Jaime Sancho: «Veo lo que vio Jesús. Eso pienso cuando miro el Cáliz» - Alfa y Omega

Jaime Sancho: «Veo lo que vio Jesús. Eso pienso cuando miro el Cáliz»

Salió de Jerusalén hacia Roma, llegó al pirineo español y, después, a Valencia. La reliquia del Santo Cáliz que se venera en la catedral valenciana, y cuya fiesta se celebra el último jueves de octubre es, si cabe, más importante ahora que el Vaticano concede la celebración del Año Santo Jubilar cada cinco años. Alfa y Omega entrevista al canónigo al cargo de esta especialísima reliquia, don Jaime Sancho

Rosa Cuervas-Mons
Don Jaime Sancho expone la reliquia durante la grabación del documental La casa del Santo Cáliz, la catedral de Valencia. Foto: Documentart

La fiesta del Santo Cáliz de la Última Cena, el último jueves de octubre, ¿es exclusiva de Valencia? ¿Desde cuándo se celebra y cómo surgió esta tradición?
Es una fiesta exclusiva de Valencia. Desde 1606, hasta comienzos del siglo XIX, se celebró en la capital con gran solemnidad, pero luego decayó hasta extinguirse. Cuando se fundó la Cofradía del Santo Cáliz, en 1952, una de sus primeras iniciativas fue restaurar esta fiesta junto con la celebración de los Jueves del Santo Cáliz, actividad a la que peregrinan cada semana parroquias y otras instituciones.

¿Qué significa que el Vaticano haya aprobado la celebración de una Misa Votiva del Santo Cáliz? ¿Qué supone para los fieles valencianos?
La Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos ha aprobado los textos en latín y castellano para la celebración de Misas Votivas en memoria del Santo Cáliz. Estas misas se pueden celebrar por motivos de efemérides específicas, como en la fiesta anual del Santo Cáliz, que se celebra en la catedral de Valencia, o por motivos de devoción, pero sólo en los días en que no concurre una festividad o memoria obligada de un santo. Se han aprobado los textos bíblicos para los cantos de entrada y comunión, para las lecturas, así como las oraciones de la colecta, sobre las ofrendas y después de la comunión.

Cuenta la tradición -y la historia y la arqueología cada vez apoyan más esta tesis- que la reliquia que se conserva en la catedral es la que Jesús utilizó en la Última Cena. Como canónigo de la Capilla, ¿qué opina de esta reliquia y qué supone para usted ser custodio del Santo Cáliz?
Para mí supone una gran responsabilidad, que comparto con el Cabildo Metropolitano, que es el titular de esta reliquia, porque, aparte de velar por su seguridad, se ha de hacer lo posible por difundir su noticia y devoción, con la ayuda insustituible de la Real Hermandad del Santo Cáliz, fundada en 1916, y de la más reciente y numerosa Cofradía. Sobre la autenticidad, que como en tantas cosas semejantes no se puede probar absolutamente, tengo que decir que cada nueva aportación que se recibe, desde diversas disciplinas, viene a apoyar dicha autenticidad y presenta al Cáliz de Valencia como una copa de gran valor, anterior al tiempo de Jesucristo, semejante a las que se utilizaban como copa de bendición en las cenas de Pascua, hasta que fueron sustituidas por las de vidrio, precisamente a comienzos del siglo I. También nos sentimos legitimados por el hecho de que los dos Papas que visitaron Valencia recientemente celebraron la Eucaristía con el Santo Cáliz.

Cuando lo tiene entre sus manos, cuando está en la capilla orando… ¿Qué siente?
«Estoy viendo lo que vio Jesús». Eso es lo que pienso cuando miro la copa traslúcida, con sus colores cálidos que anuncian la sangre de la Pasión.

Vista del Santo Cáliz. Foto: AVAN

¿Qué supone para los fieles la concesión del Año Jubilar?
Supone la posibilidad de conocer mejor la gracia de tener entre nosotros ese recuerdo de la Última Cena y de poder ganar la indulgencia plenaria con las condiciones debidas. Es una oportunidad, para los cristianos de todo el mundo, de peregrinar a Valencia, una ciudad llena de recuerdos y evocaciones religiosas. El Año Jubilar se realiza y ofrece a través de las tres dimensiones fundamentales de la acción de la Iglesia: la liturgia, por medio de la peregrinación, las celebraciones, el perdón de los pecados…; la Palabra, con las predicaciones, catequesis y publicaciones; y la caridad, tanto en la acogida que hemos de brindar a los peregrinos, facilitando su estancia a los necesitados, como cumpliendo con la obra de misericordia que se fije para dirigir a ella las limosnas y aportaciones de este Año Jubilar.

El hoy arzobispo de Madrid y hasta hace poco de Valencia, monseñor Osoro, tiene una devoción especial al Santo Cáliz…
He compartido momentos emocionantes de oración y de diálogo ante el Santo Cáliz con el que ha sido hasta ahora nuestro arzobispo, pero, de su reconocida devoción y entusiasmo por el Santo Cáliz, destacaría que nos ha dejado dos muestras, dos gracias, como regalos preciosos: la primera, la Misa Votiva, en unión con nuestro ya muy querido prelado don Antonio Cañizares, que la aprobó siendo todavía Cardenal Prefecto del Culto Divino. La segunda, el Año Jubilar Eucarístico Perpetuo, concedido por el Santo Padre a través de la Penitenciaría Apostólica y con una frecuencia de cinco años, a comenzar, si Dios quiere, a partir de 2015, como lo ha expresado ya nuestro cardenal arzobispo.