La verdad de nuestros problemas - Alfa y Omega

¿Cuáles son las causas que han ocasionado el difícil momento en el que vivimos, y han motivado las medidas adoptadas, clamorosamente inadecuadas, cuando no contraproducentes?

No podemos continuar por más tiempo sin poner fin a la confusión que impera, identificando las ideas responsables de tales errores, y que constituyen el pensamiento hegemónico. Hemos de hacer emerger y presentar las ideas filosóficas que anidan detrás de ellas, su traducción en las concepciones políticas predominantes, el liberalismo y la socialdemocracia, las formulaciones actuales, como la perspectiva de género y la conversión de determinados comportamientos sexuales en identidades políticas, la censura de lo políticamente correcto que dicta sobre lo que se puede estudiar, investigar o decir en nuestras universidades públicas, donde un profesor aristotélico o un tomista son visto como facciosos, o que en un plano distinto, referir con datos que la ruptura del matrimonio es causa de pobreza, abandono escolar y violencia contra la mujer, está censurado. Existe una cultura responsable de los daños en el ámbito de las humanidades, la economía, la sociológica y las ciencias políticas, en la mayoría de libros que reinan en las bibliotecas públicas, en el tipo de ideología que se trasmiten en la mayoría de centros públicos de enseñanza, en las televisiones y otros medios de comunicación. Y de todo ello hemos de extraer sus perfiles estilizados, porque ahí anida la causa de nuestros males.

No puede ser que el camino que lleva a perdernos, que quienes sostienen las formas de pensar que nos han conducido a la actual acumulación de crisis, una mezcla de progresismo y relativismo moral, y liberalismo económico, critiquen olímpicamente las consecuencias aisladas –nunca las relaciones que existen entre ellas– como si nada tuvieran que ver con su génesis. Trump es un ejemplo paradigmático. Cuando en la América de Obama, el 5 % de la población representa el 40 % del consumo, a nadie debería extrañar que gane quien mete los dedos en las llagas, con un lenguaje deliberadamente provocador e incorrecto.

Debemos cambiar ese rizoma que nutre nuestras crisis, y el cristianismo tiene los mimbres para la respuesta, si se dedica a pensar menos como una ONG y sea más lo que en realidad es: el sujeto histórico que guía a la humanidad hasta más allá de su historia.