Francisco Simón Conesa Ferrer, nuevo obispo de Menorca: «La Iglesia no debe encerrarse en sí misma, sino salir a los hombres» - Alfa y Omega

Francisco Simón Conesa Ferrer, nuevo obispo de Menorca: «La Iglesia no debe encerrarse en sí misma, sino salir a los hombres»

«Dice usted cosas muy lindas, siga en esa línea», le dijo el Papa durante un encuentro en el Vaticano a Francisco Simón Conesa, que fue ordenado este sábado obispo en Menorca

Fran Otero
Francisco Simón Conesa junto al Papa Francisco. Foto: Obispado de Menorca

Ni se imaginaba Francisco Simón Conesa (Elche, 1961) cuando era monaguillo en la parroquia de San Agatángelo de Elche o cuando acompañaba a sus padres a las convivencias que estos impartían a grupos de matrimonios, que llegaría a ser un sucesor de los apóstoles. Gracias al testimonio y la transmisión de la fe de sus padres, descubrió a Dios y encontró su vocación como sacerdote. Su vida, como insiste, es para servir. Primero lo hizo como vicario parroquial, párroco y vicario general y, ahora, como obispo de Menorca. Será ordenado este sábado de manos del cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, en una celebración en la que también estarán presentes, entre otros, el nuncio del Papa en España, Renzo Fratini, y el obispo de Orihuela-Alicante, Jesús Murgui.

¿Se esperaba el nombramiento? ¿Cómo reaccionó cuando se lo comunicaron?
No me lo esperaba de ninguna manera. Fue una enorme sorpresa y me generó sentimientos contradictorios. Por una parte, uno se da cuenta de la propia debilidad, de que lo que le han encargado le supera. Y, por otra parte, sentí una gran gratitud a la Iglesia, a la comunidad que he servido hasta ahora y a Dios por haberme elegido para este ministerio. Siento dejar la comunidad en la que estaba, pero también tengo ilusión por emprender una nueva tarea, que es fruto de la gracia de Dios, ya que uno no puede solo con sus propias fuerzas.

En la carta que dirigió a sus nuevos diocesanos, habla con mucho cariño de sus padres.
Muchas personas que los conocieron en vida me recuerdan quiénes eran mis padres: personas sencillas y trabajadoras, con una dedicación y amor a la familia muy grande. Y de una fe profunda. Siempre participaron de la vida de su parroquia, en equipos de matrimonios, impartiendo cursillos prematrimoniales… Tengo muchos recuerdos de pequeño en las convivencias de mis padres. Sé que ellos estarán muy contentos y acompañándome en estos momentos.

Supongo que le ayudará haber sido vicario general 16 años…
Tengo mucho que agradecer a los tres obispos con los que he sido vicario general en Orihuela-Alicante. Conocí con profundidad la diócesis, a los sacerdotes, las parroquias. Es un bagaje que me será útil.

También tiene experiencia en el trabajo pastoral en parroquias.
Siempre he trabajado como vicario en parroquias a excepción de estos tres últimos años en los que he sido párroco de la basílica de Santa María de Elche. He disfrutado mucho con la vida parroquial, el contacto con la gente, los grupos y las distintas iniciativas pastorales. Es una experiencia que me llevo a Menorca.

¿Cómo se presenta a esta pequeña diócesis insular?
Yo voy para caminar con esa Iglesia. Uno tiene un ritmo y unos orígenes, pero ahora me tengo que adaptar al rito de ellos, contando con los sacerdotes, laicos… para discernir qué pide el Señor a la Iglesia de Menorca, hacia dónde debemos caminar. Es un proceso que tenemos que hacer todos juntos. Llego también, como dice mi lema episcopal, como servidor de vuestra alegría (Adiutor gaudii vestri), para ayudar en la medida de mis posibilidades a que aquella comunidad cristiana crezca haciendo presente a Jesucristo a las gentes de Menorca.

Usted habla de una Iglesia de puertas abiertas.
La Iglesia no puede cerrarse en sí misma, porque cuando lo hace pierde su misión e identidad. Para la Iglesia es clave salir a ofrecer a Cristo y, por ello, tiene que andar preocupada por cómo lo puede llevar a cabo. Se trata, en definitiva, de abrir las puertas, salir a los hombres y dejar que la gente conozca a Jesucristo.

¿Ha podido visitar ya la diócesis?
Estuve un par de días. Me reuní con los sacerdotes, en torno a 30, que viven una realidad hermosa y sencilla. La ventaja que voy a tener es que podré mantener un contacto muy cercano con el clero, con los dos monasterios que hay y con los fieles, entre otros.

Como Orihuela-Alicante, Menorca es una diócesis que recibe mucho turismo. ¿Será una dimensión que cuidar?
Por supuesto, tenemos que trabajar en este aspecto, así como en la dimensión ecuménica, que también es importante. Pero hay otra coincidencia más, pues algunas poblaciones de Menorca se dedican al calzado como Elche, mi ciudad. Hay una confluencia entre los dos lugares.

Cuando estuvo con el Papa Francisco, ¿le dijo algo en especial?
El encuentro con el Papa fue extraordinario. Fue tras una audiencia general, me presenté como obispo electo de Menorca y me contestó que había leído declaraciones mías que le habían gustado. «Qué cosas más lindas dice, siga usted en esa línea», me dijo. Fue un encuentro muy cordial y salí muy reconfortado.