegado la hora de que la Iglesia ponga en marcha un centro de atención al que las víctimas puedan acudir

Cristina Sánchez Aguilar
Un momento de la Eucaristía celebrada por monseñor Munilla el pasado domingo en la catedral guipuzcoana. Foto: Diócesis de San Sebastián

«El perdón es muy sanador. Creo que la Iglesia puede y debe pedir perdón en público, lo que supone un gesto sincero y comprometido que ayuda mucho a las víctimas. Lo estamos viendo estos días con lo sucedido en San Sebastián». Gemma Varona, investigadora del Instituto Vasco de Criminología, elogia la respuesta del arzobispo diocesano, monseñor José Ignacio Munilla, quien pidió perdón públicamente «en nombre de la Iglesia a las víctimas y familiares por el daño que han sufrido en nuestro seno» tras darse a conocer la noticia de que un popular sacerdote guipuzcoano había cometido abusos sexuales contra menores.

Frente al revuelo mediático que ha centrado la mirada en la figura y la pena canónica impuesta al sacerdote –prohibición del ejercicio público del ministerio sacerdotal, obligación de residir en un monasterio, acompañamiento espiritual y terapia psicológica y prohibición de todo contacto con menores si no es en presencia de otro adulto–, Varona recuerda la importancia de que la Iglesia acompañe a las víctimas «y, además, de manera individual. De momento hay varias personas que han denunciado los abusos, y cada una es un mundo, con unos tiempos, una edad diferente, con unas relaciones familiares concretas… no hay una fórmula general de acompañamiento».

Lo que sí es general es la necesidad de reparación: «Las víctimas buscan que se reconozca lo que les ha pasado, que no se las cuestione». Muchas veces, añade la investigadora, van por la vía de la reparación económica «porque no obtienen respuesta de acompañamiento por parte de la Iglesia. Quieren justicia, y si solo se les ofrece eso, pues optan por eso, porque las terapias son muy costosas». Pero, para Varona, ha llegado el momento de que la Iglesia «ponga en marcha un centro de atención al que las víctimas puedan acudir en cualquier momento, donde sientan que importa lo que les ha pasado».

Lo corrobora Gil José Sáez, vicario judicial de la diócesis de Cartagena-Murcia, que destaca también la importancia de «constituir un equipo multidisciplinar en cada diócesis donde haya un psicólogo o psiquiatra, un abogado civil y un canonista, como mínimo». Gil pone como ejemplo el modelo irlandés, donde hay «un número de teléfono, abierto 365 días al año las 24 horas, en el que un grupo de profesionales atienden a la persona, protegen su intimidad y la acompañan desde la primera llamada».

Irlanda no es un caso aislado. La mayoría de las conferencias episcopales tienen en su página web un link bien visible para denunciar abusos. «En Europa tienen este enlace todas, menos España y Polonia», advierte Sáez.

El obispo Munilla, consciente de la importancia de esta reparación, recalcó ante los presentes el pasado domingo en la catedral diocesana que su agenda «queda disponible para atender de forma prioritaria los casos que puedan presentarse» y pidió a todos aquellos que hayan sufrido abusos por parte de sacerdotes que no tengan miedo y den el paso de contarlo. «Pido que afloren cualquier tipo de abusos sexuales cometidos contra menores que hayan podido cometerse en el seno de nuestra Iglesia, así como en otros ámbitos», aseveró. Anunció, además, que se va a implementar en la diócesis la legislación civil sobre protección de menores, «de forma que todos aquellos que trabajen con niños deben obtener su certificado de estar libres de antecedentes penales en materia de delitos de naturaleza sexual». También en la formación permanente del clero y en las delegaciones pastorales «se abordarán los temas relativos a la madurez afectiva sexual» e hizo un llamamiento «a redoblar la oración y la penitencia como instrumentos indispensables en la lucha contra el mal».