«Hay que abrirse para llegar al hombre contemporáneo» - Alfa y Omega

«Hay que abrirse para llegar al hombre contemporáneo»

Francisco Simón Conesa recuerda en su ordenación episcopal y toma de posesión en Menorca que la Iglesia encuentra su razón de ser en la evangelización

Fran Otero
El nuevo obispo el sábado en la catedral de Menorca. Foto: AVAN/Obispado de Menorca

El pasado sábado, 7 de enero, Francisco Simón Conesa recibió de manos del cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, la ordenación episcopal en la catedral de Santa María, donde, además, tomó posesión como nuevo obispo de Menorca. El prelado estuvo acompañado el obispo de su diócesis de procedencia, Orihuela-Alicante, Jesús Murgui, así como por el cardenal arzobispo de Valladolid y presidente de la Conferencia Episcopal Española, Ricardo Blázquez.

La ceremonia comenzó con la alocución del administrador diocesano, Gerardo Villalonga, nombrado por el nuevo obispo vicario general un día después: «Damos gracias a Dios por cuidar siempre a su Iglesia. Durante este tiempo de sede vacante hemos experimentado y palpado la presencia amorosa de Dios, que nos ha sostenido con su amor, coincidiendo este tiempo providencialmente con el Año de la Misericordia, que el Señor ha derramado copiosamente en nuestra querida diócesis de Menorca. En segundo lugar, gracias al Papa Francisco que se ha dignado proveer el gobierno pastoral de esta diócesis en la persona de Francisco Conesa Ferrer. Estamos convencidos de que el Santo Padre no solo ha buscado un candidato apto para el episcopado, sino al más idóneo entre los posibles para el pastoreo concreto en el aquí y ahora en esta porción del pueblo de Dios».

Por su parte, el nuevo obispo se ofreció a sus diocesanos para gastarse por ellos: «Os ruego que me acojáis como quien viene en el nombre del Señor. Tened paciencia con mis deficiencias y ayudadme a crecer como pastor vuestro y vicario de Jesucristo. Estoy, como proclama mi lema episcopal, al servicio de vuestra alegría. Cuando un corazón ha sido tocado por la misericordia –acaba de recordar el Papa Francisco– produce alegría. Frente al vacío profundo que viven muchos de nuestros contemporáneos, deseo ser testigo de la verdadera alegría, que brota del misterio pascual y que conduce al encuentro con Jesucristo, que sana y llena el corazón del hombre».

Y añadió: «Deseo que mi corazón, como también mi casa, esté abierto a todos para acoger, escuchar, aconsejar y ayudar. Abierto, de modo particular, a tantas personas que no cuentan con lo necesario, a quienes la sociedad actual ha dejado en los márgenes, para restituir su dignidad de hijos de Dios».

En este sentido, Francisco Simón se dirigió directamente a los fieles laicos, a los sacerdotes y diáconos y también a los miembros de la vida consagrada, a los que recordó que «la Iglesia existe para evangelizar. Nuestra diócesis de Menorca existe para anunciar a Jesucristo entre los hombres y mujeres de esta isla. Al servicio de la evangelización tendremos que poner todas nuestras personas e instituciones, sin miedo a prescindir de todo aquello que no ayude a proclamar el Evangelio e intentando abrir caminos nuevos para llegar al hombre contemporáneo».