El editor de libros. Un elogio del trabajo bien hecho - Alfa y Omega

El editor de libros. Un elogio del trabajo bien hecho

Juan Orellana
Escena de 'El editor de libros'
La compleja dependencia entre Wolfe y Perkins es uno de los pilares del filme. Foto: Michael Grandage Company.

Esta película de Michael Grandage se inspira en la vida de Max Perkins (Colin Firth), un editor de libros neoyorquino que dio a conocer a algunos de los más grandes escritores americanos del siglo XX, como Thomas Wolfe (Jude Law), F. Scott Fitzgerald (Guy Pearce) o Ernest Hemingway (Dominic West).

El argumento se centra, a finales de los años 20 y primeros 30, en la relación entre este editor y el extravagante novelista Thomas Wolfe, una relación complicada que afectó la vida familiar de ambos. Wolfe fue conocido por el volumen de sus obras y, según William Faulkner, fue el mejor escritor de su generación.

Sin vocación de blockbuster

Estamos ante una película culta, en el sentido de que hay mucho contexto que el espectador debe conocer para disfrutar de toda la riqueza implícita. Una película de diálogos, de situaciones íntimas, sin grandes secuencias espectaculares, sin ritmos acelerados ni efectismos deslumbrantes. No tiene vocación de blockbuster.

En realidad, el filme es un elogio al trabajo bien hecho, concienzudo, sin apresuramientos, realizado con una conciencia vocacional, responsable, en la que el horario no tiene la última palabra. Ni el sueldo. Naturalmente, estamos hablando de otra época. De otro mundo. De otra cosmovisión. Casi de otra civilización.

Max es un hombre anónimo, a pesar de ser el jefe de su empresa. Él da su trabajo y su vida para que otros brillen. Max piensa en los lectores, en ofrecerles algo realmente bueno. No quiere vender a toda costa. Lo que desea es poner en el mundo libros tan buenos que mejoren el mundo, que sean universales, imperecederos. Y esto no se puede hacer sin el escritor. Por eso el trabajo de Max incluye pasar infinitas horas de desvelos, conversaciones e inevitable amistad con los autores. Horas de correcciones, de discusiones, de esfuerzos por entender. Todo se resume en un problema de amor. De amor al propio trabajo. Ni más ni menos. Otro mundo. Otra época.

El lado oscuro del autor

La película deja claro que esto no es un camino de rosas. El editor también se enfrenta al lado oscuro. Max tiene que lidiar con el ego del Thomas Wolfe, con sus delirios poco realistas, con sus estados de ánimo, e incluso con sus problemas familiares. Y ello va a afectar también a su propia vida personal, al tiempo y energía que dedica a los suyos, a su misma vida emocional. Es que no hablamos de un problema laboral, sino de una cuestión vocacional. La intensidad del trabajo con Tom le lleva a enredarse en una relación de compleja dependencia, como si Tom se invistiera de la condición del hijo que Max siempre quiso tener y nunca tuvo.

Por eso en esta historia hay dos personajes en la sombra que son fundamentales: la esposa de Max (Laura Linney) y la amante de Tom (Nicole Kidman). Dos mujeres que en un determinado momento son desplazadas a un segundo plano en plena vorágine creativa de sus parejas, y que sin embargo siguen siendo el motor silencioso de sus vidas. Desde luego, una película notable.

El editor de libros
Director:

Michael Grandage

País:

Reino Unido

Año:

2016

Género:

Drama

Público:

+7 años

Cartel de 'El editor de libros'