Somos responsables de nuestras compras - Alfa y Omega

Somos responsables de nuestras compras

Fingir ignorancia se ha convertido en una forma de complicidad con la explotación laboral de millones de trabajadores textiles

Alfa y Omega
Foto: The New Denim Project

En su encíclica Laudato si, el Papa recuerda que el consumo desaforado de la minoría rica del planeta repercute en la miseria de millones de personas en los países en vías de desarrollo. Al llamar la atención esta semana sobre el origen de la ropa que encontramos en nuestras tiendas, Alfa y Omega no pretende amargarle a nadie sus compras navideñas, pero sí invitar a un consumo más responsable. Buena parte de las prendas que adquirimos proceden de talleres en Asia o el norte de África y han sido confeccionadas en condiciones indignas. La solución no es dejar de importar productos de esos países, lo que causaría a sus poblaciones un daño mayor, sino promover un mejor trato para sus trabajadores.

Repartir de forma más equitativa los beneficios de los intercambios comerciales es responsabilidad en primer lugar de los gobiernos de los países ricos. Pero esa equidad requeriría que nuestras sociedades adopten estilos de vida más sobrios. Y cuanto antes. En 2030, según pronostica la OCDE, la clase media mundial ascenderá a unos 4.900 millones de personas. Con un patrón de consumo como el que rige hoy en Occidente, no hay recursos para todos. Por eso tienen que cambiar nuestros conceptos de desarrollo y bienestar material. Y deben extenderse por todo el planeta unos mínimos derechos laborales cuya vulneración acarree severas consecuencias para las empresas infractoras.

Conseguir esos caminos pasa primero por poner en valor la responsabilidad moral del consumidor. Si hay tanta opacidad sobre las condiciones en las que se han producido los artículos que llegan a nuestras tiendas, ello se debe a que no ha habido una presión social que obligue a las marcas de ropa a facilitar la información. Así y todo, la verdad encuentra caminos para abrirse paso, y si no, ahí están los millones de refugiados y migrantes para recordárnosla. Fingir ignorancia se ha convertido así en una forma de complicidad imposible ya de maquillar.