Nuestra economía necesita otra orientación - Alfa y Omega

Nuestra economía necesita otra orientación

Considerar que el desarrollo se identifica con el crecimiento económico es una idea reduccionista contra la que la doctrina social de la Iglesia propone la idea de desarrollo integral

Enrique Lluch Frechina
Reunión del Foro Creyente de Pensamiento Ético Económico a finales de noviembre en Madrid. Foto: FCPEE

El 29 de noviembre se reunía por segunda vez en Madrid el Foro Creyente de Pensamiento Ético Económico (FCPEE). El grupo de académicos que lo componemos tratamos el tema que nos va a tener ocupados este curso: debatir sobre si la economía está orientada en la dirección correcta o precisa de un cambio de dirección para que pueda cumplir su función de potenciar el bien común y estar al servicio de todas las personas. A la espera de que en nuestra reunión de primavera elaboremos unos documentos en los que nuestras reflexiones se presenten de una manera rigurosa, voy a adelantar algunas de las cuestiones que ya hemos tratado.

Toda nuestra reflexión parte de constatar que el principal objetivo económico de nuestras sociedades es el crecimiento económico. Todos los gobiernos y toda la acción económica se miran en el espejo del crecimiento. Las cosas están bien o mal hechas según los resultados que se obtienen con respecto al incremento anual del PIB. Parece evidente que esto se hace así porque se piensa que el crecimiento económico no solo es siempre positivo para la población, sino que además es lo mejor que le puede pasar a cualquier sociedad. La riqueza de una sociedad se mide tan solo en términos de producción agregada, es decir, sumando lo que tenemos cada uno de sus ciudadanos e intentando que el total sea el máximo posible.

El ser hace ricas a las personas

Este es el primer elemento que estamos cuestionándonos en nuestro foro: ¿La riqueza de una sociedad es solamente medible en términos de producción agregada de bienes y servicios? ¿Puede haber una sociedad más rica que otra aunque sumen menos producción entre todos? Porque el tener por tener no es un horizonte que llene a las personas. El tener es un instrumento para el ser y este es el que realmente hace ricas a las personas –idea reflejada en la Populorum progressio, 19–. Del mismo modo, considerar que el desarrollo se identifica con el crecimiento económico es una idea reduccionista contra la que la doctrina social de la Iglesia propone la idea de desarrollo integral, que va más allá de una visión exclusivamente economicista de la mejora de la población en su conjunto.

En esta reunión hubo un acuerdo generalizado en dos cuestiones que van a centrar la reflexión de este año. La primera es que pensar que la mejora de la sociedad se circunscribe al tener más no solo es reduccionista, sino que puede llegar a ser perjudicial para la sociedad en su conjunto. Porque cuando el tener más se pone por encima de todo, se sacraliza como el objetivo prioritario de una sociedad y se le pide sacrificios a esta para lograr esa mejora económica agregada; de este modo se puede llegar a perder en humanidad, a considerar más importante el resultado económico final que a las personas que teóricamente serían sus beneficiadas. De manera que un instrumento que puede ser útil, como es el crecimiento económico, al darle prioridad absoluta, puede pasar a ser un horizonte perjudicial para la convivencia y para la libertad de muchos.

Disminuir la pobreza

El segundo punto de acuerdo sobre el que vamos a seguir reflexionando es que no se puede medir la mejora o el bienestar de una sociedad a través de unidades de medida agregada. Es decir, no podemos ver la salud económica de un conjunto de personas sumando lo que pasa con cada una y sacando el valor agregado o la media aritmética. Y esta no es una medida adecuada, porque corre el riesgo real de priorizar a quienes más aportan y olvidar o descartar a quienes no suman, lo que produce exclusión y desdén hacia quienes no tienen nada que aportar.

En el foro pensamos que el enfoque adecuado para ver si las políticas que se aplican son correctas no es mirar por el bien agregado (la suma de bienes de cada uno), sino centrarnos en el bien común, y esto implica que la mejora solamente es tal si quienes están peor mejoran. Mirado esto desde el punto de vista exclusivamente económico sería afirmar que la economía mejora no si la renta per cápita lo hace, sino si hay menos pobres. El foco se traslada desde el valor agregado o la media hasta lo que sucede con los más desfavorecidos. Dicho de una manera sencilla, se pasaría del tener más entre todos al que todos tengan al menos lo suficiente.

Esta reflexión precisa de más debate y de aportaciones de todos los miembros del foro, por lo que continuaremos en la reunión de primavera. Esperamos poder ofrecer a la sociedad un documento de reflexión y debate que incida de una manera profunda en estos temas. Creemos que es necesario extender esta reflexión al resto de la sociedad ofreciendo pensamiento riguroso, interdisciplinar y responsable, que estimule a repensar cómo estamos gestionando nuestros asuntos económicos para armar una economía que esté realmente al servicio de la sociedad y de todas las personas que la componen.

Qué es el Foro Creyente

El 18 de abril de 2016 se reunió por primera vez en Madrid el Foro Creyente de Pensamiento Ético Económico (FCPEE). Se trata de una iniciativa que, liderada por la Fundación FOESSA, agrupa a especialistas en economía y ética de diferentes universidades y sensibilidades eclesiales. El FCPEE es el primero de una serie de foros impulsados por la Fundación Europea para el Estudio y la Reflexión Ética (FUNDERÉTICA), que pretenden situar la ética cristiana en el centro del debate sobre cómo construir una sociedad más justa. Entre los miembros del foro se encuentran los profesores Jesús Pérez Mayo, Bernardo Pérez, Agustín Domingo Moratalla, Francisco Lorenzo, Teresa Compte, Javier Viciano, Pedro José Gómez Serrano, Rafael Allepuz o José Luis Fernández Fernández.