Ruth perdió a sus padres mientras viajaban a celebrar la Navidad: «Dios nos da un tiempo y luego nos llama» - Alfa y Omega

Ruth perdió a sus padres mientras viajaban a celebrar la Navidad: «Dios nos da un tiempo y luego nos llama»

Ruth es misionera idente. Su misión es su casa y su alegría, a juzgar por cómo habla de su carisma. Su carácter se muestra bien en su voz, una voz ronca y suave, fuerte y divertida; en su tono de hablar coloquial, que suele terminar los participios con ao para hacer sentir en casa al que tiene delante, como si fuera lo único que tiene que hacer en ese instante. Ruth sonríe y ríe sin solución de continuidad, es de esas personas que parecen saber el secreto, ese que sostiene la tierra y el Cielo

Rocío Solís Cobo
Foto: Rocío Solís

El 3 de enero de 2016 Carlos y M.ª Luisa fallecieron mientras viajaban a celebrar la Navidad en familia. El matrimonio del Val se fue como había vivido, unido. Les llegó la epifanía días antes de que el mundo la celebrara. Jesús les llamó, y con esta sencillez y certeza lo vive Ruth, la segunda de los cuatro hijos que regalaron al mundo.

¿Qué pasó?
Pasó que llego su hora. Nunca sabemos ni el día ni la hora, y el Señor quiso llevárselos como habían vivido toda la vida, juntos. En las bodas se promete estar juntos hasta la muerte, pero en el caso de mis padres ni la muerte los separó. Dios tuvo ese detalle.

¿Se puede ver en esto la presencia de Dios?
Claro que sí. Un sacerdote me decía: «Nos podemos enfadar con Dios, pero siempre desde la humildad». Mi carisma subraya la relación filial que tenemos con Dios Padre. Podríamos decir entonces que si nos enfadamos es filialmente [ríe]. No se trata de reclamar a Dios nada, sino de mirarlo y decirle: «Yo no sé, Señor, Tú sabes más». Yo confío. De alguna manera, aunque todo fuera repentino, Dios nos estaba preparando el corazón días antes. Cuando ocurre reconoces que tu corazón lo intuía.

¿Cómo puede vivir el que se queda aquí?
Yo he experimentado lo que dice la Escritura, que «Dios no abandona a los huérfanos ni a las viudas». Dios se hace presente y no te quita a tus padres, sino que te los deja de otra manera. Su presencia es real y es auténtica. Te metes en la cocina y a veces parece que mi madre te va fregando los platos por detrás. Noto la intercesión de mis padres. Qué bello poder pedirles ayuda y no solo para mí, sino también para los demás. Nunca me he sentido huérfana porque sigo sintiendo a mis padres vivos, de otra manera, pero vivos.

Dicen que el primer año de duelo es muy especial, es la primera vez de todo sin ellos.
Así es. Para mí los momentos más duros de este año han sido el día de la madre, el cumpleaños de mi padre y su aniversario de boda. También este año se ha casado mi hermana (anuncio que nos dio precisamente el mismo día que mis padres se marcharon). Y al contrario de lo que podíamos esperar, fue un día bellísimo. El día a día es llevadero. Cristo nos dice: «Venid a mi los que estáis cansados y agobiados que yo os aliviaré».

Foto: Javier Jiménez

¿Qué papel juega la Iglesia en tu vida?
Todo. En mi comunidad me han sostenido. Aunque no solo a mí… Mi hermana pequeña ha vivido en mi comunidad tres meses antes de su matrimonio. Hemos podido vivir juntas como familia.

¿Siendo protagonista del duelo se puede ayudar a los demás?
¿Cómo me cuidó Dios a mí? Teniendo que cuidar a otros. El hecho de estar mirando a tus hermanos, de estar pendiente de los demás, hace que no estés pendiente de ti, y eso cura. También he podido hablar y sostener a amigos de mis padres que, de alguna manera, no llegaban a aceptar que Dios nos los hubiera arrebatado de esta forma tan abrupta. Yo sé que Dios nos da un tiempo y ese tiempo se acaba, ya está. Pero no todos lo vivimos así.

¿Qué os han dejado tus padres?
«La familia es lo primero», decía mi padre. Así lo vivían y así lo han transmitido. Nos han dejado en herencia un vínculo muy fuerte entre los cuatro hermanos. Hemos podido llorar y reír juntos este año. Es precioso experimentar todo lo que nos han querido. Por eso de epitafio tienen un gracias, el nuestro: «Gracias por enseñarnos a amar».