Una fe sellada con el martirio - Alfa y Omega

Una fe sellada con el martirio

La cruda realidad de la persecución religiosa en España se dejó caer con fuerza sobre los Hermanos Maristas de san Marcelino Champagnat. De las casi cien casas que el Instituto tenía en España, en 44 hubo víctimas, once fueron incendiadas, muchas docenas fueron saqueadas y las profanaciones de capillas y objetos sagrados fueron innumerables. Si los Hermanos asesinados fueron 172,los que conocieron cárceles, torturas y persecuciones fueron varios centenares

Jorge López Teulón
Comunidad de los Hermanos maristas de Toledo

Los Hermanos maristas llegaron a Toledo el 1 de julio de 1903 y abrieron las puertas de su colegio el 1 de septiembre del mismo año. De esta forma, cumplían -como lo siguen haciendo hoy- la consigna recibida por su fundador, san Marcelino Champagnat: «Formar buenos cristianos y ciudadanos honrados». Ésta es la razón de ser de todo Hermano marista, y por ella iban a morir, el 23 de agosto de 1936, en la ciudad de Toledo.

En Toledo, la persecución fue sistemática, dándose situaciones idénticas a las del resto de España: todo lo que tuviera matiz confesional o religioso se perseguía. El colegio de los Hermanos maristas funcionó, con más o menos regularidad, hasta el 18 de julio de 1936. El ambiente colegial, según alumnos que lo vivieron, era cordial; los resultados, brillantes; y la sintonía entre Hermanos y alumnos, amistosa y familiar. Sin embargo, la intranquilidad y el miedo aumentaban cada día y, en ocasiones, los alumnos eran insultados y vejados a la salida del colegio.

Durante los primeros días de la Guerra Civil, la ciudad de Toledo fue intimidada por el Gobierno de Madrid a la rendición. La Guardia Civil y la Academia, con algunos cadetes, algunas familias y unas pocas Hijas de la Caridad, se refugiaron en el Alcázar el 22 de julio, teniendo al frente al coronel don José Moscardó. Allí resistieron durante 70 días bombardeos, hambre y toda clase de miserias.

Dueños de la población, los marxistas asaltaban casas, llevándose los objetos valiosos y conduciendo a muchos a la cárcel. Esta misma técnica siguieron con nuestros Hermanos. Sonaron varias descargas y, momentos después, cerca de 500 milicianos invadían el colegio. No les ahorraron sufrimientos a los maristas, ya que incluso llegaron a simular su fusilamiento en el mismo patio del colegio.

Proceden inmediatamente a registrar y detener, rompiendo las puertas cerradas. Mientras unos acaban de registrar, otros golpean y detienen a los Hermanos y demás personal. Al portero y al camarero les permiten ir a su casa en libertad, pero los Hermanos son arrastrados a la cárcel. Algunos informantes dijeron a los milicianos que el Hermano Jean Marie Gombert era francés, y éste fue apartado de sus compañeros, pero él pidió acompañarlos y murió después como uno de ellos.

Estuvieron en prisión hasta el 23 de agosto, en que un bombardeo rojo falló en su ataque al Alcázar y causó muchas víctimas en la plaza de Zocodover. Tendría consecuencias: «El pueblo, frenético, asaltó la cárcel esa misma noche y sacó 70 personas para matarlos. Atados de dos en dos, en fila, avanza esa dantesca y heroica procesión que marcha rezando el Rosario hacia San Juan de los Reyes y la Puerta del Cambrón. Unos quedan en la parte exterior, otros en la Fuente Salobre. Las metralletas ya están emplazadas y unos cohetes alumbran el espacio… Allí cayó el Deán, don José Polo Benito, con diez sacerdotes, diez Hermanos maristas y varias personas civiles, entre ellos el hijo de Moscardó: Luis…», relataría el periodista Joaquín Arrarás. Así sellaron su fe de mártires el día 23 de agosto de 1936. Sus cadáveres fueron enterrados en una fosa común.

El Hermano Jorge Luis no estaba con el grupo que sacaron para el suplicio, por hallarse ocupado, en la misma cárcel, en las faenas de cocina. Cuando los milicianos asesinos vuelven y le reconocen como marista -pues él no se oculta-, deciden matarlo al día siguiente. En efecto, a las 24 horas le sacaron, cayendo asesinado junto a la escalerilla de la citada Puerta del Cambrón. Fue enterrado con los demás.

Los Hermanos así sacrificados son once: Cipriano José Iglesias, Jorge Luis Lizasoaín, Jean Marie Gombert, Abdón Iglesias, Julio Fermín Múzquiz, Evencio Pérez, Félix Amancio Noriega, Javier Benito Alonso, Anacleto Luis Busto, Bruno José Ayape y Eduardo María Alonso. En enero de 1941, se procedió a la exhumación de sus restos. Se identificaron bastantes de ellos y se les dio sepultura en una tumba adquirida para este fin en el cementerio. Los tres Hermanos que no pudieron ser identificados fueron trasladados, junto con los demás, al gran mausoleo que la ciudad dedica a sus caídos o asesinados.

El gran colegio-internado fue convertido, desde los primeros momentos, en cuartel de milicias rojas. La capilla se usó como sala de armas. Muchos objetos robados fueron almacenados allí, entre ellos, la Custodia de la catedral. En las últimas horas del dominio rojo, una parte del colegio fue incendiada. El 28 de septiembre de 1936, Toledo es liberada por las tropas de Franco.

Encuentro con el Papa

La editorial Edibesa ha sacado a la luz el primer tomo de El mártir de cada día, de Jorge López Teulón. Así, ya está disponible y completa, en dos volúmenes, una recopilación de la vida y martirio de miles de católicos (seglares y religiosos, sacerdotes y obispos) que derramaron su sangre, por el odio a la fe de sus verdugos, en la persecución religiosa en la España del siglo XX.

Recientemente, el autor tuvo la oportunidad de regalar los dos volúmenes al Papa Francisco, cuya intervención se espera vía satélite en la gran beatificación de mártires del 13 de octubre, en Tarragona.

«Desde la quema de conventos en mayo de 1931, hasta 1939, en España se sufrió una gran persecución contra los católicos», señala López Teulón sobre sus libros. En sus páginas, «no se habla de políticos ni se buscan nombres de los asesinos de nuestros mártires. Presentamos la historia de miles y miles de sacerdotes, religiosos y laicos que afrontaron su destino como un auténtico testimonio de fe».

Es ésta una obra imprescindible para conocer los años gloriosos de la última gran epopeya de la Iglesia en España.