«El bautismo nos incorpora al pueblo santo de Dios» - Alfa y Omega

«El bautismo nos incorpora al pueblo santo de Dios»

«Enseñad a vuestros hijos que no se puede ser cristianos fuera de la Iglesia», pidió el Papa a las familias de los 33 niños que bautizó en la mañana del domingo en la Capilla Sixtina, en la fiesta del Bautismo del Señor

Ricardo Benjumea

«El Bautismo nos incorpora al cuerpo de la Iglesia, al pueblo santo de Dios. Y en este cuerpo, en este pueblo en camino, la fe es transmitida de generación en generación», dijo el Papa, antes de bautizar a 33 niños en la Capilla Sixtina.

«Es la fe de la Iglesia. Es la fe de María, nuestra Madre, la fe de san José, de san Pedro, de san Andrés, de san Juan, la fe de los Apóstoles y de los mártires, que ha llegado hasta nosotros a través del bautismo. ¡Una cadena de transmisión de fe! ¡Y esto es muy bello!», añadió. «Es pasar de mano en mano la luz de la fe. Lo expresaremos dentro de poco con el gesto de encender las velas del gran cirio pascual. El gran cirio representa Cristo resucitado, vivo en medio a nosotros. Vosotras, familias, tomad de Él la luz de la fe para transmitirla a sus hijos. Esta luz la tomáis en la Iglesia, en el cuerpo de Cristo, en el pueblo de Dios que camina en todo tiempo y en todo lugar».

Los bebés no son bautizados en su fe, sino en «vuestra fe, queridos padres, padrinos y madrinas». Con el tiempo, «con la gracia de Dios, será su propia fe, su personal a Jesucristo», pero ahora, son incorporados a una fe que es la de sus padres, y también la de toda la Iglesia, y que desde hace 2 mil años se transmite de padres a hijos.

Texto de la homilía del Papa

Hemos escuchado en la primera lectura que el Señor se preocupa de sus hijos como un padre: se preocupa de dar a sus hijos un alimento sustancioso. Mediante el profeta Dios dice: «¿Por qué gastáis dinero en lo que no es pan, y su salario en lo que no sacia?» (Is 55, 2).

Dios, como un buen papá y una buena mamá, quiere dar cosas buenas a sus hijos. Y ¿qué es este alimento sustancioso que Dios nos da? Es su Palabra. Su Palabra nos hace crecer, nos hace producir buenos frutos en la vida, como la lluvia y la nieve hacen bien a la tierra y la hacen fecunda (cfr. Is 55, 10-11). Así vosotros padres, y también vosotros, padrinos y madrinas, abuelos, tíos…, ayudaréis a estos niños a crecer bien si les dais la Palabra de Dios, el Evangelio de Jesús. ¡Y también lo haréis con el ejemplo! Todos los días, tendréis la costumbre de leer un pasaje del Evangelio, pequeñito, y será el ejemplo para los hijos: ver a papá, a mamá, a los padrinos, abuelos, abuelas, tíos, leer la palabra de Dios.

Vosotras, mamás, dad a sus hijos la leche –incluso ahora, si lloran por hambre amamántenlos, ¿eh? Tranquilas. Agradezcamos al Señor por el don de la leche, y oremos por estas mamás–. Muchas madres, lamentablemente, no están en condiciones de dar de comer a sus hijos. Oremos y tratemos de ayudar a estas mamás.

Lo que hace la leche por el cuerpo, la Palabra de Dios lo hace por el espíritu: la Palabra de Dios hace crecer la fe. Y gracias a la fe, nosotros somos generados de Dios. Es esto lo que sucede en el Bautismo. Hemos escuchado al apóstol Juan: «Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios» (1 Jn 5, 1). En esta fe vuestros niños son bautizados. Hoy es vuestra fe, queridos padres, padrinos y madrinas. Es la fe de la Iglesia, en la cual estos pequeños reciben el bautismo. Pero mañana, con la gracia de Dios, será su propia fe, su personal a Jesucristo, que nos dona el amor del Padre.

Decía: es la fe de la Iglesia. Esto es muy importante. El Bautismo nos incorpora al cuerpo de la Iglesia, al pueblo santo de Dios. Y en este cuerpo, en este pueblo en camino, la fe es transmitida de generación en generación.

Es la fe de la Iglesia. Es la fe de María, nuestra Madre, la fe de san José, de san Pedro, de san Andrés, de san Juan, la fe de los Apóstoles y de los mártires, que ha llegado hasta nosotros a través del bautismo. ¡Una cadena de transmisión de fe! ¡Y esto es muy bello! Es pasar de mano en mano la luz de la fe. Lo expresaremos dentro de poco con el gesto de encender las velas del gran cirio pascual. El gran cirio representa Cristo resucitado, vivo en medio a nosotros. Vosotras, familias, tomad de Él la luz de la fe para transmitirla a sus hijos. Esta luz la tomáis en la Iglesia, en el cuerpo de Cristo, en el pueblo de Dios que camina en todo tiempo y en todo lugar.

Enseñad a vuestros hijos que no se puede ser cristianos fuera de la Iglesia, no se puede seguir a Jesucristo sin la Iglesia, porque la Iglesia es madre y nos hace crecer en el amor a Jesucristo.

Un último aspecto emerge con fuerza de las Lecturas bíblicas de hoy: en el Bautismo somos consagrados por el Espíritu Santo. La palabra cristiano significa esto, significa consagrado como Jesús, en el Espíritu con el cual ha sido consagrado Jesús en toda su existencia terrena. Él es el Cristo, ungido, consagrado. Los bautizados somos cristianos, es decir, consagrados, ungidos. Entonces, queridos padres, queridos padrinos y madrinas, si queréis que vuestros hijos se hagan verdaderos cristianos, ayudadlos a crecer consagrados en el Espíritu Santo, es decir, en el calor del amor de Dios, en la luz de su Palabra. Por esto, no os olvidéis de invocar siempre al Espíritu Santo, todos los días.

¿Usted reza, señora? ¡Sí! ¿A quién le reza? Yo le rezo a Dios. Pero Dios así no existe: Dios es la persona y en cuanto persona existe el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

¿Tú, a quién le rezas? Al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Habitualmente nosotros rezamos el Padre Nuestro, rezamos al Padre. Pero al Espíritu Santo no le rezamos tanto…¡Es tan importante rezarle al Espíritu Santo! Porque nos enseña a llevar adelante la familia, los niños, para que estos niños crezcan en esta atmósfera de la Trinidad Santa. Es precisamente el Espíritu que los lleva adelante. Por esto, no os olvidéis de invocar con frecuencia al Espíritu Santo, todos los días.

Podéis hacerlo, por ejemplo, con esta sencilla oración: Ven, Santo Espíritu, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor. Podéis rezar esta oración por vuestros hijos, ¡además de por vosotros mismos!

Cuando recéis esta oración, sentid la presencia materna de la Virgen María. Ella nos enseña a rezar al Espíritu Santo, y a vivir según el Espíritu, como Jesús. La Virgen, nuestra madre, acompañe siempre el camino de sus hijos y de sus familias. Así sea.

Traducción: RV