Dios ya no es lo que era - Alfa y Omega

Suchorita se llama esta prenda. 18 meses la contemplan. Se agarra al cuello de su madre cuando me acerco por primera vez, temerosa de un extraño. Cuando percibe que hablo con su mamá y que nos reímos, toma confianza y me lanza una primera esplendorosa sonrisa que me alcanza de lleno al corazón. Un ratito después ya se viene conmigo cuando le tiendo los brazos. Al final se ríe conmigo, me hace pucheritos, le hago carantoñas y acabo haciendo un montón de tonterías y gesticulando como un idiota; haciéndome yo también un poco niño.

Suchorita no me da miedo, cómo podría atemorizarme una cosita tan indefensa y frágil. Cómo podrían asustarme una sonrisa tan angelical y unas manitas tan endebles. Sus siete kilos de peso son siete kilos de inocencia y ternura. Y de pronto caigo en la cuenta de que el Niño Jesús no debió de ser muy diferente de esta niñita. Nacido en un lugar marginal, en una familia paupérrima, en un lugar de los que mucha gente no quiere acordarse.

Jesús es un Niño y no asusta, sino que se asusta. No da miedo, sino que tiene miedo. No apabulla, es apabullado. No oprime, es oprimido. No ofende, es ofendido. ¿Quién puede tener miedo de un niño? Qué lejos queda del ancestral Dios de los Ejércitos, Todopoderoso, Omnisciente, que arrasaba a los enemigos allá por las páginas del Antiguo Testamento. Dios ya no es lo que era… En Jesús, se ha reconvertido en solo y puro Amor. Sola y pura Misericordia. Gracias, Suchorita, por recordarme a Dios, por recordarme quién es realmente Dios. Estos días de Navidad tus bracitos alrededor de mi cuello han sido el sacramento del amor de Dios, que me abraza desde de su pobreza y me invita con suavidad y firmeza a no abandonarle, a no dejarle tirado. Feliz Navidad a todos y a todas.