Monseñor Dias: «Para ser misioneros, hay que ser discípulos» - Alfa y Omega

Monseñor Dias: «Para ser misioneros, hay que ser discípulos»

La JMJ ha producido llamativas conversiones, como la de una prostituta que se encontró con un grupo de jóvenes de camino a una Vigilia de oración. Lo cuenta el obispo auxiliar de Río y vicepresidente del comité organizador de la Jornada, monseñor Dias. Esta JMJ pone el acento en la necesidad de que los jóvenes vivan su fe con un sentido misionero, pero antes de lanzarse a la misión, hay que «ahondar en la relación con Cristo»

María Martínez López
Llegada de la Cruz de los jóvenes al santuario de Cristo Redentor, del Corcovado, para la celebración de la JMJ-Río 2013

El Papa y los jóvenes del mundo ya están en Río de Janeiro. ¿Cómo es esta ciudad?
Río es una ciudad muy conocida por sus playas, por el fútbol, y por la samba. Pero el mundo no la conoce todavía por el lado de la fe, y la Jornada será muy buena en este sentido. Es una ciudad donde hay mucha religiosidad: la mayoría de los cariocas son cristianos, aunque los católicos bajan en las estadísticas de los últimos años. Hay un 54 % de la población católica, un 13 % evangélica, y luego una mezcla de religiones, predominando las afrodescendentes. Esto es favorable a la venida del Papa, porque viene a hablar a sus hijos de la Iglesia católica, pero también a todos los hombres de buena voluntad. Desde el principio, nuestro arzobispo dijo que la Jornada tenía que ser ecuménica. En las Iglesias evangélicas hay un gran interés: los jóvenes de muchas se han organizado para estar en la JMJ, y nos han ofrecido sus espacios.

¿Cómo es la situación actual de los jóvenes de Brasil?
Las manifestaciones que ha habido corresponden, en primer lugar, a la acumulación de grandes eventos, que se aprovechan como escaparate. Hay reivindicaciones legítimas y justas, como la mejora en la salud, la educación o el transporte, pero los actos de violencia son obra de grupos radicales que se aprovechan. Estamos en un momento de transición social: la clase media ha crecido, pero aún hay mucho por hacer. Brasil tiene regiones muy distintas y muchas diferencias sociales, para las que hay que saber encontrar soluciones pacíficas y justas. Pero los países no tienen el bien común como su principal objetivo. En la Jornada, los jóvenes tendrán la oportunidad de oír al Papa hablar de esto, porque lo tiene en el corazón; y, siendo su primer viaje internacional, hablará para todo el mundo.

¿Qué frutos esperan que deje la Jornada en su diócesis?
El principal fruto que esperamos es que los jóvenes tengan un cristianismo misionero, no sólo de eventos; que tengan ese espíritu de ir a las nuevas tierras de misión: las universidades, la cultura, la política, el arte, el entretenimiento… La Iglesia tiene que ir a estos sitios, no hay que esperar a que las personas vengan. Tenemos la esperanza de que los jóvenes entiendan que la Jornada es, sobre todo, un espíritu; que tienen que asumir más su papel en la Iglesia. Para ser misioneros, hay que ser discípulos, hay que aprender a conocer a Cristo, ahondar en la relación con Cristo y vivir la vida de Cristo. Los primeros apóstoles, Andrés y Juan, fueron jóvenes. Queremos que quede este mensaje; no anunciar, sino vivir lo propio de los cristianos: ser discípulos y misioneros, buscar la santidad y hacer apostolado.

¿Ha sido fácil la colaboración con las autoridades pública?
Tanto el Gobierno del país como del Estado de Río han colaborado con nosotros, y la parte de la organización que les corresponde —logística, seguridad, asistencia sanitaria— se ha hecho con mucha fluidez. Con todo, los jóvenes vienen como peregrinos, y tienen conciencia de que hay que pasar alguna incomodidad. Hay que adaptarse a las ciudades, y aquí el transporte es muy complicado. Con todo, el Gobierno ha declarado festivos los días centrales para facilitar la movilidad.

La prostituta que pasó la noche ante el Señor

La Jornada Mundial de la Juventud ya ha cambiado Río de Janeiro. Dom Antonio explica que los preparativos de la Jornada ya han dado mucho fruto, «empezando por las conversiones». Quizá la más llamativa sea la de una prostituta, durante una de las Vigilias de oración previas: «Cada mes ha habido una Vigilia mensual de oración y adoración al Santísimo, desde las diez de la noche hasta las seis de la mañana. Durante una de estas Vigilias, unos mil jóvenes fueron en procesión hasta una iglesia donde se hacía la adoración, pasando por una zona de prostitución. Una de las prostitutas preguntó a una joven por qué hacían esto. Ella le respondió: Ven con nosotros. La prostituta pasó la noche dentro de la iglesia y, a las seis de la mañana, buscó a la chica y le preguntó qué podía hacer para cambiar de vida. Cosas así pasan con frecuencia. Muchos de los profesionales que están colaborando con nosotros en distintas áreas ahora están más cerca de Dios, y están procurando vivir y crecer en la fe. Una chica me comentó que eventos como el Mundial o las Olimpiadas van a dejar como legado obras y una mejora en las infraestructuras; pero que lo que va a dejar la JMJ es a Dios en los corazones de las personas».