Así fue, en realidad, el portal de Belén - Alfa y Omega

Así fue, en realidad, el portal de Belén

María Martínez López

«Tenemos perfectamente localizado dónde estaba el Belén del Antiguo Testamento y también el Belén del Nuevo Testamento», que es en el que nació Jesús. Habla Hipólito Sanchiz, profesor de Historia Antigua del Oriente Próximo de la Universidad CEU San Pablo. «Al lado de esta aldea, en las afueras, había cuevas. La zona de las montañas de Judea es mayoritariamente de roca caliza, en la que hay muchas irregularidades, abrigos, cuevas, etc. Por eso es muy normal, y se puede ver todavía hoy, que los pastores aprovechan para guardar el ganado».

En el caso de Belén, más que lugares de paso para los pastores, Sanchiz cree que «las cuevas que habría a las afueras se usarían como corrales» para los propios habitantes de la aldea. La gruta en la que nació Jesús, añade, podría ser de alguno de los familiares de José, que era de Belén, y que no pudiendo recibirlo en casa le ofreció este alojamiento. Aunque esto es solo «una hipótesis».

Cuando uno visita Belén, puede comprobar que los cristianos locales rechazan la imagen popular de que María y José tuvieran que buscar sitio en la cueva por su falta de hospitalidad. En esos días en los que la aldea estaba llena de gente que acudía para el censo, explican, la posada sería un lugar muy poco adecuado para que una mujer diera a luz.

Sanchiz está de acuerdo con esta valoración: «Para entendernos, las posadas de la época no eran nada agradables. De hecho, cuando la gente rica viajaba se metían a pasar la noche en la fina o casa de alguien. Las posadas eran para gente pobre. Sería algún tipo de edificio, una taberna o similar, donde te permitían pasar la noche pero no tenías habitación, sino que todo el mundo dormiría en una sala común».

El hecho de que los pastores estuvieran durmiendo al raso, además, implica que Jesús nació en una época del año en la que el clima era relativamente benévolo, por lo cual no habrían pasado demasiado frío en la cueva.

Ahora bien, ¿cómo sabemos que la gruta de la Natividad que hay bajo la basílica del mismo nombre es la verdadera? «En ese lugar, hay una basílica desde el siglo IV», construida entre el 327 y el 333 por santa Elena, madre del emperador Constantino. En esa misma época, murió el obispo Eusebio de Cesarea, que da noticia de que en esa época la tradición ya tenía identificada la cueva como aquella en la que nació Jesús.

Un posible problema es que, en la actualidad, a la gruta se accede por una empinada escalera, desde arriba. A la hora de buscar abrigo, algunos opinan que no es probable que José escogiera una cueva subterránea con tan difícil acceso. Sanchiz apunta dos posibles respuestas: «No sabemos si la cueva es subterránea o si al principio estaba al nivel del suelo pero luego ese nivel se elevó. Hay que tener en cuenta que en esa zona lleva construyéndose desde el siglo IV», por lo que se han podido añadir distintos estratos.

Por otro lado, «una cueva subterránea con una entrada en pendiente sí podría servir perfectamente» para alojar tanto a animales como a personas. En este caso, lo que habría desaparecido sería la pendiente original, sustituida luego por una escalera.

Otra dificultad a la que se enfrentan los peregrinos es imaginarse cómo sería realmente la cueva. Esto es posible visitando grutas anejas como la de San Jerónimo o la de San José, o bien el cercano Campo de los Pastores, recinto perteneciente a la Custodia de Tierra Santa donde se pueden ver cuevas del mismo estilo. Dentro de la misma gruta de la Natividad, la presencia en un lado del lugar del nacimiento, debajo de un altar, y en otra parte de la cueva del Pesebre, donde María habría colocado al Niño Jesús envuelto en pañales, además de altares, cuadros y otros ornamentos dificultan la contemplación de ese momento tal como lo relata el Evangelio.

«Es muy difícil saber cuál era la disposición real de la cueva. Está sin excavar y dudo que se excave», reconoce Sanchiz. «Lo que está claro es que probablemente era mucho más grande, y fue compartimentada». Por tanto, el lugar donde nació Jesús y donde, unos metros para allá, fue puesto en el pesebre, serían dos partes de la misma cueva.

El pesebre «era de piedra caliza, muy típicos de la zona y que todavía se pueden ver. La mayoría de las veces no estaba pegado a la pared. Era más bien una piedra que se había horadado con esa forma para que pudieran comer las bestias».