Aquel año en que 23 niños se doctoraron en esperanza - Alfa y Omega

Aquel año en que 23 niños se doctoraron en esperanza

A Guillén le detectaron un cáncer cuando tenía 9 años. La noticia fue un shock emocional para sus compañeros de clase. Javier, el profesor, comprendió que no podían quedarse cruzados de brazos, y entre todos pusieron en marcha un sistema para que su amigo no perdiera el curso. El Proyecto Guillén recibe hoy el Premio Pie Derecho de la Cadena 100

José Calderero de Aldecoa
Guillén, segundo por la derecha, en una visita por Navidad a sus compañeros de clase y a su tutor, Javier Mur. Foto: Proyecto Guillén

En julio de 2014 a Guillén, que entonces tenía 9 años, le detectaron un tipo de cáncer llamado linfoma de Burkitt, una afección del sistema linfático que a él le afectó a los ganglios de su intestino. Dos meses más tarde, debía empezar 4º de Primaria en el colegio Minte de Monzón (Huesca). En aquel curso tenía de tutor a Javier Mur, un maestro de 28 años.

«Al principio de curso, en el claustro, nos avisaron de que uno de nuestros alumnos estaba enfermo de cáncer y que no podría asistir a clase porque iba a estar durante al menos siete meses en el hospital recibiendo quimioterapia», recuerda Javier a Alfa y Omega. La noticia fue un shock emocional muy fuerte para sus compañeros. Desde ese mismo instante Javier empezó a darle vueltas a la cabeza. «No me podía quedar de brazos cruzados. Tenía que conseguir que Guillén sintiese el calor y el apoyo de todo el mundo. Que no se sintiese fuera del aula. Y quería que, encima, fuera algo útil para todos los alumnos», explica.

El tutor ya había trabajado con éxito el aprendizaje entre iguales. «¿Por qué no probarlo en esta situación?», se preguntó. «Además, hoy en día, tenemos a nuestra disposición un montón de medios tecnológicos… ¿Por qué no integrarlos?», se volvió a cuestionar. «Pues vamos a grabar un vídeo dándole ánimos», concluyó. «¿Y solo le vamos a dar ánimos? Tenemos que hacer vídeos y diferentes materiales con los contenidos que trabajamos en el aula», se le ocurrió al fin.

Los médicos se centrarían en que Guillén no perdiera la vida y Javier y los 22 compañeros de clase del chico, en que no perdiera el curso. Nació así el Proyecto Guillén: los propios alumnos se encargarían de explicarle, de forma virtual o a través de diferentes materiales como pósteres o murales, los contenidos a su compañero enfermo. También le propondrían ejercicios para que realizase en su casa y que luego ellos corregirían.

El intercambio de información fue posible gracias al tutor. Javier visitaba periódicamente a Guillén y le entregaba todo el material que habían preparado sus compañeros para él. El contenido audiovisual —los vídeos que preparaban con, por ejemplo, la explicación de cómo se hace una división— se publicaban en el blog del aula, al que Guillén podía acceder desde cualquier dispositivo con internet.

Pero la información circulaba en ambos sentidos y también Guillén, sin pelo a causa de las sesiones de quimioterapia, grababa sus propios vídeos sobre divisiones o para felicitar la Navidad a sus compañeros. Cuando se encontraba con fuerzas, el chico se acercaba al colegio para visitar a sus amigos. Esos días Javier impartía su clase en un parque cercano al colegio. «Guillén no podía estar en un aula encerrado porque no tiene defensas, pero sí puede estar en un espacio abierto. ¿Por qué no hacer clase fuera?».

El esfuerzo mereció la pena. Guillén salvó la vida y pasó de curso. Sus compañeros «aprendieron mucho mejor los contenidos al tener que aprenderlos para explicárselos a otros» y así reforzaron su aprendizaje. Pero sobre todo, lo que aprendieron todos es «a tener esperanza. Él va a volver, sabemos que va a volver y vamos a trabajar para que vuelva», concluye Javier, que a pesar de todos los premios recibidos —entre ellos el Premio Pie Derecho que recibe este mismo jueves de Cadena 100— «hubiera deseado no haber tenido que desarrollar el Proyecto Guillén», porque eso significaría que Guillén nunca hubiera estado enfermo.

Los otros Premios Pie Derecho

Con los Premios Pie Derecho, Cadena 100 reconoce cada año «a personas extraordinarias que, sin querer ser héroes, contribuyen con sus actos a que este mundo sea más solidario, más generoso y mucho mejor», Además del Proyecto Guillén, los premiados en 2016 han sido Xabier Luna Berango, que recorrió en bici la ruta de los refugiados de los Balcanes para recaudar dinero para tres asociaciones; las hermanas Sandra y Mirian Borrás, que gastaron sus ahorros en crear una escuela y un orfanato en Kenia; la Fundación Juegaterapia, que hace la estancia más llevadera a los niños de la planta de oncología pediátrica del Hospital Gregorio Marañón; Lolita, Mari Luz y Marichi, tres mujeres de entre 80 y 90 años que desde hace 25 años se llevan de vacaciones a niños con problemas de movilidad, y la Asociación Estela de Cometa, que realiza excursiones una vez al mes con chavales que están en residencias de menores, cuya tutela la tiene la Comunidad de Madrid.