El Papa pide ante la Inmaculada por los parados y los niños abandonados - Alfa y Omega

El Papa pide ante la Inmaculada por los parados y los niños abandonados

«Necesitamos tu mirada inmaculada, para recuperar la capacidad de mirar a las personas y cosas con respeto y reconocimiento sin intereses egoístas o hipocresías», dijo Francisco durante su tradicional visita a la plaza de España de Roma

Ricardo Benjumea

Por los niños «solos, abandonados, que por ese motivo son engañados y explotados». Por «las familias que llevan adelante la vida y la sociedad con su compromiso cotidiano y escondido». Por «todos los trabajadores y mujeres». Por quien «el trabajo lo ha perdido o no puede encontrarlo»…

Por todos ellos pidió el Papa este jueves ante el monumento de la Inmaculada en la plaza de España de Roma, en una visita que marca el pistoletazo de salida a las celebraciones de Navidad en la Ciudad Eterna.

«Necesitamos tu mirada inmaculada, para recuperar la capacidad de mirar a las personas y cosas con respeto y reconocimiento sin intereses egoístas o hipocresías. Necesitamos de tu corazón inmaculado, para amar en modo gratuito sin segundos fines, sino buscando el bien del otro, con sencillez y sinceridad, renunciando a máscaras y maquillajes», prosiguió el Pontífice, en una tarde en la que tuvo especialmente presentes a «los hermanos pobres, enfermos, despreciados».

El Papa se detuvo a saludar y a conversar con varias personas. Entre las autoridades, estuvieron presentes la alcaldesa de Roma, Virgina Raggi, y el embajador español, Eduardo Sáenz de Buruaga.

Francisco se dirigió a continuación en coche a la Basílica de Santa María la Mayor, donde rezó ante la imagen de la Salus Populi Romani.

Oración del Papa ante el monumento a la Inmaculada

Te damos gracias, oh Madre, porque mostrándote a nosotros
libre de toda mancha de pecado, Tú nos recuerdas que ante todo está la gracia de Dios,
está el amor de Jesucristo que dio su vida por nosotros, está la fortaleza del Espíritu Santo que hace nuevas todas las cosas.
Haz que no cedamos al desánimo, sino que, confiando en tu ayuda constante,
trabajemos duro para renovarnos a nosotros mismos, a esta ciudad y al mundo entero.
Oh María, nuestra Madre Inmaculada,
en el día de tu fiesta vengo a ti, y no vengo solo:
Traigo conmigo a todos aquellos que tu Hijo me ha confiado, en esta ciudad de Roma y en el mundo entero,
para que tú los bendigas y los salves de los peligros.
Te traigo, Madre, a los niños,
especialmente aquellos solos, abandonados, que por ese motivo son engañados y explotados.
Te traigo, Madre, a las familias, que llevan adelante la vida y la sociedad
con su compromiso cotidiano y escondido; en modo particular a las familias que tienen más dificultades
por tantos problemas internos y externos. Te traigo, Madre, a todos los trabajadores, hombres y mujeres,
Y te encomiendo especialmente a quien, por necesidad, se esfuerza por desempeñar un trabajo indigno
y a quien el trabajo lo ha perdido o no puede encontrarlo.
Necesitamos tu mirada inmaculada,
para recuperar la capacidad de mirar a las personas y cosas con respeto y reconocimiento
sin intereses egoístas o hipocresías. Necesitamos de tu corazón inmaculado,
para amar en modo gratuito sin segundos fines, sino buscando el bien del otro,
con sencillez y sinceridad, renunciando a máscaras y maquillajes. Necesitamos tus manos inmaculadas,
para acariciar con ternura, para tocar la carne de Jesús
en los hermanos pobres, enfermos, despreciados, para levantar a los que se han caído y sostener a quien vacila.
Necesitamos de tus pies inmaculados, Para ir al encuentro de quienes no saben dar el primer paso,
para caminar por los senderos de quien se ha perdido, para ir a encontrar a las personas solas.
Te damos gracias, oh Madre, porque mostrándote a nosotros
libre de toda mancha de pecado, Tú nos recuerdas que ante todo está la gracia de Dios,
está el amor de Jesucristo que dio su vida por nosotros, está la fortaleza del Espíritu Santo que hace nuevas todas las cosas.
Haz que no cedamos al desánimo, sino que, confiando en tu ayuda constante,
trabajemos duro para renovarnos a nosotros mismos, a esta ciudad y al mundo entero.
¡Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios!